Las fluctuaciones de la identidad cultural

AutorAlbert Memmi
CargoInvestigador - Escritor tunesino
Páginas127-141

Page 127

El término* de identidad no es tan claro como parece, a menudo el vocablo designa una realidad que ha sido mal esbozada. El debate sobre la identidad refiere al menos a dos aspectos: la pertenencia a un grupo y la pertenencia a un sistema de valores.

¿Qué significa para un negro ser negro} En primera instancia, ser negro esPage 128pertenecer (como veremos más adelante) a una comunidad de hombres negros (cualquiera que sea el sentido de dicha comunidad), donde se comparte solidariamente la condición y el destino, para bien o para mal. Es también aceptar, respetar y aplicar, más o menos equitativamente, el sistema de valores y de instituciones que rigen su vida colectiva. En síntesis, la identidad del negro tiene dos aspectos: uno es subjetivo, una adhesión relativamente voluntaria y una obligación, en mayor o menor medida, aceptada al interior del grupo; el otro es objetivo, se refiere a las bases culturales, sociales e históricas, a una suerte en común con los demás negros. Esta doble polarización lo domina todo. Ser de color negro, para el negro, no es un hecho estético ni tampoco biológico, sino el símbolo de su pertenencia, y es, a la vez, el signo que reafirma su no pertenencia a grupos de blancos ni a su sistema de valores. En suma, existe un aspecto positivo y otro negativo.

Para un judío ser judío significa la pertenencia relativa a un grupo judío y a sus tradiciones culturales, en consecuencia es, al mismo tiempo, una forma de no coincidir, para bien o para mal, con la sociedad de lo no judío. La biología, si ésta existe, y los otros rasgos diferenciales, sean reales o imaginarios, no tienen ni el valor ni el sentido que adquieren en esta doble o triple polarización, esto se aprecia todavía mejor con los judíos que con los negros. Del mismo modo ocurre con las mujeres y cualquier otro grupo o miembro de un grupo, dominado o no. Cada grupo tiene una fisonomía particular, resultado de una historia y de una inserción específica en el mundo de los hombres. No es exactamente equivalente ser negro que judío, francés o polaco, pero más allá de la complejidad característica de cada uno, existe un denominador común, una ecuación de tres variables, la identidad cultural está en función de un grupo y de un sistema de valores.

El triángulo de la identidad

Estas tres variables [identidad, pertenencia y sistema de valores] forman un triángulo que designa la escena donde se desenvuelve el drama de la identidad de cada grupo. El sentimiento de identidad cultural proviene de la pertenencia a un grupo, cuya definición y cohesión reposan sobre un sistema común y relativamente coherente dePage 129valores y de instituciones. Este sistema es, en función de la existencia en común, respetado por los individuos y subgrupos, pero es pertinente en tanto que permanezca una norma de referencia, aparentemente estable, para la mayoría de los miembros del grupo. El musulmán de la calle, el cristiano o el judío no conocen, quizá en detalle, el dogma ni las variaciones eventuales de la doctrina o del rito; sin embargo admiten que el islam, el cristianismo o el judaismo los define y, de alguna forma, los constituye como musulmán, cristiano o judío.

De la misma manera, una relativa permanencia demográfica es aquello que le da fundamento, encarnación y devenir a una visión del mundo y a las reglas de conducta colectiva. Un grupo siempre vivo, sin el cual difícilmente el sistema tendría un lugar en el horizonte inmutable, debido al cambio en la historia de las ideas. Es por ello que los judíos existirán siempre que el judaismo viva y evolucione. En pocas palabras, el grupo y el sistema de valores se definen uno en función del otro y se reafirman recíprocamente.

Es pertinente nombrar a cada identidad cultural con un término adecuado y diferente, pero próximo a los otros, a modo que se subrayen, a la vez, sus respectivas particularidades y parentescos. Es así que para la identidad cultural de los judíos, yo propuse la palabra judeicidad que fabriqué con la ayuda de diccionarios, y que tiene algún éxito; el de la negridad para identidad cultural del negro, que también ha tenido cierta audiencia, sin llegar a ser eclipsado por el término de negritud, tan bello y tan cargado de gloria, pero que por lo mismo haría falta precisar en razón de su turbia riqueza. Sobre la misma afirmación, creo que faltaría imponer arabiedad, para la identidad de los árabes y, por qué no, ya que la palabra existe, feminiíud para la identidad cultural de las mujeres, la cual no debe confundirse con feminidad, etcétera.

Hasta ahora se ha nombrado, para cada caso, solamente a uno de los vértices del triángulo. Sería útil proseguir este esfuerzo lingüístico y designar igualmente a los otros vértices con vocablos apropiados. Así, sugeriría para el grupo judío: judaisidad, y limitar al judaismo únicamente al sistema de valores de los judíos.

En síntesis, el triángulo de la identidad cultural de los judíos tendría en sus vértices hjudiadad, o el hecho y la manera de ser judío, la cual se definiría por la. judaisidad, o grupo judío y, por otra parte, el judaismo, o conjunto de valores y de instituciones judías. Las nociones de judaisidad y judaismo se definirían una en función de la otra.

Asimismo, el triángulo de la identidad cultural de los negros tendría en sus vértices la negridad, o el hecho y la manera de ser negro, o el conjunto de característicasPage 130que designa a un negro; la negritud o conjunto de hombres negros, y el negrismo o el conjunto de valores e instituciones que rigen la vida de esos hombres. Esto es igualmente válido para la arabidad, arabicidad y arabismo. Cada uno puede, por sí mismo, construir el triángulo de su identidad cultural.

El juego de las inclusiones

Evidentemente el triángulo de la identidad cultural está acotado por sí mismo y no suspendido en el aire como un dirigible; forma parte de una totalidad, de un conjunto más vasto y, al mismo tiempo, de varios conjuntos, homogéneos o heterogéneos entre sí. Además es permeable: una comunidad humana, cerrada en sí misma, está casi siempre en ósmosis con otros grupos, que la engloban, la impregnan, la enriquecen y la inspiran, la oprimen o la favorecen; y ella a su vez aporta a otras comunidades, en retribución para la vida en común.

Esto nos conduce a interpretar al vértice demográfico del triángulo de una forma más o menos extensiva. La identidad cultural del negro americano se refiere, desde luego, a la comunidad negra de su villa; incluso, más allá de su gueto, remite también a la comunidad negra global de Estados Unidos, y aún más al mundo negro en su totalidad, esparcido y diseminado en la superficie de la Tierra. Nos encontramos frente a una serie de inclusiones, en una esfera sociocultural cada vez más extensa, tal vez diluida, pero donde el eco y sus resonancias no cesan de cruzarse y entrecruzarse. Creo haber percibido alguna cosa semejante en las Antillas, donde...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR