Nos-otros, la prisión. Humillación/Dignidad humana

AutorAlejandro E. Vázquez Martínez
CargoDr. en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Investigador independiente en antropología y criminología
Páginas61-78
61
Nos-otros, la pr isión. Humillación/Dign idad humana pp. 61-78
Sumario: Int roducción / I. El fantasma de la reinserción social / II. En fermedad de
la prisión: El poder de cast igar / III. Palabra y poder / IV. Conclusiones /
Fuentes de consult a
* Dr. en Antropología Social po r la Escuela Nacional de Antro pología e Historia del Inst ituto Nacional de
Antropología e H istoria. Investigado r independiente en ant ropología y criminolog ía.
Nos-otros, la prisión.
Humillación/Dignidad
humana
Alejandro Erne sto
Vázquez Martínez*
El objetivo del artículo con siste en el
análisis de las té cnicas de humillación
presentes en el modelo de rei nserción
social. Se contrast a la dignidad humana
como constr ucción discursiva con
las prácticas qu e violentan en grados
diversos a los jóvenes que se halla n en
prisión. Asimismo el aut or examina cómo
se vincula la palab ra y el poder en la
denición de los actos qu e degradan la
dignidad de la s personas.
The aim of the arti cle is the analysis
of the techniques of h umiliation in
the model of social rein tegration.
It contrasts the hu man dignity
as discursive con struction with
the practices tha t violate varying
degrees to young p eople who are in
prison. The a uthor also examines
how it links the word an d power in
the denition of ac ts that degrade
the dignity of per sons.
62 alegatos, núm. 92, México, enero/abril de 2016
Sección Doctrina
Introducción
Se sabe desde hace décadas que ningún modelo de reintegración/rehabilitación/
reinserción puesto en práctica procede acorde a las funciones que el mismo decla-
ra, ni consigue sus propios nes. Sin embargo, los recintos carcelarios del sistema
penitenciario continúan sus labores c on desenfa do. No existe evidencia cientí-
ca —empírica y/o teórica— que conmueva las estructuras y procedimientos del
actual sistema, aun cuando ya se ha tomado conciencia del nal de la utopía re-
socializante o reeducadora, la ideología legitimadora de la pena que tiene como
propósito resocializar permanece como fantasma, y a través de esta permanencia
la idea de corrección y las consecuentes sobre-inter venciones también encuentran
justicados sus procedimientos, pero ahora desde un modelo político y económico
donde las inversiones sociales se restringen y aumentan los gastos para los órga-
nos de las fuerzas policiales.
Así, la actual política penitenciaria que tod avía se vincula a la práctica segregati-
va puede comprenderse a través de la gura del palimpsesto toda vez que se trata de
un escrito que es borrado y vuelto a escribir,1 donde los cambios y las permanencias
sólo son distinguibles en el ámbito de las construcciones analíticas. Por ello, en la
medida privativa de la libertad sustentada en tratamientos especializados —de ín-
dole correctiva— con el  n de “reintegra r” al individuo a la sociedad, todavía per-
manece la idea de un welfare state abandonado hace décadas. Más aún, el sistema
penitenciario se declara a través de las leyes que le corresponden como proc urador
del respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, sin detener-
se en la divergencia de las concepciones que cada modelo representa: por un lado, el
modelo correccional estructu rado a través de un continuum disciplinar que fu nciona
con diferentes grados de coerción y concibe al individuo desde su nat uraleza pato-
lógica, y por otro lado, el modelo que concibe la dignidad de la persona en la misma
naturaleza humana.
De manera signicativa la nar rativa sobre la dig nidad hum ana per mite aproxi-
marse a la coerción practicada desde la estructura disciplinar en términos del casti-
go como humillación, y a su vez, las técnicas de humilla ción proporcionan una línea
de interpretación sobre la lógica del proceso de otricación centrado en la gura del
otro, en tanto inferior e inadmisible para la comunidad representada mediante la
construcción social del nos-otros. En el proceso de humillación que produce incer-
tidumbre e impotencia se niega el derecho de interlocución de los otros, y en con-
secuencia, la palabra y el testimonio se invalidan. Abrogada la condición humana
sustentada en el poder de interlocución, el otro ya no es (concebido) humano: no se
le habla, se le trata como “ perro”, “gusa no” o “puerco”; sin emba rgo, no se les trata
como animales, sino como basura.
1 Georges Balandier, El pod er en escenas. De la repre sentación del poder al po der de la representació n,
España, Ed itorial Paidós, 1994, p. 158.

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