Multiculturalismo, derechos humanos y ciudadanía cosmopolíta.

AutorRafael Enrique Aguilera Portales
CargoDoctor en Filosofía por la Universidad de Málaga
Páginas1-29

Doctor en Filosofía por la Universidad de Málaga (Departamento de Filosofía moral, política y jurídica) miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y docente de la Facultad de Derecho y Criminología, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (CONACYT), nivel 1, correo electrónico: sisifo2005@hotmail.com

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"El siglo XVII fue el siglo de las matemáticas, el XVIII el de las ciencias físicas, el XIX el de la biología. Nuestro siglo XX es el siglo del miedo. Se me dirá que el miedo no es una ciencia. Pero [...] si bien en sí mismo no puede considerarse una ciencia, no hay duda de que sin embargo es una técnica"

Albert Camus, Cartas a un amigo alemán.

Introducción

En este trabajo me propongo ocupar de una problemática difícil, ardua y compleja, a la que todavía no encontramos solución plena y convincente: la conciliación de conceptos de integración y diferenciación sociocultural y jurídica. Sobre todo como primera razón porque nos encontramos en un Estado multiétnico y multicultural como México, donde numerosas minorías diferenciales reclaman un reconocimiento no sólo cultural sino también jurídico-político. No obstante, conviene precisar que nos hallamos ante una problemática no sólo local, sino global que requiere de una solución urgente debido no sólo a la mayor movilización geográfica, económica y migratoria sino a las profundos cambios que se están avecinando y experimentando en la actualidad ante el anquilosado y viejo Estado-nación1 moderno que no sabe dar respuesta certera al problema de la globalización. Page 2

2. Delimitación conceptual en torno al multiculturalismo

El siglo XX es "la era de los nacionalismos", "la era de las migraciones", un tiempo en el que se produce la afirmación creciente de las "políticas de la diferencia". "Las sociedades modernas tienen que hacer frente cada vez más a grupos minoritarios que exigen el reconocimiento de la identidad y la acomodación de sus diferencias culturales, algo que a menudo se denomina el reto del "multiculturalismo"2.

La convivencia dentro de la sociedad (compuesta de heterogeneidad de individuos, diversos en creencias, costumbres valores) y la relaciones entre las distintas comunidades son fuente de desencuentros y a menudo conflictos. Incluso dentro de un mismo Estado-nación coexisten diversidad de culturas, con lo cual nos hallamos ante la realidad de la multiculturalidad no sólo a nivel global, sino también local o nacional. En la actualidad hay 184 Estados independientes en el mundo, se hablan más de 600 grupos de lenguas vivas y hay unas 5000 culturas societarias. Lo que esto significa es que, salvo casos excepcionales como Islandia y las dos Coreas (que son países culturalmente muy homogéneos), la inmensa mayoría de los Estados actuales son multiculturales y plurilingùes. En América Latina hay más de 40 millones de indígenas. En Bolivia, Guatemala, Perú y Ecuador más del 80% de la población es indígena, México es el país con mayor cantidad de indígenas; 12 millones. Actualmente existe una amplia corriente multicultural de defensa de los derechos diferenciales de las culturas minoritarias y el deseo de prevenir su absorción o fagocitación por parte de la cultura dominante y mayoritaria de un determinado Estado.

Dice Alain Tourine: "En primer lugar aprendimos a pensar nuestras historia en términos políticos, luego la interpretamos a la luz de la economía y las relaciones sociales de producción. Ahora tenemos que analizarla y construirla en términos culturales. Los que se oponen ya no son un rey y un pueblo o capitalistas y trabajadores, sino un información globalizada e identidades comunitarias definidas en términos más culturales que económicos o sociales."3

Hemos pasado de las ruinas de las sociedades tradicionales a las sociedades modernas y sus instituciones; pero a su vez, de las ruinas de la sociedades modernas están surgiendo dos procesos irreversibles: por una lado, el crecimiento de las redes globales de producción, consumo y comunicación y, por el otro, un retorno a comunidades cerradas, compactas y homogéneas. Page 3

Es cierto que vivimos juntos en el planeta y el planeta se nos empequeñece (aldea global electrónica)4; pero también lo es que en todas partes se fortalecen y multiplican los agrupamientos comunitarios, las asociaciones fundadas en una pertenencia común, las sectas, los cultos, los nacionalismos, fundamentalismos y que las sociedades vuelven a convertirse en comunidades homogéneas. Nos encontramos ante la realidad de que cuando estamos todos juntos, no tenemos casi nada en común, y cuando compartimos unas creencias y una historia, rechazamos a quienes son diferentes de nosotros. Este retorno a la comunidad, ya anunciado por Tönnies a fines del siglo XIX, trae consigo el llamado a la homogeneidad, la pureza, la unidad, y la comunicación es reemplazada por la guerra entre quienes ofrecen sacrificios a dioses diferentes.5

El dilema actual que se nos plantea ¿es como podremos vivir juntos si nuestro mundo está dividido en al menos dos continentes cada vez más alejados entre sí, el de las comunidades que se defienden contra la penetración de los individuos, las ideas, las costumbres provenientes del exterior, y aquel cuya globalización tiene como contrapartida un débil influjo sobre conductas personales y colectivas?

El final del siglo XX y del segundo milenio se está viendo marcado por choques entre culturas cuya dimensión es ya muy apreciable, en cada uno de los cinco continentes se están dando continuas migraciones intercontinentales y desplazamientos de población hacia las grandes ciudades. En nuestro continente, América latina cientos de miles de personas se han visto obligadas durante los últimos años a abandonar sus campos para establecerse en los suburbios de la megaurbes, pensemos en el fuerte y creciente flujo migratorio hacia nuestro país vecino, EEUU donde se calcula que viven cerca de 35 millones de latinoamericanos: los refugiados se cuentan por millones en la India, Pakistán, Bangladesh China Indochina, Corea, Camboya, Vietnam, Afganistán, Irak, Líbano; las gentes huyen despavoridas y sin futuro en la región africana de los Grandes Lagos y siguen sin encontrar su hogar en oriente medio, la antigua Yugoslavia, en algunas de las repúblicas de la antigua URSS o en Turquía. El numero de Page 4 inmigrantes procedentes de países empobrecidos de América del Sur, África, Asia, y Este de Europa crece sin cesar en toda la Europa occidental y EEUU. Basta recordar los conflictos de irlandeses, vascos, Kurdos, armenios, albano-kosovares, afganos, palestinos, et. La situación demuestra que el nacionalismo es una de las concepciones del mundo más duraderas de los tiempos modernos. El refugiado, el excluido y paria ocupan hoy en el mundo el lugar que ocupo el antiguo proletariado en el interior de los estados europeos industrializados.

Los desplazamientos masivos de población y el choque entre culturas se ha caracterizado casi siempre en la historia por la reaparición de la barbarie.

Pero siempre ha habido dos tipos de barbarie6: barbarie real (genocidio, el etnocidio, el terror indiscriminado contra el otro y la tortura institucionalmente tolerada.

La barbarie inventada por los amos de los imperios para calificar a los otros, a la otra cultura, a quienes tienen lenguas, hábitos y costumbres diferentes de las nuestras.

No todo encuentro de cultura implica necesariamente choque violento y ataque directo de un cultura a otra; pero casi todo encuentro de culturas ha sido básicamente un encontronazo7 y ha supuesto, en cualquier caso, un problema social, y también, jurídico. No podemos quitar importancia o poner sordina a las consecuencias socioculturales de los nuevos choques entre culturas. Esto podría llevarnos hacia una actitud ingenua y poco inteligente en nuestras sociedades del mestizaje y multiculturalismo después de siglos de migraciones y encuentros entre personas de culturas diferentes.

Normalmente, en las sociedades en las que rige el mestizaje y el multiculturalismo, se suele olvidar, por lo general, la trágica historia de los conflictos que casi siempre ha acompañado a la trasculturalización, a la integración de las culturas invadidas por las culturas agresoras y el asimilacionismo de las culturas de la inmigración por otras culturas.

Frecuentemente, ocurre que la mala conciencia característica de culturas históricamente invasoras (como lo son algunas culturas europeas) o el victimismo Page 5 característico de la cultura tradicionalmente agredidas condicionan muchísimo nuestras expectativas en el plano moral, político y consecuentemente también jurídico. El miedo al otro, la percepción de la otra cultura como un peligro para la continuidad de la propia, suele desembocar en la consideración de que las otras etnias son incultas, no tienen cultura. Los griegos designaban a los extranjeros como bárbaros, el otro era siempre bárbaro, igual se designaban a los no romanos en el Imperio o a los no-cristianos en la Europa medieval, o la reaparición generalizada del mismo uso del termino barbarie en la España del siglo XVI, cuando se produce el gran encontronazo con las culturas...

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