Jacinto Faya Viesca: un filósofo de las manifestaciones del poder

AutorHéctor Faya Rodríguez
Páginas37-40

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Jacinto Faya Viesca fue un lagunero con visión universal que nació el
24 de noviembre de 1941. A un año de su partida, lo sigo recordando en su estudio, su lugar favorito, y el mío también. Estaba lleno de libros de todas las materias: desde la literatura clásica hasta astronomía. He creído, desde entonces, que el olor, el color y el ambiente creado por los libros forman un insuperable escenario para las mejores conversaciones.

Mi padre decidió, a muy temprana edad, que su vida estaría dedicada a las palabras, el pensamiento y la defensa del valor fundamental de la justicia. Tenía una gran facilidad para convertir meras pláticas familiares o mesas de discusión académicas en auténticos debates; era polémico, provocador y en ocasiones incendiario, como buen lagunero que ganó en su juventud todo campeonato de oratoria en el que llegó a participar. Ante políticos, era un valiente crítico de la realidad. Ante técnicos, era creativo y sólido en argumentos políticos y jurídicos. Ante estudiantes de Derecho, era inspirador.

Mi padre decía que los textos se pueden clasi?car de la misma forma que algu-nos metales. “¿Para qué leer cobre o plata cuando puedes leer oro?”, me decía. Para él la obra por excelencia de oro de 24 quilates siempre fue la Ilíada, debido a que el canto homérico concentra de manera pura los grandes valores de la civilización occidental. Solía a?rmar que nada haría mejor a la humanidad que dejar de leer muchas novedades y, en cambio, volver a leer la Ética a Nicómaco, de Aristóteles. Leyó con atención y detenimiento a los grandes autores griegos y latinos, libros en los que siempre encontró una forma de vida, más allá de una mera fuente de ricos conocimientos.

Era curioso e infatigable. Por eso, además de lector voraz, fue prolí?co escritor.

Creó una amplia obra a lo largo de la cual se puede advertir que era un humanista pleno y un jurista clásico, en el sentido de que analizaba problemas no para darles una respuesta meramente especular y abstracta sino para entender y transformar su realidad.

Esta condición se advierte claramente en el contenido de sus libros y columnas periodísticas. Más que utilizar frases innecesariamente rebuscadas, a Jacinto Faya Viesca le gustaba exponer un tema que luego habría de abordar desde varias perspectivas, desentrañando sus di?cultades internas, compartiendo sus re?exiones para que el lector no recibiera una cátedra, sino que fuera compañe-

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ro del viaje intelectual que le proponía el autor.

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