Por qué Raúl Cervantes no debe llegar a la Suprema Corte

AutorElisur Arteaga Nava
Páginas22-23

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El presidente Enrique Peña Nieto, con el apoyo de su partido, el Revolucionario Institucional, la complicidad de los senadores del Verde Ecologista y de Acción Nacional, la ausencia sospechosa de legisladores del Partido de la Revolución Democrática y el silencio de los colegios de abogados, está en campaña para someter al Poder Judicial de la Federación; lo ha comenzado a hacer con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La campaña es plena, y el sometimiento, próximo.

Ha logrado imponer como ministros de ella a dos entes netamente políticos; ellos, más que sumar a la responsabilidad de impartir justicia constitucional, se han incorporado a la Corte para hacer prevalecer la voluntad y los criterios de quien los ha propuesto.

La imposición del más reciente, la de Eduardo Medina Mora, fue hecha en contravención de texto expreso: llegó a ministro, así con minúscula, sin reunir los requisitos que para serlo establece y exige la Constitución Política.

En diciembre próximo, en virtud de compromisos inconfesables contraídos por las cúpulas de esos sedicentes partidos políticos, se hará llegar a otros entes netamente políticos. Ellos, por donde se le vea, están comprometidos: uno con el PRI, el licenciado y senador Raúl Cervantes Andrade, y el otro, Santiago Creel, con el PAN. Será un pago a su complicidad.

El senador Cervantes Andrade, por más licenciado en Derecho que sea, no es jurista; no ha servido con eficiencia, capacidad y probidad en la impartición de justicia; tampoco se ha distinguido por su competencia y sus antecedentes profesionales, como lo exige la Constitución política. No se tiene noticia de que sea una autoridad en alguna de las ramas del Derecho. En el caso, es de suponerse que se ignorará la cuota de género.

El licenciado Cervantes tiene un impedimento más: es senador de la República; lo sigue siendo a pesar de la supuesta renuncia al cargo que presentó y que, también supuestamente, le fue aceptada.

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El presidente de la República, los miembros de la Cámara de Senadores y las cúpulas de los partidos deberían saber que el cargo de legislador es irrenunciable. Lo es a pesar de que con frecuencia se observa que se presentan y se aceptan renuncias.

El presidente de la República, los miembros de la Cámara de Senadores y las cúpulas de los partidos deberían saber que el cargo de legislador es irrenunciable.

Son renunciables los cargos de presidente de la República y de ministro de la Suprema Corte de Justicia...

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