Las oscilaciones y contradicciones en las relaciones Mexico-Cuba.

AutorS

Resumen

Tras la caída de Fulgencio Batista, México y Cuba registraron un acercamiento notable debido a la supuesta analogía entre los procesos revolucionarios que ambos experimentaron, siendo nuestro país el primero con el que establecería relaciones el gobierno revolucionario de Fidel Castro. Desde entonces daría inicio una etapa caracterizada por el apoyo constante a la isla por parte de diversas administraciones mexicanas y por la exigencia del respecto al principio de no intervención, a pesar de la determinante vecindad con Estados Unidos. En este sentido, el autor presenta un resumen cronológico y analítico del desarrollo de las relaciones bilaterales entre ambos Estados. Destaca el argumento de que, durante décadas, la relación con el gobierno de Fidel Castro le dio a la política exterior mexicana un espacio de legitimación interna y una imagen de independencia frente a Estados Unidos. Además, el artículo examina el giro que han dado las relaciones entre ambas naciones, principalmente a partir del gobierno de Vicente Fox. Así, el alejamiento de una visión casi tradicional de las relaciones entre ambos países responde a una política de promoción y fortalecimiento de temas como la democracia y la aplicación de los derechos humanos, eje de los discursos que la actual administración ha mantenido tanto en fotos internacionales como al interior del país. Lo anterior ha derivado en enfrentamientos directos que han enfriado las relaciones entre ambas naciones, que se mantienen sin un futuro claro.

Abstract

After the falling of Fulgencio Batista, Mexico and Cuba registered a significant mutual approach due to the relative similarity between the revolutionary processes that both countries experimented. Mexico became the very first country which established political relations with Fidel Castro's revolutionary government. Since that moment began a new stage characterised by a constant support, from many Mexican governments, towards Cuba and by the demand of respect to the non-interventionism principle, in spite of the vicinity of the United States. For this reason, the author presents a chronological and analytical summary of the bilateral relation's course between Mexico and Cuba. During many decades, the relation with Fidel Castro's government served to legitimise Mexico's foreign policy and to maintain an image of independence towards the United States. Furthermore, the article analyses the turn given to the relation between both nations, principally starting from Vicente Fox's government. In this way, the change of the traditional vision of the México-Cuba relation responds to a democracy and human rights promotion, strengthening-policy, which are the main points of the current administration, and they are hold in the national and international forums. This situation has produced many political confrontations between both countries, that remind an uncertain future in the Mexico-Cuba relations.

Un recuento histórico de las relaciones bilaterales

Recientemente, luego del diferendo entre los gobiernos de México y Venezuela, hemos recordado los acontecimientos que hace unos años colocaran las relaciones entre México y Cuba en su peor nivel en los últimos 47 años. Al respecto, el objetivo de este trabajo es brindar un resumen cronológico y analítico del desarrollo de las relaciones bilaterales entre ambos Estados.

La identificación, admiración y simpatías suscitadas en la sociedad mexicana durante la etapa de enfrentamiento a la dictadura de Fulgencio Batista en Cuba, se ampliaron luego del triunfo de la Revolución. Al compás de los pronunciamientos de reformas y transformaciones, el número de los partidarios y simpatizantes del proceso cubano se acrecentó de manera acelerada. Como bien había pronosticado el entonces embajador mexicano en La Habana, Gilberto Bosques, un nuevo proceso histórico sin precedente estaba incidiendo de manera importante en la historia de Cuba, pero ese audaz cambio estaría destinado también a tener una enorme incidencia y repercusión en la historia de América Latina. (1)

En uno de los primeros estudios sobre la política de México hacia la Revolución Cubana, Oiga Pellicer afirmaba que ésta no constituyó "problema grave para la diplomacia mexicana". (2) La automática aplicación de la Doctrina Estrada (3) tuvo por efecto que México fuese el primer país del continente en establecer relaciones diplomáticas con el gobierno revolucionario cubano. El 5 de enero de 1959, un comunicado de la Secretaría de Relaciones Exteriores anunciaba que las relaciones diplomáticas bilaterales seguían su curso normal. Las declaraciones oficiales del régimen mexicano se sintetizaban simbólicamente en las expresiones vertidas por el presidente López Mateos en esa primera etapa, calificada de cordial. La analogía con las experiencias de la Revolución Mexicana lo condujeron a exhortar a que hubiera comprensión hacia Cuba, en particular respecto a la política de reforma agraria llevada a cabo por el régimen cubano: "no puede mirar sino con buenos ojos que un país con problemas semejantes, los resuelva de acuerdo con los propios intereses de su pueblo". (4) Sin embargo, los discursos de presunto apoyo al régimen cubano no daban ninguna prueba material significativa al liderazgo revolucionario cubano. El presidente López Mateos estaba dispuesto a mantener su apoyo político a Cuba, pero sin comprometer de ninguna manera los intereses nacionales de México.

El gobierno de Estados Unidos planeaba una invasión a Cuba desde 1960 para poner fin al gobierno de Fidel Castro, y la oposición de México a estas posturas quedó muy clara desde el inicio. El gobierno mexicano reafirmó, en todo momento, el principio de no intervención. El embajador de México en la Organización de Naciones Unidas (ONU) presentó un proyecto de resolución en el cual llamaba a todos los Estados a evitar que desde sus territorios se fomentara la guerra civil contra Cuba y proponía cooperar en la búsqueda de una solución pacífica. Los representantes de varios países latinoamericanos --Argentina, Colombia, Chile, Honduras, Panamá, Uruguay, Venezuela-- incluyeron una moción para que el caso pasara a la OEA, lo que en opinión del canciller mexicano (Manuel Tello Baraud) constituyó un sabotaje al proyecto de resolución mexicano. (5)

México se negó a romper relaciones diplomáticas con Cuba, oponiéndose a lo acordado en la IX Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de los países de la OEA en 1964. En esta reunión se adoptó una resolución que establecía que los Estados miembros debían suspender sus vínculos diplomáticos con el gobierno cubano. Existen dos cuestiones importantes en este sentido: el mantenimiento de relaciones diplomáticas con Cuba por parte de México, cuando el resto de los países miembros de la OEA habían decidido aislar al gobierno de Fidel Castro, y la no intervención entre los dos países.

Durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), el gobierno de Cuba llegó a protestar a causa de actividades consentidas por el régimen mexicano que lastimaban los intereses de la isla. Entre las denuncias destacaba la situación humillante por la cual debían pasar todos los viajeros que iban o volvían de la isla. El registro y la confiscación de libros, así como los estrictos controles --que incluso llegaban a violar la intimidad de los viajeros--, eran situaciones muy molestas y comunes en estos años. Los acontecimientos de octubre de 1968 también afectaron ligeramente las relaciones cubano-mexicanas. La prensa de la isla dio a conocer los sucesos con un lenguaje crítico hacia la postura del gobierno mexicano, a la vez que informó acerca del malestar expresado por los intelectuales latinoamericanos del Comité de Colaboración de la Casa de las Américas de La Habana.

Durante los gobiernos de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo se constataron importantes coincidencias y aproximaciones entre ambas naciones. En estos sexenios fue evidente la importancia concedida por la Cancillería mexicana a los países del Caribe, en especial a Cuba, desde que el presidente Echeverría trazó las líneas de su proyecto tercermundista. Se llevaron a cabo iniciativas plasmadas en intercambios, convenios y gestos de amistad como no se habían efectuado anteriormente. México intentó, por todos los medios posibles, reinsertar a Cuba en el contexto latinoamericano. Este esfuerzo tuvo una incidencia positiva cuando la OEA acordó revocar el impedimento al restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba.

El gobierno de López Portillo también fue prolífico en manifestaciones de amistad y cooperación bilaterales. Sus reiteradas declaraciones de solidaridad con Cuba llegaron al extremo de advertir que México sentiría como propio lo que pasara con la isla. De tal forma, se llegó al nivel más alto en las relaciones entre Cuba y México en toda su historia. El poder que la abundancia de petróleo daba al presidente López Portillo se reflejó en un apoyo activo a los movimientos revolucionarios de Centroamérica y en el mantenimiento de relaciones cordiales con Cuba, incluso a pesar de que las presiones del presidente Ronald Reagan hacia México aumentaban, aduciendo el apoyo del gobierno de Fidel Castro a la guerrilla salvadoreña. Al igual que Echeverría, el presidente López Portillo visitó La Habana durante su mandato. El presidente cubano se entrevistó con su homólogo en territorio mexicano en dos ocasiones: 1979 y 1981, en Cozumel. Estas visitas fueron las primeras desde el año 1959, aunque sería hasta el año 1988 que Fidel Castro visitaría la Ciudad de México.

Durante el sexenio del presidente López Portillo, el nivel de la relación bilateral se estrechó a través de la cooperación energética entre México y Cuba en el marco de diferencias importantes entre México y Estados Unidos, cuando al mismo tiempo el primero de ellos buscaba mayores márgenes de acción internacional, a través de la diversificación de sus vínculos económicos y un mayor...

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