Una economía de mercado convertida en una sociedad de mercado ¿tiene relación con la corrupción?

AutorC.P.C. y C.I.A. Beatriz Castelán García
CargoAcadémica de la División de Estudios de Posgrado, FCA-UNAM
Páginas72-72
72
COLUMNA
ABRIL 2015
TIENE RELACIÓN CON LA CORRUPCIÓN?
UNA ECONOMÍA DE MERCADO
CONVERTIDA EN UNA SOCIEDAD
DE MERCADO
C.P.C. y C.I.A. Beatriz Castelán García
Académica de la División de Estudios de Posgrado, FCA-UNAM
HORIZONTES
Una economía de mercado, como sabemos, basa su f uncio-
namiento en la ley de la ofert a y la demanda, que la guía
como principio de equilibr io de los precios, es decir, como
herramienta de orga nización de la actividad productiv a. Sin
embargo, en la práctic a este papel no ha podido cumplirse,
lo cual ha dado lugar a una decl inación paulatina y continua
del estado de bienestar, eje del concepto, como consecuen-
cia de crecientes desequilibrios originados por los ele vados
índices de concentración de la riqueza, con el consecuente
desconcierto en la sociedad, e n particular en las so ciedades
americana y eu ropea. En este sentido, el estadounidense Mi-
chael Sandel1 manifies ta su preocupación por el papel que el
dinero ha venido ejerciendo en la mercant ilización de múlti-
ples aspectos de la vida moder na que trascienden a: poseer
un mejor auto, beber exclusivos vinos, usa r traje, vestidos,
relojes, zapatos exclusivos y simila res, para hacer presencia
también en aspe ctos fundamenta les de la vida como la sa-
lud, la educación, la justicia, la vida y ot ros aspectos sujetos
al poder de mando del dinero, que ha n afectado la armonía
de las sociedades en asp ectos vitales. A l respecto, M. San-
del2 plantea que es preciso ref lexionar sobre el papel de los
mercados y el dinero en nuestra s sociedades denominadas
democráticas, en donde par te importante de la vida compar-
tida depende de cuánto dinero se t iene.
Por medio de la mercantili zación que se vive hoy, el plantea-
miento lógico visible es pregu ntarnos si en la práctica habrá
algo que el dinero no pueda comprar, cuya respuest a nos lleva
a horizontes borrosos con l ímites desdibujados, en donde la
economía de mercado por medio de una evolución silenciosa
se ha convertido en una “soc iedad de mercado”, en la cual se
puede comprar desde el no hacer filas, e s decir, pagar un pre-
cio mayor para ingresa r por accesos preferenciales —pa ses
VIP— a cualquier eve nto, parque de recreación o simi lar con
prioridad, o por medio de persona s que se alquilan y son pa-
gadas para hacer la f ila. Asimismo, se pueden comprar y ven-
der los derechos de procreación; o bien, si un crim inal desea
una celda y privi legios en una cárcel, los puede comprar; hay
vías exclusiva s de tránsito para los que pagan e sa ventaja; hay
que pagar por estaciona rse en la calle, etcéter a. Situaciones
que generalmente no se cuestiona n, pero que implican que al
tener dinero se puede part icipar en la mercantilización, pero
si no, existen limit antes vivenciales a veces impor tantes.
Aunque, en otras dimens iones, cuando se trata del dinero requerido
para tener acceso a educación de cal idad, a la salud, a la justicia e
inclusive a la política, la sit uación porta implícitamente una impor-
tante desigualdad, que i nvolucra valores que deberían ser repla n-
teados, debido a que el ambiente mercantili zado de las sociedades
de hoy, parece carecer de límites a l dejar comprar y vender desde
concesiones, permisos y ventaja s en principio fuera de normas; el co-
mercializa r sin barreras serv icios de salud onerosos e innecesarios,
pero lucrativos; mercanti lizar órganos e n igual forma; considera r
el pago de colegiaturas como generador de derechos de aprobación
escolar cuasi-automát ica, hasta la compra-venta de votos y, por lo
tanto, posiciones políticas, o voluntades, p or medio del mercado de
incentivos en efecti vo que, sin duda, corrompen la voluntad superior
de congruencia y respeto soc iales. Circunstancia que ha colocado a
muchas sociedades a nivel mundia l y a la nuestra en particula r, en
una situación de degradación de la v ida cívica, social, de medio am-
biente y de negocios, al dejar operar meca nismos de corrupción, di-
rigidos por el poder adquisit ivo del dinero y la comercialización, que
no son normales y a los que no debería mos acostumbrarnos por su
incidencia en la desestr ucturación social y huma na que propician, al
ser ajenos a la vida de la sociedad en s u conjunto. Situaciones comple-
jas por su heterogeneidad no deben ser vis tas con pesimismo, pero
sí con una óptica de principios ét icos tendientes a volver la mirada a
la recuperación de las vir tudes de una sana economía de mercado
contemporáneo, el cual precisa e valuar sus resultados productivo s y
distri butivos, dentro de una dimensión de equilibrio de la so ciedad
que la beneficie y respete.
La creciente corrupc ión a nivel mundial y desde luego nuestr a si-
tuación nacional —que menciono en el ar tículo anter ior de esta
sección: “Corrupción: ¿una preo cupación mundial?”—, está n re-
lacionados con la acelerada degradación y, por lo tanto, precisa n
de una puntual eva luación de las causales del deterioro socio-e co-
nómico creciente, y de su interacción con el desmesurado va lor
apreciativo del dinero que div ide a la sociedad en segmentos de
población que se distancia n, según datos incontest ables de con-
centración de riqueza y poder dentro de la s ociedad mercantiliza-
da que la rige y que constitu ye una alerta como r iesgo crítico de
gobernabilidad . Sin duda, un elemento fundamenta l que deberá
ser considerado por cualquier ciudada no dentro de todos los ámbi-
tos de acción y desde luego por la Contaduría Pública, d ada la na-
turaleza de su ac tividad per-se, en relación con este riesgo clave, si
se requiere part icipar en una lucha anticorr upción con un enfoque
amplio y estratégico, en el que, desde luego, amplios sectores es tán
interesados por su impacto en la socie dad y sus valores.
1 Profesor en Har vard University d e Filosofía.
2 L´OBS. Edition 2615 18-24, décembre 2014.

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