El discurso de los derechos humanos, ¿protege los derechos humanos de la mujer?

AutorElena Grillenzoni
Páginas1-36

Like all bullies, the new feminists are attacking their easiest target: language1

Michael Levin

Introducción

Comenzaré la exploración lingüística de los derechos humanos de la mujer haciendo una pregunta básica: ¿Los actos simbólicos tienen un impacto en las vidas de los seres humanos o, en otras palabras, el lenguaje afecta las condiciones materiales? La respuesta parece directa, y disciplinas como la Antropología, la Sociología y hasta la Lingüística han mostrado cómo el lenguaje modela y reforma las identidades y afecta las formas en las que experimentamos el mundo. En el campo de los derechos humanos de la mujer, como Priscilla Wald explica en su contribución a la conferencia Language and Human Rights: Rhetorical Acts, Material Consequences (Lenguaje y derechos humanos: actos retóricos, consecuencias materiales), "las consecuencias materiales de los actos lingüísticos son evidentes: pueden alterar las vidas de los seres humanos si no es que salvar sus vidas o acabar con ellas" (2005: en línea, traducción propia). Los actos retóricos alteran las vidas de los seres humanos en la medida en la que silencian los reclamos de derechos humanos de la mujer y pueden salvar o acabar con vidas en el caso de represión en actividades públicas. De hecho, los derechos lingüísticos, libertad de expresión, cuestiones de asilo y refugio son considerados como más "urgentes" y "dramáticos" (Patrick 2007: en línea,Page 2traducción propia) que aquéllos en los que me enfocaré aquí. Sin embargo, intentaré demostrar que mi perspectiva es igualmente 'urgente', ya que al implicar una interpretación de los derechos humanos como fuertemente ligados al lenguaje, permite comprender la responsabilidad del lenguaje en el reforzamiento de ideologías de género.

Mi punto central es la relación entre el lenguaje y la protección de los derechos humanos de la mujer. Esto trae a juego dos factores importantes: género y discurso. Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre género y discurso, desde distintas perspectivas: lingüística, sociolingüística o filosófica2. Además de éstas, van las ideas del sentido común definidas como "folk-lingüística" (Goddard y Patterson 2000: 27, traducción propia).

Comenzando con la suposición de que hay claras diferencias entre hombres y mujeres, estas nociones asumen que no sólo las mujeres y los hombres usan el lenguaje de forma distinta, sino que también se comunican de manera diferente. Por un lado, los estereotipos folk-lingüísticos, mantienen que "los hombres son asertivos, las mujeres son sumisas; los hombres son lógicos, las mujeres ilógicas" (Speer 2005: 30, traducción propia), mientras que por otro lado "los hombres hablan mucho, las mujeres escuchan" (ibid). Pero ¿los hombres y las mujeres realmente hablan de forma diferente? Y si lo hacen, ¿podemos suponer que el lenguaje contribuye a conductas específicas de un género? ¿Será que los estereotipos de "las niñas no dicen groserías" y "los niños no lloran" contribuyen a hacer que los hombres sean asertivos y rudos y a las mujeres sumisas y recatadas? En otras palabras, ¿podemos suponer, haciendo eco a Hélène Cixous (1976) y Judith Butler (1993), que el discurso es el reflejo de una estructura de poder jerárquica en la que las voces de las mujeres son silenciadas? Si es este el caso, ¿es posible alterar activamente el lenguajePage 3para representar un cambio social para mejorar -como lo sugieren Kramer et al, (1978), para causar un impacto en la igualdad, por lo tanto en los derechos humanos de la mujer?; el presente trabajo tratará de abordar las cuestiones al enmarcarlas en el contexto de los derechos humanos, los derechos humanos de la mujer (DHM) en particular. Primero, tratará de mostrar que los actos simbólicos tienen consecuencias materiales; segundo, examinará la literatura que existe sobre los DHM y, tercero, echará mano de investigaciones sobre género y lenguaje y proporcionará evidencia para la idea de que existen diferencias sexuales en el lenguaje que reflejan un desequilibrio de poder. La cuarta parte se enfoca particularmente en el discurso de los DHM, para lo cual consideraré como lenguaje aquel que la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Utilizaré ejemplos tomados de los instrumentos internacionales de los derechos humanos (la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo) y del principal instrumento específico sobre DHM: la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.

Este análisis tratará de mostrar que discurso de los derechos humanos ha sido influenciado por el debate sobre el género, y que la ONU está cada vez más pendiente del papel del lenguaje en la protección de los DHM y ha implementado medidas acordes.

Sin embargo, avanzando más allá de esta visión optimista, trataré de defender la hipótesis de que, aunque el cambio social al que podría llevar un nuevo lenguaje sensible al género, el discurso utilizado en tales documentos retiene su predisposición de género. En otras palabras, la solución adoptada por la ONU paradójicamente va en contra de la igualdad, porquePage 4simplemente cambia de un discurso no discriminatorio predispuesto al hombre a un discurso correctivo predispuesto a la mujer, en vez de ser un discurso libre de predisposiciones de género.

Lenguaje, derechos humanos de la mujer y "otros peligros"
¿Por qué el lenguaje?

El análisis de los DHM desde un punto de vista discursivo3 puede ser considerado un enfoque rebasado y desconectado de lo que Martha Nussbaum define la "lucha práctica para lograr la justicia y la igualdad para las mujeres" (1999: en línea, traducción propia). Este enfoque se puede entonces definir posmodernista, y se presta a las críticas de las corrientes feministas norteamericanas (Hartsock 1990; Nussbaum 1999) en cuanto encarna una posición de "quietismo y pasividad" (Nussbaum 1999: online, traducción propia). Por otro lado, es también vulnerable a las críticas de autores como Michael Levin, quien, en su artículo "Vs 'Ms'", declara de manera polémica que las feministas atacan el blanco más fácil: el lenguaje (Levin 1981: 218, traducción propia). Sin embargo, intentaré cuestionar estas críticas para afirmar que el lenguaje afecta las condiciones materiales y, apoyándome en autores como Butler (1997), Hendricks & Oliver (2000) y Saul (2005), argumentaré que la filosofía del lenguaje tiene el potencial de realizar los proyectos feministas de igualdad de género.

Mi punto de partida es la argumentación de Charlesworth & Chinkin, para quienes los instrumentos internacionales de derechos humanos reflejan una estructura de poder patriarcal en la que las mujeres son subordinadas a los hombres (2000: 232). Un ejemplo clave de esta subordinación es el masculino genérico4, que fortalece las jerarquías basadas en el sexo y en el género y en las que los hombres están explícitamente incluidos comoPage 5sujetos de los derechos, mientras las mujeres son "solamente implícitamente incluidas" (Holmes en Charlesworth & Chinkin 2000: 232, traducción propia). Esta estructura de poder jerárquica se expresa a través del lenguaje y es en el lenguaje que quedan manifiestas las principales causas de los obstáculos para la realización de los derechos humanos de la mujer, como explicaré en la sección 2.2.

Papel del lenguaje

El lenguaje es a veces percibido simplemente como un instrumento, o como un espejo neutral para una realidad objetiva, sin embargo, tiene la capacidad creativa de modelar nuestra percepción del mundo. Los hablantes son conscientes del potencial de los intercambios lingüísticos para expresar relaciones de poder, y el vocabulario, entonación y acento reflejan diferentes posiciones en la jerarquía social. El lenguaje es un elemento principal de la vida social. Pierre Bourdieu muestra cómo las representaciones lingüísticas son modeladas y modelan las formas de poder y desigualdad de las sociedades. Según Bourdieu, el lenguaje tiene una 'doble identidad': es la representación (o forma simbólica) de las relaciones de poder y legitima estas relaciones perpetuándolas. Es decir, el lenguaje a la vez es el espejo (pasivo) de la realidad y juega un rol activo en la definición de la identidad de sus sujetos (Bourdieu 1991: 2-15).

El lenguaje es entonces central en la formación de la identidad y para la definición de los individuos como sujetos. Esto es particularmente importante en términos de política (sujetos políticos) y en términos de política feminista porque, como explica Judith Butler, "los sujetos jurídicos se producen a través de prácticas de exclusión que son invisibles si la estructura jurídica está establecida" (1990: 3, traducción propia).Page 6

Deborah Cameron plantea que es el lenguaje la primera área de acción para las feministas porque es el aspecto simbólico del mismo el que tiene el impacto más fuerte en las vidas reales de los sujetos:

El lenguaje es componente fundamental en todas las culturas...

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