Juventud, identidad y ciudad: algunos apuntes para la reflexión

AutorMaricela Portillo Sánchez
CargoProfesora-investigadora de la Academia de Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Páginas219-238

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El interés primordial del presente ensayo es reflexionar acerca de las transformaciones que está experimentando la sociedad moderna y de cómo estas transformaciones se han ido reflejando en la dinámica cotidiana de la ciudad y de lo que de ella podemos entender. El escenario económico, político y cultural se ha modificado también y esto trae consigo serias repercusiones en nuestras formas de organizarnos, en nuestras formas de convivir, de actuar y de reconocernos en sociedad. El advenimiento de la modernidad ha traído severas consecuencias en el ámbito de las dinámicas estructurales en torno a las cuales se organizaba la acción social. En este sentido, Giddens caracteriza estas transformaciones como el conjunto de discontinuidades que asociadas, desdePage 220 el inicio, al periodo moderno han actuado de manera peculiar respecto de periodos históricos anteriores:

Las formas de vida introducidas por la modernidad arrasaron de manera sin precedentes todas las modalidades tradicionales del orden social. Tanto en la extensión como en intensidad, las transformaciones que ha acarreado la modernidad son más profundas que la mayoría de los tipos de cambio característicos de periodos anteriores. Extensivamente han servido para establecer formas de interconexión social que abarcan el globo terráqueo; intensivamente, han alterado algunas de las más íntimas y privadas características de nuestra cotidianidad. (Giddens, 1990: 18)

Queremos reflexionar, en un primer momento, acerca de las alteraciones que ha sufrido la ciudad como ese espacio de cotidianidad en el que se recrean y contraponen diversas identidades. La reconfiguración de estos conceptos, ciudad e identidad, en el contexto de la globalización es un asunto que obliga a densificar los mapas conceptuales con los que se ha venido pensando.

Acerca de la ciudad

Cómo caracterizar la ciudad, ese espacio de encuentros y desencuentros; luchas y desigualdades; tránsito y atropellamiento; orden y contradicciones; el lugar y no lugar. Espacio de paradojas inescrutables, de invenciones, de debate público, de experiencia civil, de construcción de discursos con los que se la nombra. La ciudad "es al mismo tiempo la maquinaria y el héroe de la modernidad" (Certeau, 1996: 107). Tal parece que es casi imposible pensar las culturas contemporáneas sin relacionarlas con el crecimiento de las ciudades.

Pareciera ser que el origen de la ciudad se debe al resultado de la lucha del hombre para dominar la naturaleza. Y en este sentido, la construcción de la ciudad ha sido entendida, desde un punto de vista Page 221 sociológico, como la revolución urbana.1 Sin embargo no es éste el lugar desde el que deseamos partir. Aquí nos queremos referir a la ciudad a partir de quienes la viven y la construyen. Y a los modos en que podemos observar esta vivencia y construcción de la experiencia de quienes la habitan. Así,

Mirada desde y vivida desde dentro, la ciudad es memoria colectiva, que conectada a la experiencia próxima permite, no obstante, trascender esta experiencia y superar la atomización. En tal sentido es campo de posibilidades que permite el intercambio y el reconocimiento de algo que nos es común a pesar de las diferencias. (Reguillo, 1996: 35)

La vivencia cotidiana de la ciudad, caótica, problemática y contradictoria es campo fértil de observación. Ahí se expresan y segmentan los espacios (públicos y privados) y se recrean y negocian los múltiples imaginarios de sus habitantes (Silva, 1993).

La ciudad es punto de encuentro entre lo diverso, lugar de interrelación entre los distintos grupos, es por esto que requiere, indiscutiblemente, una constante adecuación social (Aceves, 1994). Pero si, de acuerdo con lo que hemos venido afirmando, en la ciudad se condensan muchas de las características del "ser moderno", el planteamiento de las problemáticas que de ella se derivan ha de ser ubicado en el contexto de la globalización.2 Dentro de este panorama podemos observar que la ciudad también se ha transformado. Javier Echeverría (1994) sintetiza este proceso de transformación que se ha ido gestando en las ciudades como producto de esta nueva forma de organización social, en un nuevo concepto: telépolis. Para él, es ésta la nueva ciudad que se Page 222 erige en el contexto de la globalización de la sociedad moderna: "Telépolis se sustenta en una nueva forma de economía, el telepolismo, que convierte los ámbitos privados en públicos y puede transformar el ocio en trabajo y el consumo en producción" (Echevarría, 1994: 11). Con el concepto telépolis vislumbramos uno de los lugares donde podemos observar los cambios que comienzan a marcar las transformaciones de la ciudad: lo público y lo privado. A este respecto, distintos autores coinciden en señalar que las fronteras entre espacio público y espacio privado son cada vez más difusas. Lo público irrumpe cada vez con más fuerza en los espacios privados. Esta situación es peligrosa en el momento en que también la privacidad empieza a vivirse como una nueva forma de participación pública.3 De esta manera la dinámica del hogar -espacio privado por excelencia- se ha modificado. La irrupción de las computadoras en casa (y todas las posibilidades que traen consigo) conjuntamente con la televisión permiten que la información llegue sin tener que salir. Así, aunque podamos observar que hay una creciente tendencia al ensimismamiento de lo privado (estar en casa) en la sociedad moderna,4 no podemos afirmar que se está aislado. Porque estar en casa ya no significa estar ausente. Ésta es una nueva forma de ver y estar en el mundo (Martín-Barbero, 1996).

La nueva organización social ha roto las fronteras clásicas entre lo privado y lo público. Por esto Rossana Reguillo (1996) advierte que la ruptura de las fronteras público-privado conlleva importantes consecuencias en el plano cultural: "hoy, en pos de los mismos objetivos: la expansión del mercado, el liberalismo modernizador avanza sobre el espacio privado al tiempo que reduce a su mínima expresión las manifestaciones públicas de la cultura" (Reguillo, 1996: 72). Anti- Page 223 guamente se acudía a las plazas, a los atrios de las iglesias o al mercado para informarse de sucesos importantes, compartir visiones distintas de los hechos y ventilar las diferencias. En fin, para actuar en colectivo. Ahora, los medios masivos de comunicación (en particular la televisión) y los nuevos medios (internet) nos permiten hacer todo esto, cómodamente desde la privacidad acogedora del hogar. Encontramos aquí los rastros de una transformación profunda: de la consagración del pueblo ciudadano a la emergencia del pueblo espectador. Sin embargo, de acuerdo con los acontecimientos recientes, hemos podido observar cómo aún ahora la calle sigue siendo el lugar por excelencia para protestar. Las multitudes aún se aglomeran en las calles y en el Zócalo5 para hacerse oír. El caos se ha vuelto cotidiano. No obstante, debemos reconocer que los medios masivos de comunicación, y más concretamente, sobre todo en relación con las nuevas movilizaciones que han ido aconteciendo en estos últimos años, los nuevos medios juegan un papel especial en este tipo de coyunturas político-sociales: "hoy día ninguna toma de la Bastilla puede prescindir de los medios de comunicación, como una manera de irrumpir en la lógica de lo público, que se vive hoy de manera cada vez más privada" (Reguillo, 1996: 74). Ya nombramos hasta aquí las dimensiones público-privado como espacios de transformación importantes de la ciudad. Pero hay aquí otra cuestión que subyace en el horizonte de las transformaciones que se dibujan en la vivencia citadina: la identidad.

Proponemos pensar la ciudad ya no como "un mero horizonte espacial o como un imperativo territorial" sino "pensarla como ese espacio pluridimensional en el que coexisten identidades y proyectos diferenciados" (Reguillo, 1996: 76). Dejamos aquí la pregunta a la que intentaremos responder en las siguientes líneas: desde dónde pensar la identidad, cómo se ha ido transformando y dónde podemos observar sus transformaciones. Page 224

Pero qué onda con la identidad

Resulta interesante hacer notar que la aparición del concepto de identidad en las ciencias sociales es relativamente reciente;6 sin embargo encontramos un interés creciente en diversos estudios teóricos y empíricos actuales por abordar la problemática de la identidad como objeto de estudio. Este hecho tal vez se deba en parte a:

La atención de los estudiosos en ciencias sociales por la emergencia de los movimientos sociales que han tomado por pretexto la identidad de un grupo (étnico o regional) o de una categoría social (movimientos feministas, por ejemplo) para cuestionar una relación de dominación o reivindicar una autonomía. (Giménez, 1997: 1)

Existe otra serie de elementos que nos hacen pensar que la cuestión de la multiplicación de trabajos que tienen por eje central la cuestión de la identidad en las ciencias sociales, se deba no solamente a la emergencia de movimientos sociales que han tomado como bandera el asunto de la identidad para de ahí cuestionar y reivindicar diversas relaciones de dominación, sino a la crisis del Estado-Nación y la irrupción del concepto de sociedades multiculturales, lo cual pone de relieve el debate serio acerca de grupos, etnias y minorías. Por un lado asistimos al proceso de globalización de la sociedad y por otro los localismos resurgen con fuerza e interpelan constantemente el discurso neoliberal que manejan nuestros gobiernos:

Las nuevas problemáticas últimamente introducidas por la dialéctica entre globalización y neo-localismos, por la transnacionalización de las franjas fronterizas y, sobre todo, por los grandes flujos migratorios que han terminado por trasplantar el mundo subdesarrollado en el...

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