Las fibras de la unión y la discordia en una economía exportadora: el caso de las Cámaras agrícolas de Yucatán, 1894-1912

AutorMaría Cecilia Zuleta

El surgimiento, consolidación y crisis de una economía agro exportadora en la península de Yucatán, con base en el cultivo y exportación del henequén, ha sido estudiado desde los más variados ángulos. Así, la historia del auge henequenero cuenta con muy importantes contribuciones. En este trabajo me propongo abordar un tema poco tratado por los especialistas: las estrategias organizativas de defensa sectorial desarrolladas por los productores de la fibra de henequén durante el auge exportador. Me aproximo al estudio de la formación, mecanismos de organización y funcionamiento de las asociaciones de plantadores henequeneros que surgieron a fines del siglo xix y comienzos del siglo xx, las cámaras agrícolas fundadas en 1894 y 1906 en la ciudad de Mérida, Yucatán.

Los esfuerzos de organización de los grupos de productores de bienes primarios, y en particular de productores agrícolas, no han recibido mucha atención de los estudiosos en México. El escaso interés que la historiografía mexicanista ha desarrollado sobre esta temática quizá pueda atribuirse, por un lado, a la fuerte territorialización de los intereses de los productores, que convirtió sus esfuerzos de organización en materia de la historia regional, la cual no incluyó el estudio de estas organizaciones en su agenda de temas prioritarios. Por otro lado, también influyó el impacto que en el terreno historiográfico ejerció el estudio de la revolución, debido a lo cual ha preocupado más el análisis de las reacciones de los productores agropecuarios ante el movimiento revolucionario que el examen intrínseco de sus organizaciones.

Las cámaras agrícolas yucatecas, por su parte, no han sido abordadas en forma específica, sino sólo en relación con el problema de la dinámica de funcionamiento del mercado del henequén. El tema ha recibido poca atención, ya que, generalmente, se ha evaluado como un fracaso la lucha cooperativa de las Cámaras: Se aduce, en primer lugar, no aglutinar al conjunto de los productores; segundo, por el poco éxito de sus intentos por "valorizar" el henequén y retirarlo de las manos de los exportadores más poderosos que concentraban el comercio de fibra; tercero, se les considera organizaciones efímeras que surgieron en los peores momentos posibles –coyunturas de baja de precios de la fibra o de crisis financiera y bancaria– para conseguir bases sólidas de organización y lograr éxito en sus proyectos.

En este breve artículo me propongo presentar una aproximación diferente: en primer lugar, se examina la estructura de estas cámaras agrícolas, el perfil de su base societaria y el programa de acción que proyectaron. En segundo lugar se estudian las gestiones que éstas desarrollaron entre 1894 y 1910, con el objetivo de demostrar que al contrario de lo que se ha afirmado sobre su incapacidad operativa consiguieron –aunque unas veces con éxito y otras con resultados pobres– un conjunto de gestiones defensivas de los intereses de los productores henequeneros que representaban. Por último, se revisa la importancia que tuvieron las acciones de estas cámaras de plantadores henequeneros como respuesta a la matriz del mercado y a la matriz del Estado durante la primera década del siglo xx. Se pretende demostrar que el surgimiento de instituciones de regulación de la producción y comercialización del henequén durante la revolución, desde 1912, tuvo antecedentes en las propuestas que los propios henequeneros organizados fueron produciendo desde fines del siglo xix a través de las cámaras.

El reinado de la fibra de henequén

El cultivo de henequén se inició en la península de Yucatán en la segunda década del siglo xix y comenzó a expandirse al mediar el siglo. Inicialmente fue uno más de los cultivos de la península (junto con la caña de azúcar, maíz, frijol y tabaco), pero esto cambiaría radicalmente durante la segunda mitad del siglo xix.

Una combinación de factores exógenos y endógenos abrió, a mediados del siglo xix, la posibilidad de su exportación. Posteriormente, a fines de la década de 1870, la invención de la máquina cosechadora abrió otro mercado para la fibra de henequén: la fabricación del hilo de engavillar para la cosecha mecanizada de cereales en Estados Unidos (binder twine). Estos adelantos técnicos, ubicados en el lado de la demanda de fibra, coincidieron con otros ubicados del lado de la oferta. Con apoyo del gobierno estatal, los plantadores lograron la invención de una raspadora (eureka) y un tren de raspa a vapor, que les permitían incrementar los volúmenes y rendimientos de fibra producida por cada hoja cosechada. Como se ha afirmado, el henequén había finalmente "encontrado su sitial" en el mercado mundial gracias al desarrollo de nuevas tecnologías. Para 1900, el 85 por ciento de todo el hilo de engavillar del mercado mundial era fabricado con fibras de henequén.

Por lo anterior, el cultivo de henequén aumentó en la península a ritmos espectaculares: los sembradíos de este agave alcanzaron un número de 4 993 152 matas en 1861 a otro de 659 557 440 matas en 1909. De una superficie cosechada de 15 380 hectáreas en 1880, se cosecharon en 1914 un total de 149 577 hectáreas. El henequén fue convirtiéndose en el principal cultivo de la península: mientras en 1845 ocupaba apenas, junto con el tabaco, el 8.6 por ciento de la superficie cultivada, en 1881 alcanzó el 72.6 por ciento de ésta. La producción de esta fibra destinada a la exportación, en consecuencia, también dio otro salto espectacular: pasó de 18 179 toneladas en 1880 a 101 393 en 1904, y a 150 800 toneladas en 1913.

El cultivo a gran escala de henequén generó, entre 1870 y 1890, una economía regional de plantación orientada a la agroexportación –especialmente hacia el mercado estadounidense–, organizada en el trabajo permanente de mano de obra indígena sometida a duras condiciones. El conjunto de la economía regional quedó sujeta a los ciclos de auge, contracción y crisis del mercado mundial de fibras. En este mercado, el henequén compitió permanentemente con la fibra del abacá filipino, considerada de mejor calidad, pero entre 1891 y 1922 aproximadamente, la fibra yucateca llegó a controlar más del 80 por ciento del mercado mundial de fibras, para después disminuir su participación en el mercado mundial.

La especulación en el mercado de tierras y de financiamiento de la agricultura henequenera se extendió en la región vinculada a los ciclos de alza y baja de precios del henequén, y a la inelasticidad de la oferta de henequén ante las fluctuaciones del ciclo corto (esperar siete años entre la siembra y la primera cosecha del henequén). Así, la expansión del cultivo henequenero trajo la progresiva concentración de producción y exportación, lo cual fracturó a los plantadores ante el surgimiento de una élite que concentraba la mayor cantidad de producción mientras se vinculaba con el mercado internacional, así como el capital para financiar la producción en el ámbito estatal. Esta concentración se patentó durante la década de 1890, particularmente desde 1893, y luego se profundizó entre 1902 y 1908.

La concentración de los negocios se aprecia si se atiende tanto a la distribución de la propiedad de la tierra como a la exportación. Por ejemplo, para 1899-1902, ocho propietarios controlaban un total de 114 fincas y un total de más de 550 mil de hectáreas (estimación aproximada), lo cual implicaba también controlar entre 11 y 14 mil trabajadores, aproximadamente. En cuanto a la exportación, durante 1890 y 1900 eran varias las casas exportadoras que operaban en Yucatán: de entre más de 20, las más fuertes eran Escalante e Hijo (19% del total de fibra exportada), Manuel Dondé y Cía., Urcelay y Cía. (15%), Ponce y Cía. (6%), Molina y Cía. (24%), y la Casa Peirce, en manos del cónsul británico en Mérida (36%). Todas ellas estaban alineadas en el terreno político en torno a tres facciones diferentes: las dos primeras al sector peoncista (liberales), y las siguientes al sector cantonista. Luego, a fines de la década, quedaron divididos en dos camarillas, la cantonista y la molinista. Hacia 1909, un informe de la propia cámara agrícola registra que ya habían quebrado las casas Escalante y Dondé, y el conjunto de las casas exportadoras se había reducido a sólo siete, entre las cuales la casa Avelino Montes-Molina controlaba el 70 por ciento de la fibra vendida. Además, el clan Molina controlaba los resortes fundamentales de la política estatal y tenía las puertas abiertas en el gobierno nacional. Por ejemplo, eran más de 10 los miembros de la familia Molina que ocupaban cargos en el gobierno estatal, como representantes políticos o como funcionarios. En suma, la movilización y concentración en los negocios se trasladó al terreno de la política estatal.

Por todo lo anterior, puede asegurarse, como ha sido ya señalado, que "el henequén fue el centro de la vida económica de Yucatán desde 1860 a 1940". Su producción moldeó las relaciones sociales en torno al poder de la tierra y del negocio de la exportación, dando origen a una férrea élite económica y política regional, conceptuada, por muchos autores, como oligarquía henequenera, la cual desarrolló además del monocultivo la red ferroviaria peninsular.

El henequén no sólo nutrió los negocios privados de la península, sino que también aportó una sólida base a los negocios públicos: generó los recursos principales del erario público estatal desde mediados de la década de 1880 (en 1883 se creó un impuesto a la producción de henequén que llegaría, a comienzos del siglo xx, a producir más del 70% de los ingresos de la hacienda estatal). Por todo esto, todavía en 1940, liquidada la élite porfiriana...

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