Florence Cassez: ¿más allá de toda duda razonable?

AutorAgustín Acosta Azcón
Páginas18-21

Page 19

Antecedentes

La madrugada del 9 de diciembre de 2005, los mexicanos encendieron su televisor y presenciaron un operativo de la AFI en un rancho urbano, en el que sus agentes liberaron “en vivo” a tres personas secuestradas y aprehendieron a Israel Vallarta, el pretendido líder de una banda —los Zodiacos—, y a su acompañante, la ciudadana francesa Florence Cassez.

Sin embargo, al poco tiempo la noticia del espectacular rescate se desmoronó. La averiguación previa fue la primera pieza en contradecir las escenas televisadas. El 5 de febrero de 2006, Florence Cassez llamó al estudio de un programa de televisión en el que entrevistaban a directivos de la PGR y denunció haber sido detenida un día antes y la falsedad de las imágenes. El día 10 de ese mismo mes, el procurador general confirmó que lo visto en la televisión no era genuino, pero que, al fin y al cabo, la chapuza en nada alteraba la culpabilidad de la joven.

Florence Cassez fue acusada de secuestro, portación de arma de exclusivo uso militar y delincuencia organizada. En primera instancia fue condenada a 96 años, y en apelación su condena fue reducida a 60 años. Poco después, el presidente galo, Nicolás Sarkozy, pidió el traslado de su compatriota para que purgara su pena en Francia. El gobierno de México rechazó aplicar un tratado ratificado recientemente y negó la petición por falta de condiciones.

Duda y convicción

La duda es garantía de libertad. Cuando el fiscal afirma, el abogado cuestiona. El escepticismo articula un derecho esencial de toda sociedad libre y democrática. Y precisamente para eso están los tribunales, para sopesar los cargos de un fiscal contra la crítica de la defensa. Sin embargo, a menudo la interrogación racional se ahoga en la estridencia acusadora, impulsada por las pasiones y hoy magnificada por la resonancia de los medios.

En las jurisdicciones anglosajonas, el umbral de condena debe ser beyond any reasonable doubt, más allá de toda duda razonable. Un umbral particularmente difícil de franquear, pues quien decide es un jurado. En inglés, condena se dice precisamente conviction. En México, la presunción de inocencia obliga al fiscal a una exigencia probatoria similar, y un aforismo latino expresa el mismo principio: in dubio pro reo. Sin embargo, aquí la convicción la pronuncia un juez, esto es, un jurista que revisa los extensos folios de un proceso y, en la soledad de su conciencia, dicta un fallo.

Por su parte, la convicción del abogado se genera en los recovecos del proceso. Pero en el caso que nos ocupa, la causa de la joven francesa no es como se vio; las imputaciones que hoy la condenan son islas en un océano de dudas, la mayoría sin respuesta. En esencia, eso quiere decir que los tres testimonios que la incriminan o la señalan, además de contradictorios, son aislados; no encuentran asidero lógico y congruente con las demás piezas del expediente.

Linchamiento mediático

Florence Cassez fue ofrendada a los medios como la “secuestradora francesa”. El estigma cuajó y permanece desde entonces. Y aunque afirmó su inocencia ante las cámaras, su culpabilidad pareció sellada: ahí estaba ella en una casa de seguridad.

Si bien el expediente es el primero en desmentir las imágenes, la principal fortaleza de la defensa está en los testimonios equívocos de quienes deponen en contra de Florence. Originalmente, dos testigos, ante las cámaras, y luego a escasas horas de...

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