La evasión constituyente

AutorJesús Silva-Herzog Márquez
Páginas14-15

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Legislar ha sido la forma más popular de la evasión política. Para no hacer, normar. Con frecuencia la simula-ción ha adquirido entre nosotros formato legislativo. ¿Cuántas leyes han sido promulgadas para fugarnos de la acción, para desertar de la realidad? La historia de México ha estado marcada por esa fantasía de la proclamación. Decretar derechos sin preocuparse por los mecanismos que los hagan exigibles, proclamar ideales como si fueran reglas, trazar en ley la silueta de la justicia y confiar que ésta formará cuerpo automáticamente. Hemos enterrado la solución de muchos problemas en la vacía retórica abogadil. Postergar la acción creyendo en la hechicería de palabras que se ordenan en el solemne articulado de la ley. Pocas cosas han resultado tan nocivas para la construcción del Estado de Derecho como esta persuasión oratoria. La ley se pervierte desde el momento en que se le concibe como poción mágica, cuando se le subordina a los afanes retóricos de los demagogos.

Hoy en la Ciudad de México la fórmula de la evasión se repite con un agregado grandilocuente: darle constitución a la capital de país.

No cualquier ley: ¡Constitución! La irrelevancia se nos presenta como hazaña. Los políticos nos pintan un evento intrascendente como si se tratara de un logro histórico, como si fuera una conquista fundamental después de siglos de atropello, el ejercicio de un derecho que mar-

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cará un cambio radical en la ciudad. El desinterés que genera el proceso en la ciudadanía es sólo comparable con el entusiasmo de sus promotores. Ahora sí tendremos todos los derechos, ahora sí decidiremos sin intermediarios, ahora sí seremos iguales. Se limpiará el aire, los animales dejarán de sufrir, la seguridad regresará a las calles. Es imposible escuchar la radio sin sufrir el embate de la demagogia de todos los partidos que nos ofrecen la luna en formato constitucional. Los partidos, y ahora también los independientes, desfilan en procesión de banalidades. Cada uno a su modo, y sin mayor imaginación, describe a la asamblea constituyente como la partera de una nueva ciudad.

La propaganda con que nos bombardean a diario todos los partidos resume el despropósito. El PRD de la ciudad celebra que aquí tenemos todo. No nos falta nada... más que una constitución. El triunfalismo de los perredistas sólo ubica como carencia una ley. El partido que gobierna la capital desde hace más de 18 años lo anuncia en su página con una curiosa redacción: “En...

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