Lo que queda de Chile: la Patagonia, el nuevo espacio sacrificable

AutorJuan Carlos Rodríguez Torrent - Nicolás Gissi Barbieri - Patricio Medina Hernández
CargoDr. en Antropología, Profesor Investigador en la Universidad de Valparaíso, Chile - Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción - Antropólogo, Profesor de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Páginas335-356
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Andamios
Lo que queda de ChiLe:
La Patagonia, eL nuevo esPaCio saCrifiCabLe1
Juan Carlos Rodríguez Torrent*
Nicolás Gissi Barbieri**
Patricio Medina Hernández***
resumen. En este trabajo, parte de una investigación etnográfica
mayor sobre fenómenos espaciales y territoriales, se discuten
algunos procesos de cambio que tienen lugar en la Patagonia
chilena, que es uno de los pocos lugares del mundo donde hay
tierras disponibles y fuentes de recursos abundantes, deman-
dados por la economía global. Se le identifica como un lugar
no contaminado, con importante biodiversidad, ríos de flujo
libre y de gran potencial energético; remoto, poco asequible,
con habitantes aislados y distanciados, con servicios deficientes
producto del centralismo del Estado nacional. Se identifican dis-
tintos actores e imaginarios que están generando una rescritura
del territorio con fines diferenciados y contradictorios, como el
Estado, los capitales, las comunidades, grupos ambientalistas,
migrantes por cambio de estilo de vida y otros con intereses
ideológicos. Los factores reconocidos provocan la aceleración
del tiempo y modifican las condiciones de vida tradicional en lo
que se considera la última frontera del capitalismo.
PaLabras CLave. Patagonia, Chile, Estado, territorio, minería, bio-
diversidad, recursos, globalización.
1 El texto se inscribe dentro del Proyecto Fondecyt 1120795, “Etnografía de la colo-
nización y recolonización de Chiloé Continental. Actores, intercambios y conflictos”.
* Dr. en Antropología, Profesor Investigador en la Universidad de Valparaíso, Chile:
juancarlosrodriguezt@yahoo.com
** Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Concepción.
*** Antropólogo, Profesor de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso: pmedinahernandez@yahoo.es
Volumen 12, número 27, enero-abril, 2015, pp. 335-356
336 Andamios
Juan Carlos rodríguez TorrenT, niColás gissi BarBieri, PaTriCio Medina Hernández
introduCCión
Entre los análisis sociales contemporáneos más relevantes, como con-
secuencia del proceso de ampliación del capital, se ubican aquellos que
conectan actividades económicas y decisiones políticas con territorio.
Éstos alcanzan mayor notoriedad en las zonas aisladas, rurales, y entre
poblaciones con economías de subsistencia, como las dedicadas a la
re colección de recursos marinos y pesca artesanal, agropastoriles y las de
alta presencia indígena en América Latina. De manera particular, co -
no cemos el impacto de la penetración del capital en la Amazonia y sus
habitantes; también la relación es clara en aquellos territorios, como el
Desierto de Atacama, donde la riqueza es apropiada por la megamine-
ría, la cual demanda recursos hídricos provenientes de las cabeceras de
los valles en zonas de ocupación étnica ancestral; y, últimamente, en es-
pacios binacionales como la Patagonia, que ofrece grandes posibilidades
energéticas y mineras.
En todos estos casos, lo que se pone a la vista en la penetración del
espacio es el potencial energético, hídrico, minero, acuícola y/o made-
rero, así como el control de recursos naturales y personas mediante la
delimitación de áreas específicas y restricciones de acceso por parte de
corporaciones privadas. Con el contacto, la penetración, el control y los
nuevos usos del territorio se llega aceleradamente hasta lo que han sido
los lugares más marginales del capitalismo, pudiéndose observar una
relación de gradiente entre el espacio supranacional, el país y sus zonas
intermedias y locales. Esto nos permite visualizar las características de
una “geografía global de lugares estratégicos”, así como las de las “mi cro-
geografías y sus políticas” (Sassen, 2003).
Históricamente, por ejemplo, la lógica de control de los recursos
mineros se encuentra en las bases mismas del mundo moderno como
parte de su genealogía e incrustada en ella en un doble sentido: pri-
mero, en el papel que la minería ha desempeñado como extracción,
transformación y uso de ciertos minerales, siendo la propia imagen de
la moderni dad como desarrollo, ya que es impensable la vida moderna
sin “un uso creciente e intensivo de los metales” (Machado, 2011: 140);
y, segundo, en cuanto a que el sistema de poder ha usado sustancial-
mente este relato como modo ejemplificador del mundo moderno y

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