Marcelo Boeri, Apariencia y realidad en el pensamiento griego. Investigaciones sobre aspectos epistemologicos, eticos y de teoria de la accion en algunas teorias de la Antiguedad.

AutorLozano V

Marcelo Boeri, Apariencia y realidad en el pensamiento griego. Investigaciones sobre aspectos epistemológicos, éticos y de teoría de la acción en algunas teorías de la Antigüedad, Colihue, Buenos Aires, 2007, 376 pp.

Tomando como Leitmotiv el título de un libro de Francis Bradley, Appearance and Reality, Marcelo Boeri se ocupa de mostrar cómo, en torno a dicha oposición, algunos filósofos antiguos estructuran sus reflexiones sobre el conocimiento y la acción.

Desde el inicio del libro Boeri advierte que uno de los principales obstáculos para investigar la distinción entre apariencia y realidad en el pensamiento antiguo es el hecho de que no existen términos griegos completamente equivalentes a "apariencia" y "realidad", lo que dificulta la labor exegética. No obstante, parte del atractivo del libro pasa por mostrar que hay contextos bien definidos en los textos clásicos en los que es posible afirmar que ambos conceptos están oponiéndose: Phantasia se usa en ocasiones para denotar lo que en castellano denominaríamos "apariencia". Sólo en ocasiones porque, como aclara Boeri, la palabra griega posee también valores cognitivos y fisiológicos que obligan a traducirla en contextos precisos como "presentación" o "impresión", sin ningún viso de falsedad. El caso de "realidad" es más problemático porque ni siquiera existe un vocablo griego que se le asocie, más bien se traducen por "realidad" ciertas expresiones verbales o fórmulas hechas para referirse a lo que "verdaderamente existe", a "lo que es". Aun así, las parejas "apariencia-realidad" y "bien aparente-bien real" preocupan a los tres sistemas filosóficos de los que Boeri se ocupa aquí. Para Platón --incluido su maestro Sócrates como origen de su posición--, Aristóteles y los estoicos --tomados como escuela, sin mayores distinciones--, estas dicotomías constituyen el núcleo central de su reflexión filosófica. La manera en que las abordan y plantean sus problemas y sus soluciones es la materia del resto del texto.

El primer capítulo se ocupa de la posición de Sócrates mostrando cómo en ella se identifica el conocimiento con una disposición de carácter que permite al individuo juzgar correctamente lo que es bueno a largo plazo. El capítulo 2 se ocupa de la defensa de la vida justa que hace Sócrates en República y de cómo las diferencias entre lo que se considera bien explica la "aparente" inconsistencia de las tesis socráticas sobre la conveniencia de la justicia a pesar de sus indeseables consecuencias. Los capítulos 3 y 4 son el núcleo del análisis de la posición más explícitamente platónica y se concentran en las tesis sobre la naturaleza del conocimiento del Teeteto. Allí Boeri defiende una novedosa lectura "disposicional" del conocimiento, rechazando la "proposicionar" y mostrando cómo la primera rescata los aciertos que Platón encuentra en la posición protagórica. Los capítulos 5 a 7 se ocupan de la posición aristotélica, analizando detalladamente algunas de sus tesis epistemológicas, morales y psicológicas más relevantes. En general, en estos capítulos Boeri intenta enfatizar la herencia socrática de Aristóteles. Esto abre paso al análisis del estoicismo que ocupa los capítulos finales --8 y 9-- y se presenta como una suerte de socratismo "tamizado" por las objeciones aristotélicas.

La ordenación de los capítulos es histórica y no se plantea explícitamente una conexión entre ellos además de la distinción que engloba la investigación. No obstante, el mismo Boeri sugiere, aunque sin defensa alguna (p. 146), la idea de que la discusión sobre los criterios para distinguir entre apariencia y realidad y, en consecuencia, distinguir entre bien aparente y bien real, es una discusión de escuela, una problemática comprensible sólo en el seno de una posición intelectualista compartida por todos estos filósofos sobre el estatus de las valoraciones morales. Así visto, el texto adquiere una unidad que está sólo toscamente sugerida: la posición presentada es la socrática y sus posteriores desarrollos sólo pretenden aclararla o mejorarla.

Pero esta vinculación entre las tesis epistemológicas y morales, tan propia de la filosofía antigua y concretamente del socratismo --en cuanto escuela--, no es para nada evidente en las reflexiones contemporáneas con las que Boeri sugiere que debe conectarse esta discusión. Si bien, como él señala en varios pasajes, hay una conexión entre el estado mental del sujeto --sus creencias, deseos, expectativas-- y sus acciones, conexión compartida por los sistemas antiguos estudiados aquí y por algunos contemporáneos como los defendidos por Anscombe y Davidson, la vinculación indisociable entre las dicotomías "apariencia-realidad" y "bien real-bien aparente" no es tan obvia. De hecho, las posturas que actualmente rescatan la idea de que los problemas específicamente epistemológicos pueden y, quizá, deben ser tratados tomando en cuenta el carácter del sujeto; v.gr., la epistemología de la virtud...

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