Globalización y la redefinición de la gobernabilidad democrática: de la democracia compensatoria a la protectora

AutorMark Neufeld
CargoProfesor asociado. Departamento de estudios políticos, Universidad de Trent

    Este trabajo se basa ampliamente en Mark Neufeld. “Theorising Globalization: Towards a Politics of Resistance – A neo-Gramscian Response to Mathias Albert”, en Global Society, vol. 15, núm. 1, 2001.

    Traducción: José Fernández García
Introducción: más allá de las operaciones booleanas

En la búsqueda de información, las palabras clave sirven en la actualidad para crear listas de temas o índices que pueden ser o no lo que usted busca. Para ayudar a aliviar este problema, se puede restringir el número de temas recuperados por el desempeño de la búsqueda mediante una palabra “experta”, usando los operadores o códigos booleanos.

La relación entre “globalización” y “democracia” se ha vuelto un tópico central de discusión no sólo en el discurso político popular, sino también en la academia. Sin embargo, determinar la naturaleza de esta relación no es un asunto inmediato. A la fecha, la mayoría de las discusiones se han estructurado en términos relacionados con los “Operadores booleanos” (and, not, or), consistentes con tres posiciones posibles:

i) Globalización y democracia

Desde esta perspectiva, los dos son asumidos con los dos lados de la misma moneda político-económica global. Esto es, la globalización (estructurada en términos de economía neoliberal) y la democratización (estructurada en términos de política liberal democrática) son entendidas como sucesivas, con la globalización vista como la variable independiente y la democratización como la dependiente.

ii) Globalización, no democracia

Desde esta perspectiva, la globalización y la democratización son entendidas como dos procesos distintos e independientes, en el que ninguno de ellos necesariamente implica al otro. Su coincidencia es entendida como el resultado de elecciones políticas, las cuales son posibles por el hecho de que, siendo variables independientes, no hay nada inherentemente incompatible entre ambas.

iii) Globalización o democracia

Desde esta perspectiva, la globalización y la democracia están en conflicto básico. Como tal, la sociedad humana es entendida enfrentada a una elección: o escoge la globalización, que es concomitante con la concentración de poder –político, económico, social y cultural– en manos de los administradores/propietarios de las corporaciones multinacionales, o se escoge la democracia, con el poder firmemente en manos de la gente.

En términos de este trabajo, se considera que la tercera opción es más cercana en espíritu. Sin embargo las tres, incluyendo la última, sufren del mismo problema fundamental, esto es, todas ellas ven la relación de la globalización con la democracia de manera no dialéctica. Aproximarse en forma dialéctica a su relación tiene tres consecuencias.1 Primera, un enfoque dialéctico permite el reconocimiento de que la globalización, la democracia y otras estructuras y procesos (por ejemplo, el Estado) no existan como tales, esto es, fuera de la historia humana. En tanto entidades históricamente emergentes, ellas pueden y de hecho adquieren formas diferentes, dependiendo del contexto (es decir, la globalización desde arriba, su forma neoliberal; la globalización desde abajo, la forma socialista democrática). En consecuencia, la cuestión de la relación de la democracia y la globalización puede ser respondida sólo sobre la base de un análisis de la forma específica de existencia en un momento dado en el tiempo y lugar históricos.

El segundo reconocimiento derivado de una formulación dialéctica del tema es que estructurando la cuestión de la relación entre globalización y democracia como la de dos variables distintas (ya sea como independiente-dependiente, mutuamente independientes pero compatibles, o bien incompatibles) puede ocultarnos la posibilidad de que una puede implicar una concepción particular de la otra.

Finalmente, un enfoque dialéctico a la cuestión de globalización-democracia trae consigo atender a las contradicciones. Es importante señalar, especialmente para quienes no estén familiarizados con el pensamiento dialéctico, que lo que se señala aquí no son contradicciones “lógicas” (esto es, a=b; a=c; b¹c), sino contradicciones “relacionales”. En términos más generales, por contradicción relacional se hace referencia a “oposiciones en que ambas son necesarias para, e incluso destructivas de, procesos o entidades particulares”.2 Es el supuesto de no sostenibilidad en el tiempo de las oposiciones, mencionadas antes, lo que orienta al pensamiento dialéctico hacia la exploración de las crisis resultantes y de las formas en las que éstas se pueden resolver.3

Estas apreciaciones son fundamentales para la interpretación ofrecida en este trabajo. Específicamente, se argumentará que la forma dominante de globalización (neoliberal, “globalización desde arriba”) en el contexto actual implica una forma particular de democracia y que, más aún, el cambio de una a otra forma de democracia se puede entender como una de las características definitorias de la globalización (neoliberal.) Sin embargo, para entender este argumento es necesario ver el cambio en la forma de democracia en relación con los otros cambios fundamentales que definen colectivamente la globalización. Y a esto es a lo que se refiere el siguiente apartado.

Globalización: una perspectiva neogramsciana

Antes de entrar en una discusión de los cambios que implica la globalización, es necesario indicar la estructura teórica que guiará la discusión. La estructura subyacente es el enfoque neogramsciano al estudio de la economía política global.4 Este enfoque se distingue por su rechazo a la metáfora base-superestructura a favor de la perspectiva de “totalidad” característica del marxismo occidental;5 por su análisis del orden mundial en términos de la noción gramsciana de hegemonía;6 por su atención a la relación mutuamente determinante entre capacidades materiales, ideas e instituciones,7 así como por su reconocimiento del contenido político-normativo de toda teorización.

Cambio 1: La globalización involucra un cambio en la escala de la producción del “tripartismo” al “corporativismo empresarial global”

Primero, la globalización involucra un cambio en el nivel del modo de producción dominante en una formación estatal dada. Siguiendo a Cox, los diferentes modos de relaciones sociales de producción se pueden identificar en el capitalismo monopolista.8 Uno de tales modos es el del “tripartismo”, en el cual las tradicionales relaciones bipartitas entre administración y trabajadores organizados son complementadas por la intervención estatal activa consistente, generalmente, de las concepciones e intereses de la clase empleadora dominante, pero también apoyando concesiones al trabajo como un medio de mantener la aquiescencia de los trabajadores establecidos. Fue el modo privilegiado en los estados capitalistas industriales avanzados durante la mayor parte del periodo de posguerra. Sin embargo, más recientemente el “tripartismo” ha sido sustituido por un modo que puede ser denominado “corporativismo empresarial global”; un arreglo según el cual la aquiescencia de los trabajadores establecidos en los estados centrales se garantiza a través de promesas de trabajo estable y beneficios ligados a la organización, así como mediante una ideología que niega el conflicto estructural entre el trabajo y el capital (por ejemplo, en términos de las imágenes de “trabajo en equipo” o “la firma como una familia”).9 A cambio, la firma busca concesiones del trabajo en nombre de mejorar su competitividad en el “mercado global”, para incrementar la flexibilidad contratando externamente servicios importantes a una clase creciente de trabajadores periféricos, no protegidos, así como para mejorar la productividad a través de la intensificación del trabajo. Es este cambio del “tripartismo” al “corporativismo empresarial global” el que permanece como la primera característica de la globalización.

Cambio 2: La globalización involucra un cambio de un orden mundial “liberal” a uno “hiperliberal”

El segundo cambio fundamental que se puede identificar es del orden mundial. Aquí, de nuevo, es importante distinguir entre diferentes formas de orden mundial. El orden capitalista mundial establecido después de 1945 en Bretton Woods, fue “liberal”. Como tal, involucró una “economía internacional” en la cual las relaciones económicas eran unidades nacionales y en la que los estados regularon el flujo de bienes y capital a través de sus fronteras, ya sea individual o colectivamente, mediante instituciones internacionales creadas y dirigidas por los estados. Este orden mundial liberal, sin embargo, ha sido suplantado por uno hiperliberal en el cual el mercado es lo único central (como en el orden liberal), pero tratado como sobredeterminante e incontestable y en el que las fuerzas del mercado determinan el intercambio no sólo de bienes y servicios sino también de las monedas.10

Las implicaciones de este cambio se pueden ver claramente en términos del papel de la regulación internacional. En el orden liberal mundial, los llamados a la regulación del capital en interés de los países subdesarrollados (como, por ejemplo, el Nuevo Orden Económico Mundial o el Código de Conducta de las Corporaciones Trasnacionales), si no plenamente implementados, al menos eran señalados. En el orden hiperliberal, la regulación no involucra códigos de conducta para las empresas sino códigos de conducta para los estados, los cuales son obligados a trabajar para crear condiciones favorables para las primeras (por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, APEC, AMI).

En suma, la economía internacional entre estados ha sido reemplazada por una economía mundial en la cual ha sido restringida la capacidad de los estados individuales para regular. Éste...

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