Estados mentales, contenidos y conceptos *.

AutorStigol, Nora

Resumen: En este trabajo me propongo presentar el debate entablado hoy en el ámbito de la filosofía de la mente entre conceptualistas y no conceptualistas en relación con el contenido de los estados mentales. El debate gira en tomo a la existencia de modos no conceptuales de representarse el mundo. El tema que se discute es el carácter no conceptual de los contenidos de cierto tipo de estados mentales. La polémica se plantea principalmente en tres dominios diferentes: el de los estados representacionales en criaturas que carecen de capacidades conceptuales, el de los estados subpersonales de procesamiento de información y el de las experiencias perceptuales. Presento y discuto la noción de contenido no conceptual y su legitimidad en esos tres ámbitos.

Palabras clave: representaciones, contenido no conceptual, percepción, estados subpersonales

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I

El debate entre teorías conceptualistas y no-conceptualistas se ha instalado hoy en el ámbito de la filosofía de la mente. La distinción entre contenidos conceptuales y no conceptuales constituye el punto central del debate. La cuestión que se discute es el carácter no conceptual de los contenidos de cierto tipo de estados mentales, en particular de experiencias perceptuales y de estados subdoxásticos. En general, respecto de los contenidos de estados de actitudes proposicionales no parece haber desacuerdo: se dice de ellos que son conceptuales. (1) Tener una creencia o un pensamiento con un contenido supone, por parte del sujeto de la creencia, la posesión y el dominio de los conceptos involucrados en dicho contenido. Juan no puede creer o pensar que a es F si no posee los conceptos de a y de F.

Lo que está en discusión es la existencia de modos no conceptuales de representarse el mundo. Se discute la legitimidad de la noción misma de contenido no conceptual. Dicho de otra manera, la pregunta sobre la que gira el debate es la siguiente: ¿es posible para un organismo encontrarse en estados mentales con contenido representacional aun cuando dicho organismo carezca de los conceptos requeridos para especificar el modo en que ese contenido representa el mundo?

No pretendo discutir acá la noción de contenido de un estado mental, sea de un estado de creencia, de deseo, de experiencia perceptual, etc. Admitiré, como suele hacerse en el ámbito de este debate, que sostener que un estado mental tiene contenido es decir que representa el mundo como si fuera de una determinada manera o, en otras palabras, que tiene condiciones bajo las cuales representa al mundo correctamente. El contenido es, pues, la manera en que se presenta al sujeto una situación en el mundo, un estado de cosas, un aspecto del entorno y, así, el mundo se hace accesible para el sujeto, permitiéndole dar respuestas conductuales adecuadas a ese medio.

La postulación de contenidos no conceptuales se encuentra defendida en los escritos de Gareth Evans (1981, 1982),2 José Luis Bermúdez (1995, 1998), Fred Dreske (1995), Christopher Peacocke (1992, 1998a, 2001a y 2001b), Michel Tye (1995) y en algunos artículos de Martín Davies, Richard Schantz y Andrew Woodfield, entre otros. Mind and World (1994) abre propiamente el debate; en esta obra, John McDowell presenta su tesis conceptualista argumentando en contra del punto de vista de Evans. Bill Brewer (1999) y D.W. Hamlyn (1994) sostienen también puntos de vista conceptualistas.

Los conceptualistas afirman que el ámbito de contenidos representacionales que puede atribuirse a una criatura está determinado o limitado por los conceptos que esa criatura posee. Toda representación es conceptual.

Los no conceptualistas, en cambio, suponen que no todos los estados mentales representacionales tienen contenido conceptual. Hay buenas razones, sostienen, para pensar que algunos estados representacionales poseen contenido no conceptual; esto es, no involucran conceptos. Más aún, admiten no sólo que una criatura puede encontrarse en un determinado estado con contenido representacional careciendo de los conceptos pertinentes, sino que, además, puede hallarse en ese estado careciendo en absoluto de capacidades conceptuales.

A mi modo de ver, el interés que este debate ha despertado en los últimos años, desde que Evans acuñara en 1982 la expresión "contenido no conceptual", se debe, en gran parte, al hecho de que la noción de contenido no conceptual compete a diversos ámbitos de la filosofía y de la psicología. Está vinculada estrechamente a cuestiones de filosofía de la mente, tales como la naturaleza de la intencionalidad, la individuación de contenidos mentales, la filosofía de la percepción y del conocimiento. Nociones importantes de la filosofía del lenguaje, como significado y referencia, están también relacionadas con la noción de contenido no conceptual, en particular en la obra de Evans, en la que la noción de contenido no conceptual surge en conexión con la naturaleza de las expresiones indexicales y su relación con procesos informativos. La naturaleza de los conceptos y su posesión y adquisición son temas que naturalmente surgen en conexión con la noción de contenido no conceptual. Se asocia también con temas propios de la psicología del desarrollo, de la psicología animal y, en gran medida, de la psicología cognitiva. La naturaleza de nuestras experiencias perceptuales, tanto en sus aspectos psicológicos como en los fenomenológicos y epistemológicos, tal vez sea uno de los temas más discutidos en el interior del debate. La relación entre la percepción humana y la animal, el papel de las percepciones en los procesos cognitivos, sobre todo en la justificación de creencias, y los procesos cognitivos subpersonales constituyen otras de las cuestiones asociadas con la noción de contenido no conceptual y que han dado lugar, y lo siguen dando, a discusiones en el ámbito de la polémica que nos ocupa. A lo largo de este trabajo se pondrán de manifiesto algunas de las vinculaciones, si bien no todas, que se acaban de mencionar.

II

Las razones a las que apelan los no conceptualistas a la hora de postular contenidos no conceptuales son de diversa índole. Algunas son de orden epistemológico; se sostiene, por ejemplo, que sólo apelando a contenidos no conceptuales, en particular a contenidos no conceptuales de experiencias perceptivas, es posible justificar nuestros conceptos y creencias empíricos sin incurrir en alguna forma de circularidad. (3)

Otra de las motivaciones a la que suele recurrirse apela a la naturaleza fenoménica de la experiencia perceptual. La discriminación de matices que se presenta en la percepción excede los límites del repertorio conceptual del sujeto que percibe; las creencias no tienen ni pueden tener, se sostiene, la riqueza y la fineza de grano propias de las experiencias perceptivas. (4)

La necesidad de explicar conductas, especialmente de organismos a los que no parece apropiado reconocerles capacidades conceptuales, es otra de las razones que se alegan a la hora de postular contenidos no conceptuales. En efecto, cómo dar cuenta de conductas adecuadas al entorno, se afirma, sino atribuyéndoles a sus agentes algún tipo de representación del entorno aun cuando dichos agentes no dispongan de capacidades conceptuales.

La preocupación por evitar el relativismo perceptual (5) constituye también una razón en defensa del contenido no conceptual de la experiencia perceptiva; dicho de otra manera, se trata de dar cuenta de la intuición de que dos sujetos con diferentes repertorios conceptuales, enfrentados a una misma escena, perciben --en algún sentido-- "lo mismo". El contenido no conceptual explicaría las semejanzas entre ambas percepciones; la diversidad de conceptos, en cambio, explicaría las diferencias. Una intuición análoga se da en relación con un mismo sujeto antes y después de la adquisición de un concepto. No parece haber una ruptura cualitativa entre nuestra representación de una determinada situación en el mundo antes y después de haber adquirido un determinado concepto.

Algunos filósofos argumentaron a favor del contenido no conceptual de la percepción a partir del análisis de ciertas experiencias perceptivas ilusorias y francamente excepcionales. Así, por ejemplo, Tim Crane (1988) consideró el fenómeno que llamó ilusión de la cascada (waterfall illusion) que se produce cuando el sujeto que percibe fija por unos instantes su mirada sobre una caída de agua e inmediatamente después, al detener la visión sobre un objeto fijo, percibirá a éste como si estuviera moviéndose en la dirección opuesta a la de la caída del agua. Dada la contradicción que se manifiesta en este tipo de percepciones (el objeto fijo es percibido como si estuviera en movimiento) y dado el hecho de que, según se afirma, no hay contradicciones de este tipo a nivel de contenidos conceptuales, se sigue, entonces, de acuerdo con Crane, que el contenido de la percepción no es conceptual.

Todas estas consideraciones han dado origen a nuevas líneas de controversia dentro del debate general.

III

Suelen reconocerse tres dominios de estados cognitivos en los cuales resulta legítimo hacer referencia a contenidos no conceptuales. Ellos son: estados representacionales en criaturas u organismos sin capacidades conceptuales, experiencias perceptuales conscientes y estados computacionales de procesamiento de información (estados subpersonales o subdoxásticos).

Conceptualistas y no conceptualistas coinciden en reconocer que estos tres tipos de estados, al igual que los estados de actitudes proposicionales, involucran contenidos representacionales. El carácter representacional de todos ellos no está en discusión, al menos entre los protagonistas del debate. En cambio, difieren en la manera de concebir cómo esos contenidos representan el mundo. Desde el punto de vista conceptualista, esos contenidos son siempre conceptuales, es decir, requieren que el sujeto posea los conceptos involucrados en el contenido en cuestión. Los defensores de la teoría no conceptualista, en cambio...

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