Globalización y alimentos: Tendencias y contratendencias

AutorMagda Fritscher Mundt
Páginas61-82

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Introducción

Este trabajo busca reflexionar en torno a las formas en que la globalización actúa sobre la agricultura y su entorno agroindustrial. ¿Trátase de una dinámica cercana a la que se observa en el sector industrial y de servicios? ¿Logra la acción global desvanecer el carácter específico del alimento, en tanto producto que obedece en primera instancia a parámetros biológicos y naturales? ¿Tiene capacidad la in-Page 62dustria procesadora para borrar las fronteras de lo natural y convertir el alimento en un producto homogéneo e inespecífico, propio del mundo industrial? ¿Se trata de un bien “global” o, por el contrario, mantiene el sello de sus orígenes? ¿En qué medida, constreñida por el origen natural de sus insumos agrícolas, logra la industria afrontar los parámetros de movilidad, flexibilidad y descentralización propios del modelo y hechos suyos por otras ramas? Y, finalmente: ¿Cómo se comportan los consumidores frente a la nueva oferta alimentaria de la era global? ¿Qué significan y cuáles son las perspectivas de los movimientos sociales encauzados hacia la presente cruzada ambientalista, fuertemente contestataria de la acción transnacional en el campo de los alimentos?

La globalización: tendencias principales

La globalización ha sido definida como un sistema económico novedoso que se caracteriza en primera instancia por la libre circulación de los capitales. El concepto no se refiere así a los distintos procesos de internacionalización económica ocurridos anteriormente, como los que atañen al comercio internacional de bienes y servicios o a la circulación restringida del capital. Es sólo a partir del momento en que los factores de producción se vuelven móviles y transferibles cuando nos encontramos frente al fenómeno global.1 Gracias a numerosos procesos de cambio en el universo de las finanzas internacionales, hoy se dispone de un escenario de total fluidez, en donde los capitales se mueven sin cesar de una plaza a otra en búsqueda de la mejor tasa. Por otra parte, la revolución en los servicios de las comunicaciones y la informática ha sido parte sustantiva de este proceso, a la vez que ha abierto el camino a las nuevas estrategias empresariales en términos de reorganización productiva. Así es como la esfera productiva, en particular la que se refiere a la industria y los servicios, alentada por los cambios apenas mencionados, ha cambiado notablemente su dinámica.

A diferencia del pasado, cuando el fenómeno de la transnacionalización reproducía en distintas esferas nacionales procesos productivos similares a los que realizaba la empresa matriz, ahora, por el contrario, éstos se descentralizan y adquieren formasPage 63supranacionales. Ello significa que se extienden horizontalmente y se realizan en diferentes plazas, mismas que se eligen teniendo en cuenta el objetivo de reducir costos, crear economías de escala y acercarse a los mercados. Desde esta perspectiva, los costos de los factores productivos y de transacción, la disponibilidad de recursos naturales y de insumos, el acceso a los mercados e infraestructuras de calidad, los regímenes fiscales, las políticas comerciales y, en general, un “entorno institucional amigable” a la presencia transnacional favorecen la instalación de las empresas en un lugar determinado.2 Los países que han aplicado en forma exitosa las reformas neoliberales son, así, los candidatos más adecuados para la implantación del nuevo modelo. Varias regiones del mundo en desarrollo (en especial los países asiáticos) han sido elegidas por las nuevas empresas por cumplir con los requisitos señalados, entre los cuales destaca el factor del bajo costo de la mano de obra.

En el pasado, la internacionalización productiva se procesaba básicamente por la expansión comercial o por la implantación de plantas subsidiarias en determinados países, mismas que, según Porter, constituían “una suma de industrias domésticas sin vinculación entre sí”.3 Se trataba por lo tanto de empresas “multidomésticas”, que repetían en el ámbito externo la dinámica de las plantas matrices. Por otra parte, también buscaban en lo fundamental su inserción en los mercados de los países en donde se instalaban. Con la globalización, sin embargo, esta condición cambia, en la medida en que la producción se realiza a escala mundial con base en redes productivas descentralizadas formadas por una o más corporaciones en alianzas estratégicas. Este nuevo movimiento requiere la más amplia apertura comercial, dado que supone un intenso intercambio de productos, insumos, equipo, tecnología y servicios entre las distintas ramas de una misma empresa o entre empresas diferentes que participan en las redes empresariales. Puesto que éstas se encuentran localizadas en distintos países o regiones, la libertad de intercambios es uno de sus requisitos fundamentales. Se estima que hoy día una parte sustantiva del comercio internacional, alrededor de 25% de las transacciones, se debe al intercambio de productos y servicios entre las mismas empresas.4

En forma análoga al factor de movilidad, la flexibilidad aparece como otro com-Page 64ponente importante del nuevo modelo. Se trata de organizar la producción para que pueda responder adecuada y oportunamente a situaciones que afecten la rentabilidad motivadas por cambios en los mercados o en los lugares en donde se realiza la producción. Así, las empresas deben estar preparadas para sustituir con rapidez sus productos en caso de que el mercado así lo requiera. Para ello es importante que su equipo sea compatible con estas necesidades y también que las empresas no carguen con el peso de inventarios voluminosos, pudiendo efectuar cambios con el menor costo posible. Desde esta perspectiva, también se privilegian los circuitos productivos cortos y la cercanía con los distribuidores.5 Así también, deben estar preparadas para cambios más bruscos, como su salida de un país cuando su estancia implique pérdidas o riesgos. Por ello las empresas tienden a instalarse en países en donde la legislación no comprende contratos de trabajo demasiado rígidos, que obstaculicen su libertad de movimiento. De este modo, movilidad y flexibilidad son componentes centrales de la nueva estrategia global.

Esta reorganización económica del mundo trae consigo la necesidad de crear una normatividad diferente, en la que las acciones obedezcan a motivaciones de orden global, dejando atrás los parámetros nacionales que anteriormente regulaban la acción económica. Con esto, las empresas pierden el incentivo del mercado local y buscan colocarse de manera competitiva en plazas indistintas. Si bien su desconcentración responde en gran medida a la búsqueda de ampliación del mercado, conquistando los espacios de las localidades o países en donde se instalan, también es cierto que en gran parte de los casos la localización no coincide con el lugar en donde se vende el producto. En muchos casos, los países se convierten en simples plataformas productivas de las nuevas “fábricas globales”.

Todo ello ocasiona un conflictivo proceso de reorganización en los cimientos estructurales, sociales y culturales de los distintos países, transformando hábitos de gran arraigo entre la población. Los cambios trastocan por completo las motivaciones anteriores para producir, a la vez que afectan dramáticamente los mercados de trabajo. Por último, pactos sociales logrados con mucho esfuerzo, así como intereses políticos fincados en las estructuras anteriores, se ven anulados en forma intempestiva, provocando una especie de anomia entre la población de los países afectados.

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“Especificidades nacionales” y contratendencias en la agricultura y la alimentación

Los rasgos del fenómeno de la globalización apenas expuestos describen procesos relacionados sobre todo con la industria y los servicios;6 cabe preguntarse, por lo tanto, si son aplicables a la agricultura y a la industria alimentaria. Al respecto, algunos autores, como Laurencin y Henderson, reconocen que no todos los sectores económicos son plenamente compatibles con la nueva dinámica. Según Laurencin,7 hay varias ramas que son irreductibles a la globalización, en gran medida debido al hecho de que contienen una fuerte presencia de “especificidades nacionales”. Entre éstas, destaca el caso de los alimentos, en donde se observa una fuerte predisposición de la población al consumo de productos específicos y locales, vinculados con su cultura e identidad. También aquellas ramas vinculadas con la transformación de recursos no transferibles, como los naturales, o con actividades estratégicas que se realizan bajo contrato con el Estado, como las obras de infraestructura, el transporte, las telecomunicaciones y la industria de armamentos, entre otras, son un ejemplo importante de esta tendencia. En otros casos, sin embargo, las barreras a la globalización no provienen de la demanda, sino de políticas diseñadas para proteger a los productores nacionales de la competencia externa. Ejemplo de ello son las arraigadas barreras al comercio de alimentos presentes en los países industrializados.

Desde otra perspectiva, Henderson8 destaca que la globalización es sobre todo un fenómeno del intelecto humano, en la medida en que se basa en factores como la organización eficiente de las redes productivas, los procesos de innovación tecnológica y las estrategias adecuadas de distribución. La agricultura, en cambio, se fundamenta en primera instancia en fenómenos...

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