Gobernabilidad o democracia: los usos conservadores de la política

AutorBeatriz Stolowicz
CargoProfesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura, Universidad-Autónoma Metropolitana Xochimilco
Páginas187-213

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Introducción

En América Latina hay una creciente apelación a la política, y más precisamente a "la voluntad política", como antídoto a las evidentes crisis de legitimidad de los gobiernos y los sistemas políticos, cuyo origen principal está en los efectos sociales del neoliberalismo.

Se convoca a la política justamente cuando para amplios sectores sociales se le percibe como un medio inútil para resolver sus problemas reales. El desprestigio de la política institucional no representaría motivo de tanta preocupación entre sus actoresPage 188 privilegiados si la pérdida de legitimidad se expresara sólo como desinterés o apatía; pero en los últimos años la ineficiencia de las prácticas de mediación ha llegado a cuestionar la eficacia del sistema político para preservar la estabilidad del sistema, en una realidad de creciente conflictividad social.

En consecuencia, el discurso de la gobemabilidad ha ocupado el escenario político. No sólo es esgrimido por los sectores dominantes y sus representantes, preocupados por conservar las condiciones políticas de la reproducción de la estrategia neoliberal, en lo que coinciden los think tanks del sistema mundial, sino que además amalgama la reacción corporativa de la clase política en defensa de su espacio de existencia y de sus privilegios.

El discurso de la gobemabilidad se presenta como la defensa del sistema representativo, y "por lo tanto", de la democracia, a partir de lo cual delimita la lógica de la política: la acción política requerida, y la única admitida, es la que otorgue estabilidad tanto a las instituciones y a los actores que determinan su funcionamiento, como a las metas que el sistema persigue y a las reglas del juego para lograrlas. En abstracto, esto corresponde de manera natural a la funcionalidad de cualquier sistema político y no representaría mayor novedad. Si, además, en un mismo nivel de abstracción y sin mayores consideraciones, se equiparara cualquier sistema representativo con la democracia, esta discusión carecería de todo sentido y se podría aceptar que la creciente apelación a la política es un signo de mayor democratización, como lo asumen muchos de los análisis académicos. Pero hay un cambio radical de significados cuando se pasa de la abstracción a la realidad, especialmente a la latinoamericana actual. El análisis de lo político a partir de la realidad, además de ser un requisito indispensable para distinguir discursos e intenciones, es el que permite afirmar que la política a la que se apela en América Latina responde al objetivo de los sectores dominantes de impedir que la participación produzca cambios en el orden social y económico actual, persiguiendo también que este orden se legitime en el hecho mismo de la integración política al sistema.

En síntesis, este trabajo se propone discutir cómo las estrategias de gobemabilidad que dominan la acción política en la región no sólo no conducen a un desarrollo democrático, sino que, por el contrario, persiguen la conservación del orden más desigual y excluyente socialmente —y por lo tanto antidemocrático— que se ha dado bajo regímenes representativos en la historia moderna latinoamericana. La discusión cobra relevancia, además, porque la concepción de gobemabilidad de los sectores dominantes, que es la de la conservación del "buen orden", ha logrado incidir en el pensamiento y las conductas de muchas dirigencias sociales y políticas, incluso las que manifiestan rechazo a las consecuencias sociales del neoliberalismo y que declaran aspirar y luchar por la democracia. Se cumple lo que señalaba Juan Rial hace varios años:

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La percepción de (in)gobemab¡lidad se da "desde arriba" y se liga a la percepción que realizan las élites (la comunidad política, la clase dirigente, los grupos de intelectuales) y a los manejos oligárquicos (autoritarios) a los que se recurre para lograr la tan ansiada eficiencia. Discursivamente se trata, en términos de Bakhtin, de una iniciativa monologal que algunos miembros de la comunidad política intentan transformar en dialogal, aunque reservando al Príncipe —en el sentido maquiavélico— al Soberano —en el de Schmitt— la potestad de la propuesta.1

El objeto de este análisis exige explicitar las siguientes consideraciones metodológicas:

1) En los Estudios Latinoamericanos, el análisis de los fenómenos políticos condensa el nudo metodológico de la disciplina, porque la perspectiva regional se debe construir a partir de realidades de la mayor especificidad. En lo que se refiere a la democracia, las diferencias nacionales en cuestiones como la desigualdad social y la concentración del ingreso y el poder, la fuerza relativa de los actores sociales y políticos, su incidencia en el sistema político, sus prácticas y cultura política, indican una diversidad que no puede desconocerse, aunque ello no impide observar tendencias regionales con notables similitudes.

2) Los fenómenos políticos no son lo mismo que los análisis sobre la política, aunque estén relacionados. La política refiere a los actores políticos y a sus relaciones concretas, no a lo que los analistas piensan sobre la política, lo que suele ocurrir post facto. Debe recordarse que las ideas se convierten en ideología (es decir, en condicionamientos de las conductas) por la existencia de sujetos en cuya práctica las internalizan y socializan, además de que las ¡deas mismas son un producto social. Este trabajo atiende principalmente a las opiniones y comportamientos de los actores políticos, que naturalmente se cotejan con las interpretaciones de las ciencias sociales, no porque éstas sustituyan a los primeros, sino porque el plano de la teoría, en su especificidad, es también una expresión de la realidad. Por límites de espacio no es posible incluir las fuentes documentales y discursivas políticas en las que se basa el análisis; sólo se utilizan algunas con fines ilustrativos.

3) Las categorías teóricas son instrumentos de análisis de la realidad que no tienen contenidos conceptuales únicos, ni éstos cumplen la misma función explicativa en contextos distintos a los que les dieron origen. Por lo tanto, la incorporación de categorías alPage 190 discurso político sin explicitar sus contenidos conceptuales implica un uso ideológico de las mismas, que es necesario desentrañar.

Esto es relevante para la discusión sobre la gobemabilidad como principio articulador de la política, con lo que comienza este trabajo, seguido de un análisis de las circunstancias en las que ello ocurrió en América Latina y de las estrategias de gobemabilidad que existen y se promueven en la región, así como sus efectos sobre los procesos de democratización, con lo que se finaliza.

Gobemabilidad como versión de democracia

El tema de la gobemabilidad no es nuevo teóricamente. De hecho, remite al viejo problema de la relación entre gobernantes y gobernados, en el que la gobemabilidad es el resultado de lograr la obediencia de los gobernados para que el gobierno gobierne con eficacia. La legitimidad no es una cualidad intrínseca a la gobemabilidad, ya que un régimen autoritario también puede hacer a la sociedad gobernable; aunque la legitimidad, obviamente, facilita el resultado. Lo que convoca un mayor interés analítico es la gobemabilidad como búsqueda, como estrategia —que tiene por objetivo la eliminación, el control o la funcionalización de conflictos considerados como disfuncionales ("ingobernabilidad") para el equilibrio sistémico—, por lo que puede exigir de reconstrucción de las dinámicas sociales y políticas, aunque como categoría tiene un limitado vuelo analítico por su carácter descriptivo y por el hecho mismo de partir del equilibrio en el análisis de lo social.

Con una presencia notable en los análisis académicos y en los discursos políticos en América Latina, la gobemabilidad adquiere una diversidad de significados por el nivel de conflictos al que se aluda,2 pero con el común denominador de ser asimilada a la democracia, concebida también como equilibrio. Esto último es lo que asimismo explica el abuso calificativo de los conflictos como "ingobernabilidad", que muchas veces corresponde más a intenciones políticas de control y preventivas que a un hecho real.

El análisis de la relación gobernantes-gobernados se encara por lo general de un modo reduccionista bajo la lógica dicotómica Estado-sociedad civil, en la que, incluso, elPage 191 Estado es reducido a gobierno. De allí que predominen los análisis institucionalistas que dejan de lado todos los otros aspectos de la realidad social en los que se logra la subordinación de los gobernados; es decir, al problema más amplio de la dominación, que en principio es la que explica la relación conflictiva entre democracia y gobemabilidad a partir del propio dilema de la dominación en cuanto a tener que abrir y ampliar la representación de intereses sociales heterogéneos, e incluso antagónicos, para legitimarse. Por eso la búsqueda de gobemabilidad aparece vinculada a la democracia no como sucedánea, sino como su propia cristalización.

Muchas de las discusiones sobre gobemabilidad y democracia llegan a un punto muerto porque soslayan que la esencia conflictiva de la democracia en el capitalismo es la de cuánta participación de los explotados en defensa de sus intereses puede admitir el sistema para preservar la acumulación privada; qué tanto pueden optar los ciudadanos entre proyectos de sentido público alternativos. En América Latina, donde la reproducción del capitalismo requiere de una agudización extrema de la desigualdad y la pobreza, la ampliación de la democracia es a todas luces un obstáculo para la dominación y, por lo tanto, toda forma de democratización...

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