La politica exterior argentina y la adopcion del paradigma neoliberal (1989-2001).

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Introducción

Desde mediados de la década de los años ochenta hasta el fin del siglo xx, el neoliberalismo se impuso como paradigma de la economía mundial y de las relaciones internacionales. Ello provocó que los países de la periferia latinoamericana, que habían ensayado--con mayor o menor dificultad segfin los casos--modelos económicos de sustitución de importaciones, con una participación importante del Estado en busca de mayores márgenes de autonomía para su desarrollo en el ámbito internacional, abandonaran ese objetivo y se plegaran a políticas exteriores que profundizaron su dependencia, como sucedió con Argentina.

En este aspecto, las dirigencias políticas han desempeñado un rol fundamental, ya que han sido un vehículo facilitador de la adopción de las nuevas políticas exteriores económicas y exteriores del período. Este artículo analiza la adopción del paradigma neoliberal de las relaciones internacionales por parte de la intelectualidad y la dirigencia política de Argentina, provenientes de los dos partidos que ocuparon el gobierno de aquel país durante los años ochenta y noventa: la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ). El objetivo es explicar por qué este tipo de políticas fueron impulsadas por dos instituciones de origen popular, provocando una importante crisis en las identidades partidarias tradicionales. Por último, ante el abandono de la práctica y del paradigma de la "autonomía", nos proponemos rescatar la necesidad de recuperarlo como aporte fundamental para las relaciones internacionales de los países periféricos.

La historia reciente: el entramado de política económica, sistema político, política exterior e inserción internacional

El antecedente de las políticas neoliberales aplicadas durante la década de los años noventa en Argentina fue la instalación de un nuevo modelo de acumulación a partir de la dictadura militar, que gobernó el país entre 1976 y 1983. Si bien las políticas de liberalización, apertura, desregulación y privatización de los activos públicos en forma extrema --en consonancia con lo estipulado por el Consenso de Washington y con las políticas "recetadas" por el Fondo Monetario Internacional (FMI)--fueron aplicadas a partir de julio de 1989, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem (militante del PJ), ese modelo neoconservador implicó una profundización de tendencias económicas previas.

Durante el gobierno de facto, el modelo de industrialización sustitutiva fue desmantelado a través de políticas que promovieron tres acciones en la economía: desindustrialización, financiarización y reprimarización. La democracia inaugurada en 1983 heredó una industria abatida, un poder económico concentrado y monopólico y una deuda externa ilegítima y fraudulenta. El primer periodo presidencial fue ejercido por Raúl Alfonsín, candidato de la UCR, quien se mantuvo en el poder hasta julio de 1989, entregando el poder con cinco meses de anticipación en un contexto de hiperinflación.

A pesar de los intentos de aplicación de políticas heterodoxas, de organización de un club de deudores para negociar el pago de la deuda con el FMI y de las amplias expectativas y el apoyo populares, hacia 1985 el gobierno de UCR inició un viraje hacia políñcas de ajuste cada vez más ortodoxas. (1) De allí en adelante, la política económica siguió los dictados de las potencias hegemónicas del sistema; así, Argentina se convirtió, en la década de los años noventa, en uno de los "mejores alumnos" del FMI, hasta el estallido en 2001 de la crisis más grande de su historia.

Podríamos decir qué desde 1985 y hasta la crisis de fin de siglo, los dos partidos que ocuparon el poder: la UCR (1983-1989) y el PJ (1989-1999), así como la Alianza, coalición formada por la UCR y el Frente País Solidario (FREPASO, 1999-2001), (2) fueron partícipes de la consolidación de una inserción internacional cada vez más dependiente.

Entendemos por patrón de inserción internacional cierta regularidad en la relación que adopta el Estado-nación respecto al resto de los países del sistema. Es considerado una variable explicativa dependiente de los cambios ocurridos en factores internos y externos.

Dicha regularidad es resultado de la sumatoria de las políticas exteñores (área particular de la acción política gubernamental que abarca dimensiones analíticamente separables: económica, político-diplomática y estratégico-militar) y de las relaciones internacionales en sentido amplio.

Creemos que hacia la década de los años noventa en Argentina se estableció un nuevo patrón de inserción internacional (consolidando las tendencias que habían inicidado durante la última dictadura militar), complementando la adopción de un nuevo modelo de acumulación en el plano económico y una nueva hegemonía en el plano político, que fue posible gracias a la dirigencia de los dos partidos mayoritarios del sistema. Ese modelo de inserción profundizó la vulnerabilidad económica (dependencia respecto a los flujos de capital financiero extranjero de corto plazo y reprimarización), contribuyó al aumento de la desocupación y la pobreza a través de la destrucción del mercado interno y de la capacidad productiva industrial, y redujo considerablemente el margen de maniobra en el área de las relaciones internacionales, entendiendo a la política exterior sólo como herramienta para garantizar el ingreso de los capitales extranjeros y, por tanto, al servicio de los centros de poder.

El periodo 1991-2000 tuvo un carácter hegemónico según Alberto Bonnet, en virtud de que un grupo social (en este caso un bloque dominante en el que prevalecían ciertos sectores) logró imponerse sobre otros, configurando una "unidad de los fines económicos y políücos" y una "unidad intelectual y moral a través de los mecanismos de coerción y de consenso". (3) Al respecto, cabe señalar que en la década de los años noventa, las clases dominantes llevaron a cabo profundas transformaciones de la estructura económica y social argentina en apego a las instituciones democráticas y con un alto nivel de legitimidad.

Consideramos que el periodo previo (1987-1991) constituyó una transición, ya que entre 1987 y 1989 la UCR fue el parüdo que colocó en la agenda la necesidad de las reformas económicas, pero no logró impulsarlas del todo debido a oposición del pj, que desde 1987 recuperó una importante representación parlamentaria; y entre 1989 y 1991, los primeros dos años del gobierno de Menem, se cumplimentaron los requisitos impuestos por los organismos multilaterales de crédito y se produjo el reacomodo de las fracciones de clase en el bloque dominante. (4) Como decíamos, lo paradójico es que los dos partidos referidos no pertenecen a la tradición liberal, sino que tienen su génesis histórica en los movimientos de masas, policlasistas, representativos -al momento de su surgimiento--de un cuestionamiento en diversos grados del orden establecido.

La historia de la UCR se remonta a los sucesos conocidos como la "Revolución del parque" de 1890, donde una coalición heterogénea que impugnaba la corrupción económica y la falta de apertura política de una república cerrada, represiva y surgida del fraude electoral, se levantó contra el gobierno conservador y corrupto de Miguel Juárez Celman, el representante de la oligarquía terrateniente ganadera asociada a los intereses británicos. Si bien el intento revolucionario fracasó, a partir de allí, y hegemonizada por su ala más democrática, la UCR representaría un planteamiento democrático de regeneración institucional que cuestionaba el orden conservador y que articulaba sectores heterogéneos que incluyeron desde terratenientes marginales hasta peones rurales, pero cuya base de apoyo fueron fundamentalmente las capas medias rurales y urbanos.

Una vez en el poder en 1916, a través de la nueva ley de sufragio universal masculino, secreto y obligatorio, con el presidente Hipólito Yrigoyen, si bien el partido no cuestionó la estructura agroexportadora, sí impugnó la subordinación nacional y la tutela informal de los intereses monopolistas extranjeros sobre el Estado y la orientación de la política exterior fue de inspiración krausista (en alusión al filósofo Krause). La corriente política de Yrigoyen fue representativa de sectores de la burguesía agraria y pequeños terratenientes, que junto con las bases de apoyo provenientes de los sectores medios y populares conformaban una coalición social donde se abrían paso las posiciones nacionalistas, estatizantes--reflejadas, por ejemplo, en la propuesta de nacionalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales--y antiestadounidenses.

En el caso del partido peronista-justicialista, sus orígenes se remontan a la primera presidencia de Domingo Perón, cuando el Partido Labofista, artífice de la campaña presidencial que lo llevaría al gobierno en 1946, se transformó en Partido Peronista. También resultado de un movimiento de masas, el peronismo representó, por un lado, la impugnación de un modelo económico basado en la agroexportación y la asociación subordinada con los capitales extranjeros; esa impugnación reflejaba el creciente ascenso de la industria tocal orientada al mercado interno. Por otra parte, significó el fin de la exclusión de la política de las masas asalariadas protagonistas de los nuevos procesos económicos, inducidos por la crisis económica mundial de 1930, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la declinación global y local del poderío británico. La Tercera Posición en política exterior, correlato del modelo de desarrollo doméstico, consistió en la búsqueda de márgenes de autonomía en el sistema internacional, sin permitir la injerencia de ninguna de las dos potencias de la Guerra Fría en asuntos internos.

Tanto Yrigoyen como Perón fueron desplazados del poder por golpes de Estado cívico-militares (en 1930 y 1955, respectivamente), representativos de los intereses de las clases dominantes tradicionales.

El periodo que va de 1955 a 1976 estuvo caracterizado por la inestabilidad...

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