La justicia internacional entre el humanitarismo y el igualitarismo global

AutorÁlvaro de Vita
CargoProfesor titular del departamento de ciencia política de la Universidad de São Paulo
Páginas13-49
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Andamios
La justicia internacionaL entre eL humanitarismo
y eL iguaLitarismo gLobaL1
Álvaro de Vita*
resumen. Una cuestión central que se presenta, en el debate so-
bre cuestiones de justicia internacional, se refiere a la perspectiva
normativa apropiada para tratar las asimetrías abismales de con-
diciones de vida en el ámbito mundial. Uno de los problemas
que han concentrado las atenciones en ese debate es el de deter-
minar si esas asimetrías deben ser consideradas desde la óptica
de principios de justicia igualitaria (como sustentan teóricos
cosmopolitas como Kok-Chor Tan y Simon Caney) o, de modo
alternativo, desde la óptica de un principio de humanitaris-
mo (como sustentan teóricos políticos anticosmopolitas como
Michael Walzer, John Rawls y David Miller). La posición que se
defiende en este artículo es la de que el orden social y político
global implica normas de justicia que, aunque no deban ser con-
cebidas como principios igualitarios, son más exigentes que el
humanitarismo.
PaLabras cLave. Justicia internacional, justicia social, liberalismo
social, igualitarismo global, derechos humanos.
Este artículo tiene el propósito de contribuir en la reflexión acerca
de cuál es la forma más apropiada de articular el trato normativo de
cuestiones de justicia socioeconómica en el ámbito interno de una
sociedad democrática y en el plano internacional. Una cuestión central
* Profesor titular del departamento de ciencia política de la Universidad de São Paulo
(usP). Dirección electrónica: alvaro_vita@uol.com.br; alvarodevita@usp.br
1 Este artículo es producto de una investigación en curso, que cuenta con financiación
del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (cnPq), Ministerio de
Ciencia y Tecnología de Brasil. Agradezco los comentarios detallados y pertinentes
realizados por uno de los evaluadores anónimos de esta revista, que, tanto como me
fue posible en los límites de este artículo, intenté tomar en cuenta y que me serán muy
provechosos en trabajos futuros. Traducción de Naila Freitas.
Volumen 11, número 25, mayo-agosto, 2014, p. 13-49
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Álvaro de vita
que se presenta, en el debate sobre cuestiones de justicia internacional,
guarda relación con la perspectiva apropiada para tratar las asimetrías
abismales de condiciones y oportunidades de vida alrededor del mundo.
Uno de los problemas que más han concentrado la atención en ese debate
es el de determinar si esas asimetrías deben ser consideradas desde la
óptica de principios de justicia igualitaria, según sustentan teóricos
cosmopolitas como Darrell Moellendorf (2002), Kok-Chor Tan (2004)
y Simon Caney (2005; 2009), o de modo alternativo, desde la óptica
de un principio de humanitarismo, según sustentan teóricos políticos
anticosmopolitas como Michael Walzer (1983), John Rawls (1999),
Thomas Nagel (2005) y David Miller (1998; 1999; 2007). Además de
contrastar esas dos posiciones, la motivación central de la reflexión
desarrollada en este artículo es sustentar que una tercera posición nor-
mativa sobre esas disparidades, alternativa tanto al humanitarismo
como al igualitarismo global, puede ser más prometedora.
Aunque existan controversias sobre ello, no hay duda de que los
niveles de pobreza y desigualdad globales son muy elevados. Según la
estimación del Banco Mundial (bm), que sólo toma en cuenta la renta y
el consumo de las familias, en 2008 había cerca de 1,300 millones de
personas en el mundo que vivían abajo de la línea de pobreza de 1.25
dólares al día, esto es, que no tenían recursos suficientes siquiera para
alimentarse de manera adecuada.2 Abajo de la línea de pobreza de 2 dólares
al día, de acuerdo con la estimación del bm, se encontraba un 43.14% de
la población mundial, o cerca de 2,500 millones de personas en el año
2008.3 Según el criterio de “pobreza multidimensional” adoptado por el
2 Ese es el dato disponible en línea en data.worldbank.org/indicator, consultado el
6/06/2012. El Banco Mundial (bm) utiliza líneas de pobreza de 1.25 dólares y de 2
dólares al día, calculadas por la Paridad del Poder de Compra (PPP, en la sigla en inglés)
de dólares de 2005. Están abajo de la línea de pobreza de 2 dólares al día aquellas
personas cuyo poder de compra por día es inferior al poder de compra que 2 dólares
tenían en los Estados Unidos en el año 2005.
3 Para Pogge (2010: 12), se encuentran en una situación de pobreza severa las personas
que no tienen acceso seguro a la alimentación adecuada, agua potable, vestido, vivienda
y a la asistencia médica y educación básicas. Pogge (2010: capítulos 3 y 4) critica de
manera contundente la adopción de la línea de pobreza del bm (que pasó de 1 dólar al
día en 2000 a 1.25 dólares en 2005) para establecer el primer objetivo de la Declaración
del Milenio de las Naciones Unidas (firmada por 191 países en septiembre de 2000)
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Informe del Desarrollo Humano de 2010 del Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (Pnud, o undP por sus siglas en inglés), que es más
exigente que la línea de pobreza de 1.25 dólares al día —pero que aún
es extremadamente austero—, y que toma en cuenta indicadores en
tres dimensiones distintas (salud, educación y estándares de vida),
hay 1,750 millones de personas en condiciones de pobreza extrema
en el mundo (undP, 2010: 96). Esas son las personas que, de acuerdo
con el Informe, sufren privaciones agudas (que pueden no ser captadas
de manera adecuada sólo por indicadores de renta y consumo) y que
corresponden a cerca de un tercio de la población de 104 países en vías
de desarrollo. Para mencionar solamente uno de esos indicadores, al
tiempo que la expectativa de vida al nacer es de 54 años en p romedio, en
los países del África Subsahariana, el mismo indicador, para los países
de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (ocde), es de
80 años. Cerca de un tercio de las muertes que ocurren anualmente en
el mundo (18 millones), se deben a causas que están relacionadas a la
pobreza. Thomas Pogge da el énfasis dramático necesario a esta última
estadística: “mucho más personas —cerca de 360 millones— murieron
de hambre y de enfermedades curables, en época de paz, en los 20 años
que siguieron al fin de la Guerra Fría que aquellas que perecieron
en guerras convencionales, en guerras civiles y en virtud de represión
estatal a lo largo de todo el siglo xx” (Pogge, 2010: 11). Y cuando se pasa
de indicadores de niveles de bienestar y desarrollo humano en un nivel
bastante básico a indicadores de disparidades relativas, los contrastes
no son menos evidentes. Con base en investigaciones domiciliarias
realizadas en 120 países (y empleando las estimaciones de las tasas de
cambio por la paridad del poder de compra adoptadas por el bm en
2005), Branko Milanovic (2011: 152-153) sustenta que la desigualdad
de renta entre personas en el mundo permaneció, entre 1988 y 2005, en
niveles extremadamente elevados, con el Coeficiente de Gini oscilando
alrededor de los 70 puntos. Mientras los 10% más ricos se quedan con
un 56% de la renta mundial, el 10% más pobre recibe apenas 0.7 por
ciento de ella. Y mientras el 5 por ciento de arriba concentra un 37%
de reducir a la mitad, hasta 2015, el número de personas viviendo en condiciones de
pobreza extrema en el mundo.

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