Jean Grondin, Introduccion a la hermeneutica filosofica.

AutorSancen Contreras, Fernando
CargoResena de libro

trad. Ángela Ackermann Pilári, prólogo de Hans-Georg Gadamer, Herder, Barcelona, 1999, 269 pp.

Grondin ofrece un texto en el que revisa desde una perspectiva histórica los escritos sobre la interpretación. Su intención consiste en plantear el actual problema de la hermenéutica. Logra su propósito criticando el historismo, siguiendo a Gadamer, y, con éste, poniendo en el centro de la discusión filosófica actual la hermenéutica concebida en su universalidad como lenguaje que en el diálogo busca dilucidar la palabra interior que posee cualquier individuo que dice conocer algo.

La obra, organizada en siete capítulos, además de una introducción y un epilogo, precedidos todos ellos del prólogo de Hans-Georg Gadamer y del prefacio del autor, está escrita en un lenguaje accesible, y el discurso capta rápidamente la atención del lector por la facilidad con que explica conceptos abstractos de difícil comprensión. Las expresiones en griego y latín con que salpica prácticamente todo el texto no impiden su comprensión, sino que enriquecen significativamente el texto. Es encomiable la labor de la traductora. Una nota negativa, sin embargo, hay que señalar: en algunos párrafos queda en el texto castellano la construcción sintáctica alemana (v.gr., pp. 31, 36); en otros, los más frecuentes, la corrección de estilo deja mucho que desear (v.gr., pp. 20, 57, 75) tratándose de una obra tan importante y compleja como la que nos ocupa.

El capítulo I, "Los precedentes históricos del ámbito hermenéutico", sienta las bases para comprender cómo la hermenéutica se vincula con el conocimiento del mundo: "Sólo puede surgir una hermenéutica cuando resulta seguro que las imágenes del mundo no son simples duplicaciones de la realidad tal como es, sino que representan interpretaciones pragmáticas, es decir, implícitas en nuestra relación hablante con el mundo" (p. 41). Al hablar del campo semántico de la palabra "hermeneuin", señala tres direcciones de su significado: expresar (afirmar, hablar), explicar (interpretar, aclarar) y traducir. Grondin se queda sólo con los dos principales significados: expresar e interpretar, y toma partido por la interpretación internalista de la hermenéutica: "El interpretar busca el sentido interior detrás de lo expresado en tanto que el expresar da a conocer algo interior [...]. El enunciado ermeneía siempre es la traslación de pensamientos que se encuentran en el alma (o sea desde el interior) al lenguaje exterior" (p. 45). Desde esta interpretación presenta prácticamente todas las formas de comprender y utilizar la hermenéutica. Inicia con la doctrina estoica del 'logos' interior y exterior para la explicación alegórica de los mitos. Así cita, entre los estoicos, a Filón de Alejandría (13 a.C.-54 d.C.), quien queriendo interpretar los textos bíblicos, intuye el carácter universal de lo alegórico. La unión de lo alegórico con lo tipológico permitió a Orígenes interpretar el Antiguo Testamento como alegoría del Nuevo Testamento. El rechazo posterior (siglos IV y V) a esta universalización dio pie a un nuevo interés por lo histórico y lo literal, que, a decir de Grondin, se acerca bastante al método histórico-crítico de la Edad Moderna.

San Agustin (354-430) es presentado como la autoridad en la hermenéutica. Heidegger y el mismo Gadamer reconocen que de Agustín proviene la distinción entre el actus signatus (predicción) y el actus exercitus (su ejecución posterior). Para Grondin, Agustín es el padre de la hermenéutica existencialista. Las evidencias de esto abundan en la obra de Agustín de Hipona y señala que esa hermenéutica está hoy más presente que nunca: "Gadamer aprendió de Agustín que el sentido transmitido por el lenguaje 'no es un sentido lógico que se pueda abstraer del enunciado, sino que significa el entrelazamiento que se produce en él" (pp. 67- 68). Grondin hace aquí una aportación importante inspirada en la posición de Agustín, desde donde critica que Occidente haya insistido demasiado en la lógica cuando se refiere a la interpretación: "La fijación del pensamiento occidental en la proposición significa, por tanto, una reducción del lenguaje que omite su dimensión decisiva, es decir, omite que cualquier discurso está incluido en un diálogo" (p. 68). El diálogo es apertura, universalidad. Este diálogo "no puede ser sólo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR