Definición de los patrones desinhibido y extravertido de conducta en una muestra hispanoamericana de adolescentes con conductas antisociales.

AutorMiguel Ángel Alcázar - Córcoles; José Carlos Bouso - Sáiz.
CargoProfesor Asociado de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid; Centro de investigación del medicamento
Páginas2-22

Profesor Asociado de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid y Psicólogo del Ministerio de Justicia (España). miguelangel.alcazar@uam.es

Centro de investigación del medicamento. Instituto de investigación. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona (España).

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Agradecimientos:

A la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, por apoyar este estudio mediante sus Becas Intercampus concedidas al primer autor de este trabajo. Page 3

Introducción

En los últimos años existe un renovado interés por incorporar las variables de personalidad en las teorías criminológicas para construir modelos que integren variables de personalidad y factores biológicos con factores psicosociales y socioculturales (Copeland et al., 2006; De la Corte, 2006; Elliot, Huizinga y Ageton, 1985; Flannery, Vazsonyi y Waldman, 2007; Garrido, Farrington y Welsh, 2008; Langbehn et al, 1998; Raine, 1993; Romero et al., 2001; Sanmartín, 2004; Teplin et al., 2002).

En esta línea integradora, el hecho de que la impulsividad se relacione con otras dimensiones de personalidad ha sido considerado en el modelo teórico de las emociones de Plutchik, llamado teoría psicoevolutiva (Plutchik, 1980, 1989, 1990). La teoría asume la existencia de ocho dimensiones de emociones básicas que se relacionan sistemáticamente con ocho conglomerados de dimensiones de personalidad. Las ocho dimensiones de personalidad básicas serían: controlado, descontrolado, confiado, desconfiado, depresivo, gregario, tímido, y agresivo. En cuya base estarían las emociones de templanza, confianza, tristeza e ira, que se expresarían en un continuo con dos polos cada una (Plutchik, 1989; Plutchik y Van Praag, 1995). Un importante aspecto de la teoría es que las dimensiones de personalidad pueden ser conceptualizadas como derivadas de las emociones asumiendo que los extremos de las dimensiones de personalidad, implicarán trastornos de personalidad. De esta manera, las formas extremas de impulsividad pueden ser parte de la conducta antisocial o del trastorno de personalidad borderline.

Eysenck (1967), Eysenck y Eysenck (1976) y posteriormente Eysenck y Gudjonsson (1989) elaboraron un modelo de la personalidad del delincuente con claros fundamentos biológicos. Según el modelo, los rasgos de la personalidad del delincuente serían elevada extraversión, alto neuroticismo y psicopatía alta. Sin embargo, estudios posteriores parecen Page 4 indicar que las predicciones se cumplen únicamente para la dimensión de psicopatía (Bartol, 1991; Feldman, 1977; Furnham y Thompson, 1991; Gomá et al., 2001; Pérez, 1986; Romero, Luengo y Sobral, 2001). En este punto conviene aclarar que cuando se habla de psicopatía se está haciendo mención a la original dimensión de psicoticismo que los propios autores consideran que es posible llamarla psicopatía porque puede describir conductas y estados psicopáticos (Eysenck y Eysenck, 1970, 1977; 1987), y correlaciona con conductas criminales, en particular con los delitos más violentos y repetitivos (Eysenck y Gudjonsson, 1989). Esta misma propuesta es la realizada por muchos autores que desde los orígenes del modelo han dudado de que la escala mida realmente diátesis psicótica, sugiriendo que realmente mide una tendencia psicopática, antinormativa, o antisocial (Bishop, 1977; Block, 1977a, 1977b; Claridge, 1981; Davis, 1974). Por los mismos motivos, en investigaciones actuales en nuestro medio se denomina psicopatía, y así lo haremos nosotros en la presente investigación (Alcázar, 2005; Alcázar, Bouso y Gómez-Jarabo, 2007; Garrido, 2005; Garrido, Stangeland y Redondo, 2001, 2006; Sobral, Romero y Luengo, 1998).

La desinhibición (o falta de inhibición) es un concepto clave en la reciente investigación en personalidad y psicopatología. Algunas dimensiones de personalidad como la impulsividad y la extraversión, y algunas psicopatologías como la psicopatía y el trastorno de hiperactividad han sido asociadas a la impulsividad y a los déficits de inhibición (Essex et al., 2006; Gorenstein y Newman, 1980; Langbehn et al, 1998; Luengo, Carrillo, Otero y Romero, 1994; Newman, 1987; Newman, Widom y Nathan, 1985; Wallace, Newman y Bachorowski, 1991). Estas dos características identifican a personas con problemas de autorregulación y dificultades en cancelar respuestas inadecuadas y adecuarse a las expectativas de la situación. La habilidad para inhibir respuestas inapropiadas es considerada una de las más importantes funciones ejecutivas y está directamente relacionada con el autocontrol y la conducta orientada al objetivo (Barkley, 1997; Patterson y Newman, 1993; Page 5 Pennington y Ozzonof, 1996). En general, lo que se ha dado en llamar débil resistencia al crimen ha sido estudiado por la psicología ampliamente y ha pasado a ser el constructo central de la criminología contemporánea, denominándolo como débil autocontrol (Ellis y Walsh, 2000; Fishbein, 2001; Krueger, Caspi y Moffitt, 2000; Moffitt, 1993). En esta misma línea, en el campo de las conductas infractoras de menores se ha descrito recientemente lo que se ha dado en llamar "patrón desinhibido" de conducta resultando sujetos impulsivos, buscadores de sensaciones (Sobral, Romero, Luengo y Marzoa, 2000a, Sobral, Gómez-Fraguela, Romero y Luengo, 2000b). Este concepto sería desarrollo del "síndrome de desinhibición" cuyas dimensiones serían impulsividad, hiperactividad, conducta antisocial y elementos psicopáticos en el comportamiento. En definitiva, la conducta de estos individuos estaría caracterizada por estar determinada por los refuerzos inmediatos más que por la expectativa de gratificaciones futuras (Gorenstein y Newman, 1980; Luengo et al., 1994; Newman, 1987; Newman, Widom y Nathan, 1985; Wallace, Newman y Bachorowski, 1991).

Por tanto, desde este punto de vista se podría considerar que estos sujetos caracterizados por el "síndrome de desinhibición" o cuya conducta se adapta al "patrón desinhibido" tendrían tendencia a escoger ambientes que les proporcionan mayor estimulación pero que también son más peligrosos y que les sitúan en escenarios de conducta donde se incrementa la probabilidad de delinquir o de mantener conductas antisociales (Fierro, 2002; Fowles, 1987). Se trataría, en último término, de la mayor o menor capacidad para poner en funcionamiento mecanismos efectivos de autorregulación comportamental, elemento que cobra una gran importancia si hablamos de muestras juveniles (Luengo et al, 1994; Sobral, Romero y Luengo, 1998).

En un reciente trabajo (Sobral et al., 2000a) evaluaron el contexto familiar, escolar, el estatus socioeconómico de la familia, la personalidad, y la conducta antisocial de una Page 6 muestra de 3.186 adolescentes, de entre 14 y 19 años (media de 16,04 años), representativa de la población gallega (España). Por lo que se refiere a las variables de personalidad, evaluaron Búsqueda de sensaciones (Sensation Seeking Scale, Zuckerman, 1979), Impulsividad (Impulsiveness Scale, Eysenck et al., 1984), Autoestima (Coopersmith Self-Esteem Inventory, Coopersmith, 1967), Empatía (Empathy Index, Bryant, 1982) y Locus de control, a través del cuestionario LUCAD de Pelechano y Baguena, 1983. Por otra parte, se determinó el nivel de conducta antisocial de cada sujeto a través del Cuestionario de Conducta Antisocial (CCA de Luengo et al., 1994).

En este trabajo se muestra el potente valor predictivo de la Impulsividad y la Búsqueda de sensaciones sobre la conducta antisocial, y que las influencias de las variables del contexto familiar se aminoran hasta resultar irrelevantes cuando son bajos los niveles de Impulsividad y de Búsqueda de sensaciones de los sujetos insertos en tales contextos; parece, por lo tanto, que las mencionadas diferencias individuales (que conjuntamente los autores etiquetan como "patrón desinhibido") funcionan como un catalizador decisivo respecto a los procesos que inhiben y/o facilitan con su mayor o menor presencia. Por tanto, concluyen que, en presencia de lo que ellos denominan "patrón desinhibido" (sujetos impulsivos, buscadores de sensaciones) y/o de "externalidad", es cuando resultan máximos los efectos perniciosos de los elementos...

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