Disidencia literaria en la frontera México-Estados Unidos

AutorRoxana Rodríguez Ortiz
CargoCandidata a doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Correo electrónico: roxrodri@yahoo.com.mx
Páginas113-137

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El arte es entonces un redoblamiento de vida, una especie de emulación en las sorpresas que excitan nuestra conciencia y la impide adormecerse.

GASTÓN BACHELARD

En la frontera México-Estados Unidos, confluyen distintas manifestaciones culturales, inherentes a los procesos históricos de la región, que se traducen en una multiplicidad de referentes simbólicos representados, en la mayoría de los casos, de forma alegórica, debido a que la Frontera está conformada por fenómenos sociales disímiles, derivados de un constante intercambio cultural y económico dentro de un marco geográfico particular, que son reproducidos por el imaginario colectivo mediante determinadas expresiones artísticas que dan fe de su movilidad y vulnerabilidad. Dichas expresiones comprenden un conjunto de valores socioculturales (costumbres, tradiciones, ideologías) que los habitantes fronterizos comparten y representan con la intención de conformar cierta identidad grupal, así como de establecer vínculos de pertenencia con una región cambiante constituida, en su

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mayoría, por migrantes de otras latitudes que han llegado a la frontera México-Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de desarrollo.

La dramaturgia, la literatura, el cine, la fotografía, las artes plásticas y, recientemente, el arte multimedia, el performance y la instalación son algunas de las disciplinas artísticas que han sobresalido en la frontera México-Estados Unidos. Todas son igualmente ricas en contenidos conceptuales, ideológicos, estilísticos y temáticos. Lo que las hace más asequibles es el alcance y la recepción que se tenga de ellas en distintos ámbitos, que pueden ir de lo académico a lo cotidiano; de lo artístico a lo político; de lo regional a lo global; de lo individual a lo colectivo. En este sentido, intentar abarcar más de una sería imposible en tiempo y forma, por lo que limitaré los alcances de la presente investigación a elaborar un análisis comparativo intercultural de dos escrituras colindantes: la escritura chicana y la escritura fronteriza.

Recurro a los estudios interculturales debido a que éstos se fundamentan en las complejas relaciones que se establecen entre diferentes culturas que interactúan entre sí con la intención de fundar interrelaciones equitativas entre comunidades e individuos que han sido excluidos por diferentes factores, principalmente por asimetrías sociales y económicas, como las que se observan en los estados fronterizos y en la conformación de las comunidades chicanas, mientras que la intención de elaborar una análisis comparativo consiste en puntualizar las diferencias que existen entre la poética de uno y otro lado de la frontera, pues, en el mejor de los casos, algunas personas asumen que son similares debido a que desconocen el marco histórico en que se configuró la frontera México-Estados Unidos como actualmente la conocemos. Esto último no es un aspecto menor, pues involucra factores económicos, políticos, sociales y culturales que sirvieron para constituir diferentes tipos de comunidades, con distintas necesidades y problemáticas.

De tal forma, resulta necesario elaborar una distinción intercultural entre ambas literaturas liminales y posmodernas para: 1) definir las variables estilísticas y lingüísticas que me permitirán realizar el análisis comparativo, tomando como eje el espacio en que se inscriben los textos, pues en la escritura chicana predomina el espacio ideológico,

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mientras que en la escritura fronteriza, el espacio urbano; 2) afirmar que no se puede hablar de literatura fronteriza en general, como algunos críticos lo han hecho, pues eso implicaría desmerecer, o invalidar, la labor de alguna de las partes.

Las variables que consideraré para analizar la escritura chicana son aquellas que se relacionan con la construcción del sujeto chicano y con los procesos psicosociales y lingüísticos que repercuten en la forma como se representan ante el otro. Una representación que incluso llega a ser teatral, pues el sujeto chicano tiene la particularidad de ser concebido a través del insulto, de la violencia, de la opresión y de la dominación cultural,1 mientras que el sujeto transfronterizo (el sujeto que habita el norte de México y constantemente transita entre uno y otro país, ya sea para trabajar, estudiar, ir de compras, entre otras actividades) no incurre en procesos de formación identitaria tan complejos, por lo que las variables que deben analizarse en la escritura fronteriza se refieren principalmente al fenómeno urbano, a las características del espacio liminal, a la reconfiguración social de la mujer y a la materialidad de su cuerpo como agente activo de la economía.

Performatividad discursiva en la literatura chicana

La literatura chicana de los estados fronterizos de Estados Unidos se conoce como border literature or border writting, según afirma Socorro

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Tabuenca, debido a que "la mayoría de las veces se refiere más a conceptos que a una región geográfica" (Tabuenca, 1997: 87). Es una literatura producida, principalmente, por escritores y críticos chicanos, que ha provocado cambios sustanciales en la articulación social de sus comunidades dentro de la sociedad estadounidense, gracias a un esfuerzo por preservar sus orígenes, a una necesidad por denunciar las actitudes xenófobas de las que son víctimas, y para forjar un espacio de igualdad y de respeto en su comunidad. Esta situación ha provocado un resquebrajamiento "en el discurso monolítico de la American Literature" (Tabuenca, 2003: 393), pues la literatura chicana tiene la particularidad de distinguirse del resto de lo que se hace en el sistema literario estadounidense, ya que sus raíces culturales delimitan su unicidad, así como los temas que la definen como tal.

La literatura chicana es propia de un grupo minoritario de los Estados Unidos que utiliza una estrategia de representación conocida como performatividad para personificarse como sujetos mediante una imagen construida en el imaginario colectivo liminal.2 El poder performativo chicano combina una serie de estrategias mediáticas y artísticas que contrarrestan el abuso de poder estadounidense, pues hace plausible la vulnerabilidad de su comunidad -color de piel, idioma, tradiciones- a través de acciones teatrales que enfatizan los rasgos raciales por los que son sometidos y subyugados. Este acto de simulación casi mimético e incluso teatral denominado performance tiene una relación directa con el ritual, sobre todo en los artistas fronterizos, pues reproducen eventos pasados, mientras que los futuros son velados por el acto mismo. Es decir, toman elementos indígenas, religiosos e incluso de la cultura consumista estadounidense para realizar una crítica performativa -en la que, desde una perspectiva posmoderna, confluyen disciplinas artísticas complementarias, como el video, la instalación, la fotografía, el cuerpo mismo-, mediante la cual transforman su entorno, rompen con los contextos previos e inauguran la posibilidad

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de generar contextos futuros. La performatividad, entonces, "tiene su propia temporalidad social dentro de la cual sigue siendo efectiva gracias a los contextos con los que rompe" (Butler, 1997: 71).

Los/as chicanos/as han aprovechado el acto performativo para incorporarse a la comunidad estadounidense, gracias a un refinado sentido para reproducir actitudes y conductas. Esta reproducción -o imitación- les ha permitido pertenecer a ambos lados de la frontera e identificarse como minoría, a pesar de las desventajas que esto trae consigo, como la dificultad para establecer vínculos con otras personas ajenas a su comunidad. En este sentido, la literatura chicana reivindica al migrante como sujeto bilingüe e intercultural que ha sabido replantear su situación fronteriza, desde donde tiende puentes para resarcir la herida abierta que existe entre el tercer y el primer mundo, pues justo en medio de estos dos surge un tercer país que conforma, como menciona Gloria Anzaldúa, a border culture: una cultura metafórica narrada desde el Primer Mundo (Anzaldúa, 1987).

Ubicar los inicios de la literatura chicana resulta complicado, pues algunos críticos literarios e historiadores se remontan a la época de la conquista española: afirman que en las crónicas y en las historias de los primeros colonizadores se fundamentan los relatos chicanos (un ejemplo es Naufragios [1542], de Álvar [o Álvaro] Núñez Cabeza de Vaca). Otros afirman que con la aparición de poemas, cuentos y otros textos en publicaciones estadounidenses, durante los siglos XIX y XX, se gesta un movimiento literario diferente al que se hacía en esa época, cuya manifestación implica una afirmación identitaria frente al otro. Esta afirmación identitaria también es resultado de un complejo proceso formativo o constitutivo de los sujetos, que, desde la óptica butleriana, significa aludir a la presencia del otro, aunque sea mediante insultos, para darle cierta participación social al sujeto referido, en este caso al sujeto chicano. En este sentido, tanto la escritura chicana, como la comunidad chicana se origina en el momento de su colonización cultural, pues a través del insulto les empiezan a construir una identidad que exaltaba aspectos aislados y momentáneos de su realidad (como el hecho de llamarlos frijoleros, borrachos, holgazanes, etcétera), que posteriormente se transformó en un movimiento cultural (en contra del racismo imperante) y, por ende, en una comunidad con voz propia

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en todos los Estados Unidos, la cual ha sabido aprovechar las expresiones artísticas, como el teatro, la literatura, la pintura, el performance, así como los medios de comunicación, para mantenerse unida y darse a conocer en otras latitudes.

El insulto "es una de las primeras formas de agravio lingüístico que uno aprende". Pero la interpelación del...

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