Modernidad: fin de la revolución

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas115-117
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
115
MODERNIDAD: FIN DE LA REVOLUCIÓN 1990
A la Revolución Mexicana nada le es más ajeno, más contradictorio e incompatible que la modernidad friedmaniana. La
Revolución nos enseñó a emocionarnos con las nacionalizaciones que despojaban a los explotadores y nos hablaban
de Patria. La modernización es fría y calculadora, habla de eficiencia y productividad. Moisés Lozano
El propósito de los hombres que hicieron la Revolución Mexicana era alcanzar la
justicia social. Hoy, a 80 años de tan trascendental hecho histórico, aún vivimos en un
país grandes desigualdades sociales y económicas. El propósito revolucionario no se
ha cumplido.
La Constitución de 1917 estableció el marco jurídico para cimentar una sociedad justa
e igualitaria durante las décadas siguientes, los gobiernos emanados de la Revolución
moldearon un Estado fuerte. Cuya intervención directa en la economía garantizara el
progreso económico y el desarrollo social. Un Estado que garantizara un justo
equilibrio entre las clases sociales. Un Estado basado en el principio revolucionario de
que “...ninguna de las clases sociales puede oprimir a las demás ni sobreponerse a la
nación”. Como lo postula el texto de la Declaración de Principios del PRI. Partido
heredero y defensor (al menos teóricamente) de los principios básicos de la Revolución
Mexicana. Un Estado (como lo dice la misma Declaración) “...Nacional y
Revolucionario (cuya) función primordial consiste en procurar un bienestar creciente a
toda colectividad, velando por la eficiencia de sus derechos y protegidos por la
Un Estado nacionalista que comprendía que la intervención del capital extranjero y
cualquier otro interés ajeno al país amenazaba nuestra soberanía. Un Estado cuyo
nacionalismo radicaba en la experiencia vivida de las consecuencias que ésta
intervención ocasionaba al país. Un Estado Nacionalista capaz de limitar y controlar la
presencia de intereses extranjeros dentro de nuestras fronteras.
Al paso de los años, ese Estado perdió de vista los objetivos para los que fue creado y
dejó de cumplir sus propósitos. Los intereses de los grandes grupos económicos se
impusieron y el Estado dejó de servir al pueblo.
Nuestra nueva coyuntura histórica impone un cambio. Y el cambio se está dando. Pero
en un sentido inverso al que se requiere. En lugar de reafirmar los objetivos y
propósitos de ese Estado. En lugar de volverlo eficiente y justo, se le cancelan todas
sus posibilidades de actuar en favor de los desposeídos. Se le transforma en un
Estado reducido y limitado. En un Estado con un carácter distinto.
El Estado antiguo era ya obsoleto para los fines e intereses económicos de los grandes
propietarios. A pesar de privilegios con su política económica, su ambivalencia (que por
momentos lo lleva a cumplir con sus compromisos con las grandes mayorías) significa
un límite a la expansión del gran capital. La decisión de desmantelar ese Estado no fue
sino otra victoria de esos poderosos grupos. El Estado Nacionalista y Revolucionario
fue substituido por Estado Solidario y promotor.
La redefinición del Estado no ha significado un avance en la creación de mecanismos
para el cumplimiento de los propósitos de justicia social. No ha significado su
acercamiento a los postulados revolucionarios. Por el contrario significa un alejamiento
mayor. Alejamiento que quizá cumpla objetivos de progreso económico, pero no de
justicia social.
Los principios y los objetivos han cambiado. Revolución por Modernización,
Nacionalismo por Integración. Justicia por Integración. Justicia por Solidaridad.
Intervencionismo por Promoción. La revolución como propósito histórico. Como fuente
de inspiración para el cambio social. Como principio rector de las instituciones y de los
actos del Estado ha llegado a su fin. Cualquier referencia actual por parte de los
gobernantes no es sino mera retórica. Recurso para el discurso, pero no más para la
acción política y social. El segundo informe presidencial parece demostrar que no son

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