Ética y dialéctica o ética dialéctica

AutorGustavo Salerno
CargoDoctor en Filosofía. Profesor en las facultades de Humanidades y de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
Páginas335-365
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Andamios
ÉTICA Y DIALÉCTICA O ÉTICA DIALÉCTICA
Gustavo Salerno*
RESUMEN: El presente trabajo pretende a) reconstruir la com-
prensión que Karl-Otto Apel tiene de la dialéctica, b) con especial
referencia al modo en que ella opera en el ámbito de la ética, y c)
mostrar una cierta dificultad de dicha concepción. Concre-
tamente, ésta radica en el señalamiento del cacter a priori de
los elementos contrapuestos (idealidad y facticidad) y, a la vez, en
la postulación de la disolución de la tensión entre ellos. Al contrario
de esto, se propone hacia el final una perspectiva que toma en
consideración una interdependencia irrebasable.
PALABRAS CLAVE: Ética, diactica, idealidad, facticidad, a priori.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
El giro linístico-pragmático-hermeutico de la filosofía con-
temporánea, junto a la preocupación constante por la quaestio juris
planteada por Kant, permiten a K.-O. Apel impulsar una ampliación
del concepto de razón. El punto de partida de este intento viene dado
por el hecho de que todo pensamiento se halla lingüísticamente media-
do, y por la imposibilidad de un lenguaje privado. Una comprobación
elemental del vínculo entre razón, lenguaje e intersubjetividad que así
surge se obtiene al reflexionar críticamente acerca de si lo que sos-
tenemos en un discurso, o lo que simplemente pensamos, podría ser
fundamentado ante otros y aceptado por éstos. Apel encuentra en esta
crítica semiótico-trascendental la recuperación del carácter dialógico
de la razón ya entrevista en el pensamiento antiguo, en virtud de que el
pensar no es una marca que se dirige al objeto del que se trata, ni el len-
guaje un instrumento diseñado para tal fin, sino que ambos se
* Doctor en Filosofía. Profesor en las facultades de Humanidades y de Psicología,
Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. Correo electrónico: salguz@gmail.com
Volumen 8, número 15, enero-abril, 2011, pp. 335-365
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GUSTAVO SALERNO
desarrollan siempre dentro de un a priori intersubjetivo de la relación
sujeto-(co)sujeto. En el contexto de un tal a priori es posible anticipar
las reales o posibles objeciones de los miembros de una comunidad
de comunicación, así como los argumentos de respuesta para el lo-
gro de un reconocimiento universal. La intersubjetividad, por ende,
viene dada en el modo de nuestra socialización y comprensión en el
marco de una comunidad, pero también se muestra como el horizonte
que persigue todo ser argumentante al elevar pretensiones de validez.
La superación del solipsismo metodológico característico del pa-
radigma moderno de la conciencia, y de toda filosofía que no ha
efectuado o completado los “giros” antes mencionados, tiene lugar en
el marco de una semiótica trascendental. A diferencia de la filoso-
fía trascendental csica, “en lugar de la reflexión sobre las condiciones
de posibilidad y validez de la experiencia, aparece aquí la reflexión
sobre las condiciones de posibilidad y validez de los argumentos con sen-
tido”, con lo que la reflexión se extiende a “las condiciones de la
argumentación con sentido en el marco de y con relación a una co-
munidad de argumentación” (Kuhlmann, 1982: 161). Asimismo,
intersubjetividad y comunidad de comunicación se refieren en Apel
recíprocamente, pues se produce una transformación de la función
sujeto en la de inrprete de signos.
Ahora bien, la reflexión trascendental no sólo explicita nuestra doble
pertenencia a una comunidad real e ideal de comunicación, sino tam-
bién que existe un “entrelazamiento trascendental” entre ellas. Es decir,
para Apel, en la argumentación en serio ha de reconocerse nuestra par-
ticipación en una comunidad de argumentación ya siempre alcanzada,
y en otra que se anticipa contrafácticamente: en la primera, se presupone
que la precomprensión del mundo y el acuerdo con los demás se hallan
condicionados sociocultural e históricamente; en la segunda, el argu-
mentante tiene que hacer valer las condiciones y los presupuestos ideales
y universalmentelidos de la comunicación.
Consecuentemente, existe una cierta relación diactica entre los
condicionamientos fácticos e ideales de la comunicación. Mi propósito
es, en principio, el de reconstruir los argumentos según los cuales
Apel entiende que en dicho marco se inserta lo que llama una ética del
discurso, para posteriormente plantear la pregunta acerca de si es posible

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