Epistemología y comunicación. Notas para un debate

AutorTanius Karam Cárdenas
CargoDoctor en ciencias de la información
Páginas97-124

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Para los estudios de comunicación, el debate sobre lo “científico” o la cientificidad de la comunicación ha tenido múltiples formas que van desde la franca molestia por lo que se considera poco sostenible, como una especie de “razón perezosa” para los investigadores de la comunicación. Algunos de quienes han emprendido el derrotero intelectual de esta pregunta son autores como Raúl Fuentes Navarro, Jesús Galindo, Héctor Gómez, que han sido, en distintos momentos de su práctica docente, profesores en teorías de comunicación; han producido materiales de análisis sobre el campo académico de la comunicación. MuyPage 98frecuentemente, aunque no es su objeto formal, las teorías de la comunicación devienen auxiliares para reflexionar los problemas del campo académico y la formación de currículos de estudio; asimismo, en el análisis de las implicaciones políticas y culturales de la comunicación como objeto, profesión y espacio profesionalizante. De la misma manera, nos parece que las teorías de comunicación desempeñan un papel central en las grandes preguntas que hoy día se formulan las humanidades y las ciencias sociales, y para ello es necesario abundar en la epistemología de la comunicación como la materia en la que tal discusión tiene lugar.

Sentidos del debate sobre si la comunicación es una ciencia

La pregunta sobre la cientificidad de la comunicación es con frecuencia molesta para algunos sectores y grupos (dentro y fuera de la comunicación), ya que parece pretenciosa y remite a un debate en el cual, se supone, quienes enuncian la pregunta pertenecen a un grupo que excluye a quienes la pueden responden negativamente. De principio, nos parece importante aclarar que más allá de la respuesta, lo importante es el debate y la discusión que puede tener muy diversas áreas de aplicación que van desde formación de currículos, hasta proyectos científicos que den una mayor fundamentación a la reflexión sobre los objetos y métodos de la comunicación.

El sentido de la formulación parte del hecho de que nuestra experiencia nos ha demostrado que con mucha facilidad, académicos e investigadores (que reconocen su pertenencia laboral, institucional y académica al campo comunicativo) cedan a una respuesta rápida, ya que por lo general, para ciertas prácticas académicas, no es necesario responder con rigor, o bien porque se considera una pregunta muy extensa, o como critica Santos (2000), debido a una especie de “razón doliente” o “perezosa”, que cede ante la complejidad del mundo y una comprensión razonablemente consistente de éste; es una extensión de cierta razón que se auto-percibe como imponente y derrotada de ante- mano para dar algunas certidumbres sobre el mundo que nos rodea.

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La respuesta por la posible cientificidad de la comunicación no puede obviar lo que para otros ámbitos se ha dicho sobre el diálogo entre los distintos saberes y disciplinas; tampoco se puede omitir lo que la filosofía de la ciencia dice así como los paradigmas emergentes para referir el diálogo entre los saberes científicos. Si nos atrevemos a formular la pregunta en este ensayo, es porque creemos que tras sus respuestas se esconden algunos visos apasionantes para el debate intelectual sobre la realidad social y el papel que cumple la comunicación, ya no como medio, sino como objeto-método en la percepción, explicación y comprensión de esa realidad (Becerra, 2004). La pregunta porta un sentido que consideramos didáctico y formativo, además de impulsar una argumentación en el profesional de esta área sobre el sentido de sus prácticas. El debate sobre la “cientificidad” de la comunicación, más que una apología de la modernidad y la razón, es justamente la reflexión sobre las limitaciones de esa razón moderna y sus abusos; es una reconsideración del propio objeto (que de entrada pensamos que no puede vincularse únicamente a los medios masivos). Nos preguntamos si no será la comunicación el vértice que anuncia el cambio y la necesaria traslación de las ciencias sociales y las humanidades. ¿No implicará una nueva forma para percibir la relación entre los distintos saberes sociales y humanísticos?

Cuando en otros contextos hemos propuesto la pregunta (muy en especial las propias escuelas de comunicación), la mirada es de recelo y desconfianza, porque justamente las ciencias sociales (historia, economía, política, sociología, derecho, antropología) siguen otro camino y no parece que esta pregunta sea “políticamente correcta” en un mundo científico y académico más interconectado, donde justamente lo “tardo” o “post” moderno como clima de pensamiento priva y establece que no es posible asegurar (casi) nada o que las pretensiones sobre cualquier fundamentación rigurosa son vistas, en el menor de las casos, con suspicacia o franca animadversión. Nos preguntamos, por el contrario si no se esconderán, tras la reflexión de la comunicación nuevos retos para la reflexión inter-disciplinaria de las ciencias sociales. Con frecuencia, la comunicación es vista como una hermana menor de las ciencias sociales; de hecho, si se le acepta como saber disciplinario,Page 100es la más joven en su institucionalización. Wallerstein (1996: 52) alude a los estudios de comunicación en una ocasión para nombrarlos como un área interdisciplinaria, al igual que las ciencias del comportamiento, ciencias administrativas; es decir, funcionan con membretes para agrupar una serie de saberes y preocupaciones que no son plenamente atendidos por alguno de los conocimientos disciplinarios convencionales. Es un hecho que para los científicos, la comunicación es un objeto genérico, una actividad; es algo práctico que se asocia a las técnicas, sus usos y lenguajes. En tal caso, “lo único científico” serían los conocimientos específicos que ayudan a explicar fenómenos vinculados a estas prácticas.

En el siguiente subapartado, queremos resumir de manera apretada dos respuestas al estado sobre la respuesta de si la comunicación es una ciencia o no, de las que deseamos desprender una actitud moderada, la cual conlleva otras preguntas, más sugerentes acaso que las mismas a las que dieron origen.

De las respuestas parciales a su imposibilidad tácita

En términos generales hay autores que han optado por entender a la comunicación como una hija subordinada de la sociología, la psicología y la ciencia política. Para estos autores, la comunicación debe tomar los métodos de estas disciplinas. No es una disciplina en sí misma, sino que se encuentra condicionada a “ver” y “pensar” como lo hace la sociología o la psicología. En realidad, esta es la opinión dominante y en ella hay argumentos más o menos consistentes, desde quienes simplemente evitan el debate hasta aquellos que tratan de responder de manera más rigurosa: de desarrollar una gradiente a opciones y alter- nativas, muchas de las cuales no responden categóricamente que la comunicación no puede ser una ciencia, como se puede ejemplificar en la idea señalada por Ángel Benito (1996: 13-24), quien considera a la teoría general de la información como una ciencia matriz. El carácter de esta teoría es ser una especie de ciencia matriz, que se sitúa como precedente académico necesario para el desglose pormenorizado de las disciplinas particulares destinadas al estudio e investigación de cadaPage 101uno de los diez elementos del proceso comunicativo que identifica (parafraseando a Harold Lasswell). Este autor español menciona: 1) quién, (2) qué, (3) canal, (4) cómo, (5) A quién, (6) qué consecuencias, (7) por qué, (8) bajo qué condiciones y responsabilidades, (9) qué medios auxiliares, (10) qué circunstancias sociales. De acuerdo con esta idea, la comunicación sería, en sí misma, un conjunto de disciplinas cuyos saberes corresponden a dar cuenta sobre cada uno de estos aspectos: actores, mensajes, canales, contextos, etcétera.

Esta imagen justificaría el saber necesario para responder consistentemente a los problemas que implican las cuestiones de los actores, mensajes, canales, contextos, etcétera. Esta dispersión hace que la comunicación pueda incumplir uno de los principios para la definición de un espacio conceptual como científico: su delimitación objetual. Sin objeto específico, de acuerdo con los paradigmas convencionales, no hay ciencia. Las confusiones se han hecho extensas al campo de estudio, a las universidades, a sus centros de investigación en el área, las cuales en ocasiones tienen problema para dar definiciones consistentes, y solamente se dejan llevar por una corriente que apunta hacia la dispersión de ideas, juicios y saberes que renuncia a cualquier sistematización arguyendo la complejidad de la comunicación como fenómeno integral para comprender la vida social y cultural.

Una de las preguntas centrales en torno al debate sobre la cientificidad es precisamente el del objeto: ¿debe considerarse solamente a la comunicación de masas o bien otras formas de comunicación? Rodrigo Alsina (1995) sugiere partir de una visión extensa de la comunicación y luego ir particularizando, entre otras razones, porque en la propia comunicación colectiva participa una serie de procesos que pertenecen al ámbito de lo interpersonal, familiar, grupal, etcétera, que no pueden ser plenamente abordados por una teoría de la comunicación masiva. Esto es relevante, porque aun cuando la comunicación...

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