Las políticas del Estado, cambio social y migración laboral

AutorJoaquín Peña Piña
CargoEl Colegio de la Frontera Sur, México.
Páginas25-42

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El cambio es eterno, nada cambia jamás.

WALLERSTEIN1

Introducción

Los dos tópicos enunciados por Wallerstein son ciertos, sobre todo si representan fenómenos de mayor durabilidad respecto al tiempo y lugar históricos. Una situación particular de estos procesos viene sucediendo en la región del Soconusco, en Chiapas, durante los últimos 150 años. Dentro de estas latitudes del sureste mexicano se ha venido conformando un proceso de cambio social donde confluyen dos escenarios diferentes del desarrollo regional, pero al mismo tiempo complementarios: uno con poder y acumulación económica, y otro de exclusión y marginación. El primero está representado por los finqueros y la clase política local que siempre recibió el apoyo e impulso de las políticas del Estado, y el segundo se halla conformado por la población indígena local, a la cual se le ha mantenido marginada y sin posibilidad de obtener los beneficios del desarrollo regional que ellos mismos contribuyeron a forjar.

Dentro de este proceso de cambio, la migración laboral a las fincas cafetaleras se ha mantenido como un vínculo permanente en la reproducción social de los indígenas y finqueros del Soconusco. De hecho, este tipo de migración Page 26 es un elemento transhistórico que ha pervivido en condiciones casi idénticas a las del siglo XIX. A más de un siglo de la introducción del café en el Soconusco y del capitalismo en la región, las transformaciones socioeconómicas sólo pueden entenderse mediante el análisis de las políticas del Estado y de la migración laboral indígena a las fincas cafetaleras como factores de acumulación, pobreza y poder entre los actores sociales.

En los últimos años las comunidades indígenas se han visto inmersas en un proceso de modernización con la afluencia de numerosas acciones de obra pública, la diversificación de las actividades agrícolas y de sus destinos migratorios. Si bien la migración a las fincas continúa, cada día son más comunes los destinos a los campos de cultivo de Sonora, las huertas de naranja de Florida o alguna fábrica o comercio de Maine, adonde se dirigen en una especie de migración transfronteriza desde los límites de Guatemala a los estados de la costa este de Estados Unidos.

El objetivo de este artículo es analizar cómo se ha venido presentando el proceso de cambio social en el Soconusco con la participación de las políticas del Estado y la migración laboral desde la introducción del café a la región. Posteriormente se examinará la situación de Pavencul, una de las comunidades indígenas más numerosas y representativas de la sierra y, finalmente, se estudiarán las repercusiones de la política de desarrollo social en la situación de las mujeres y en su participación en la migración laboral.

Sobre el cambio social en el soconusco

El Soconusco es una región del estado de Chiapas que fue habitada por indígenas mames, mochós, kakchiqueles y jacaltecos2 por lo menos desde el año 800 a. C., pero apenas durante los últimos 150 años se ha desarrollado su economía sobre la base de la comercialización del café. Anteriormente el cacao marcó una época de gran predominio en la Mesoamérica prehispánica, cuando las semillas formaban parte de los tributos y eran utilizadas como una especie de "moneda" en las transacciones comerciales.

Pero fue a partir de la introducción del café al Soconusco, a mediados del siglo XIX,3 cuando el sistema capitalista se hizo presente. Su dinámica comercial ocasionó una transformación social del Soconusco, en la que participaron grupos sociales conformados por inversionistas extranjeros (alemanes principalmente), el sector político-administrativo mestizo y los grupos indígenas de la región. Page 27

En esa época había la necesidad de establecer un marco jurídico-legal para promover las inversiones en el Soconusco, ya que en el plano nacional el gobierno instrumentaba una serie de políticas y programas de corte liberal que fueron conformando el modelo primario de exportación (1860-1930).4 En Chiapas, ese propósito no pasó inadvertido a Manuel Carrascosa, gobernador del estado, quien en 1889 invocaba a "la inmigración de extranjeros con espíritu empresarial para sacar del atraso a la entidad".5 Entre las políticas promovidas destaca el Tratado de Límites entre México y Guatemala (1882-1894), para conferirles mayor seguridad jurídica a los inversionistas. Mientras que dicho acuerdo fue recibido con beneplácito por la oligarquía local, para los mames significó la división de su propio grupo étnico en dos nacionalidades diferentes, mexicanos y guatemaltecos, no obstante su origen común.

Los indígenas de la región aportaban gran parte de la fuerza de trabajo necesaria para las labores de las fincas cafetaleras, pero ésta ya era muy escasa desde la época colonial. Además, el gobierno apoyaba a los finqueros y facilitaba dicho aprovisionamiento a través del castigo o el encarcelamiento, aunque los finqueros también tenían sus propios métodos, tal es el caso del sistema de "enganchamiento" mediante el endeudamiento, la venta de "trago", la entrega adelantada de maíz o dinero, y no pocas veces por métodos violentos. Otra forma era mantener a la población indígena "acasillada" dentro de las fincas, donde vivían permanentemente con sus familias a las órdenes del patrón.

De este modo, la producción agrícola regional operaba de acuerdo con dos dinámicas y objetivos diferentes: el autoconsumo y la comercialización. El primero forma parte del sistema minifundista campesino-indígena basado en el maíz y poseedor de los más altos índices de marginación y de los más bajos índices de desarrollo.6 El segundo es el sistema agrícola-comercial basado en el café, generador de riqueza aun con la crisis en sus precios actuales, asentado en numerosas fincas y que ahora dirige sus esfuerzos a la producción orgánica de café. Algunos productores se han dedicado a otros cultivos comerciales, como mango, plátano, caña, algodón, e incluso a la ganadería. En ambos sistemas confluyen diferentes patrones y prácticas culturales específicas, la participación de la comunidad, los grupos domésticos, las instituciones sociales y las políticas del Estado.

El proceso revolucionario se caracterizó por un extenso reparto agrario y un decidido apoyo a la industrialización por la vía de los ingresos generados ante el auge de la producción agropecuaria en el ámbito nacional, reactivando el merca- Page 28 do interno de trabajo y favoreciendo la migración a las ciudades. Estos procesos, que caracterizan al modelo de industrialización (1930-1982), en Chiapas se aplicaron mediante un reparto agrario desigual y en el Soconusco crearon numerosos ejidos en la sierra, en tierras marginales pero muy cercanas a las fincas cafetaleras, lo que les permitió disponer de la fuerza de trabajo necesaria con relaciones sociales similares a las de la Revolución. En ese proceso los indígenas se vieron afectados en su identidad étnica ante el naciente nacionalismo revolucionario, que los forzó a "mexicanizarse" y llegó a prohibirles el uso de su lengua y vestido como una forma muy peculiar de incorporarlos al desarrollo nacional.7 En los siguientes años la situación se mantuvo inalterable, ya que la migración temporal a las fincas continuó siendo una de las principales estrategias de sobrevivencia en la sierra.

Mientras tanto, en el resto del país se realizaban grandes obras y programas rurales que favorecían y financiaban numerosas fuentes de empleo en las ciudades.8 Fue un periodo de auge que posteriormente vino en crisis ante el creciente burocratismo y la corrupción de las instancias gubernamentales, ocasionando el desaliento de los productores y el fracaso de toda estrategia de desarrollo que ponía en evidencia la falta de visión para reactivar el sector agropecuario.9

El surgimiento de la Revolución Verde contribuyó a incrementar los rendimientos agrícolas y rápidamente la producción de café sólo se promovía si hacía un alto uso de insumos externos.10 Esto vino a ocasionar posteriormente la degradación de tierras, la contaminación de aguas y una merma en la salud de los trabajadores agrícolas.11 De este modo, los grandes planes de desarrollo, la mi- Page 29 gración a las ciudades y el uso de la tecnología fueron elementos destacados en el proceso de cambio social que venía sufriendo el país frente al estancamiento en las condiciones sociales y económicas que seguían prevaleciendo en las comunidades indígenas de la sierra.

Con la crisis del desarrollo nacional en la década de los ochenta, las políticas se dirigieron a promover las ventajas del libre mercado y a eliminar la práctica del proteccionismo económico para facilitar la inversión extranjera. En este nuevo contexto de la economía internacional y el nuevo modelo neoliberal, el libre comercio vino a constituir una premisa fundamental que buscaba promover nuevos procesos de desregularización de la economía,12 la privatización de las empresas nacionales y la reestructuración de las fuerzas productivas,13 apoyadas por la concentración de altos niveles de capital y la internacionalización y articulación de los mercados.14

Durante los últimos cuatro sexenios (De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox) se han venido aplicando los principios económicos del modelo neoliberal de manera dogmática, promoviendo la reducción y virtual desaparición de la actividad reguladora del Estado, así como la conversión de empresas públicas en privadas, basándose en la lógica de una mayor "eficiencia" como requisito indispensable para incorporarse al desarrollo mundial, tal y como se planteaba un siglo atrás. Esta situación ha llevado al país a una acelerada y unilateral apertura comercial que no distingue las fortalezas y debilidades de la economía nacional, y pretende avanzar en una continua e...

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