El jurado seducido. Las pasiones ante la justicia

AutorGerardo Laveaga
Páginas59-59

Page 59

En Luis de la Barreda se reúnen dos cualidades invaluables para cualquier intelectual: una pluma agilísima y una enorme erudición. Sus textos, siempre amenos, se leen con pasmante facilidad. A lo largo del tiempo así lo han valorado periódicos y revistas, donde el autor ha publicado frecuentemente. En El jurado seducido, que la editorial Porrúa publicó en 2005 y ahora reedita, se incluyen algunos de sus artículos en La Crónica de Hoy, La Razón, A Pie y Este País. Subtitulado "Las pasiones ante la justicia", el libro está dividido en cuatro partes: "Casos de amor y desamor", "Usanzas criminales", "Moral, intimidad y Derecho" y "Sombras... y un atisbo de luz". Las cuatro incluyen brevísimos textos vinculados con la justicia penal y los derechos humanos. En todos ellos queda patente lo absurdo de una costumbre, la arbitrariedad de las autoridades al manejar cierto asunto, las contradicciones entre los protagonistas de una historia o la precariedad de muchas leyes.

En la primera parte, el artículo que da nombre al libro trata sobre el juicio que se hizo a María Teresa Landa, primera Señorita México, por asesinar a su marido, en 1929. De ahí salta al caso de Mary Kay Letourneau, la profesora de Seattle que fue a prisión por mantener relaciones sexuales —y engendrar dos hijos— con su alumno de 13 años. Se burla del agente del Ministerio Público y del juez que condenaron a un campesino yucateco por escribir cartas de amor y pone en evidencia lo mismo a los diputados panistas de Aguascalien-tes, que consideraron un impedimento para contraer matrimonio el haber cometido adulterio, que a los canales de televisión y a los periódicos que acabaron con la reputación de Gloria Trevi a partir de chismes y habladurías sin sustento.

Da igual que De la Barreda salte de un país a otro o de la época más antigua a la contemporánea: sus temas y sus obsesiones son los mismos. La sencillez con que aborda el matrimonio gay o la atracción sexual que puede experimentar un adulto por un joven alternan con citas de Mann, Faulkner, Zweig y Hemingway.

Hay un ánimo de exhibir el problema ante el lector e, incluso, de convencerlo de lo absurdo e injusto de alguna situación. Para reforzar sus posturas, evoca a Don Quijote, a Copérnico, a...

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