El desafío de las finanzas rurales en Nicaragua y Centroamérica

AutorJohan Bastiaensen - Guy Delmelle
Páginas100-118
TRACE 52 (Diciembre 2007): págs. 100-118
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D.R. © 2007. Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos. México, D.F. ISSN: 0185-6286.
www.cemca.org.mx
El desafío de las finanzas rurales en
Nicaragua y Centroamérica1
Johan Bastiaensen
Guy Delmelle
Resumen: En la última versión del “Libro
rosado” del Consultative Group to Assist the
Poor (CGAP 2004) se elaboró una síntesis
actualizada de las “buenas prácticas”
en materia de microfinanzas para guiar
las políticas de los donantes. En este
documento-guía, el CGAP reconoce que el
tema de las finanzas rurales es todavía un
área de frontera, es decir, un área donde
faltan suficientes experiencias exitosas
para poder elaborar prácticas generalizadas
(CGAP 2004: VI). Ni el CGAP ni tampoco esta
contribución, serán capaces de generar una
versión de las “lecciones aprendidas” en
materia de los mercados financieros rurales.
Sin embargo, los autores afirman que en
Centroamérica existen algunas experiencias
exitosas y prometedoras que permiten
identificar algunas lecciones y pistas para
la reflexión. Este diagnóstico se enfocará
primordialmente en Nicaragua, debido al
acceso directo que dichos investigadores
tienen con este país. Cuando sea posible, se
intentará incluir referencias amplias al ámbito
centroamericano.
[ahorro, crédito, financiamiento, microfinanzas, Nicaragua]
Abstract: The last version of the so called
“Pink Book” of the Consultative Group to
Assist the Poor (CGAP 2004) elaborated a
recent synthesized version of the “good
practice guidelines” in terms of micro financial
management in order to guide donor’s policy.
In this paper/guide, CGAP acknowledges that
the main subject in rural finance still is a
borderline, that is, an area where there is
no sufficient successful experiences in order
to be able to construct general practice
guidelines (CGAP 2004: VI). Neither does CGAP
nor this essay, will be able to consolidate
another version of the “lessons learned” in
terms of rural financial markets. Nonetheless,
the authors state that some successful
and promising experiences exist in Central
America, which allow identifying some
lessons learned as well as some clues worth
thinking of. The present diagnosis will focus
mainly in Nicaragua, due to direct access on
behalf of the researchers. When possible,
ample references to central American
environment will be included.
Résumé : La dernière version du “Livre rose”
du Consultative Group to Assist the Poor (CGAP
2004), a récemment présenté une version
synthétisée de « conseils de bons usages »
en terme d’organisation de micro finances
pour aider les donateurs dans l’orientation
de leurs politiques. Dans ce document, le
CGAP reconnaît que le thème principal des
finances rurales reste frontalier, c’est-à-
dire une zone où la rareté des expériences
réussies ne permet pas de mettre en place
des pratiques généralisées (CGAP 2004: VI).
Ni le CGAP ni ce texte, ne seront capables de
renforcer une nouvelle version des « leçons
apprises » en termes de marchés financiers
ruraux. Cependant les auteurs affirment que
quelques expériences réussies et prometteuses
existent en Amérique centrale, permettant ainsi
d’identifier les leçons apprises et les indices
méritant la réflexion. L’ étude présente traitera
principalement du Nicaragua car les chercheurs
concernés ont des contacts directs avec ce
pays. Chaque fois que possible nous tenterons
d’y intégrer d’amples références au milieu
centraméricain.
EL ESTADO ACTUAL DE LOS MERCADOS RURALES FINANCIEROS EN
CENTROAMÉRICA: UNA APROXIMACIÓN TENTATIVA
DESPUÉS DEL VACÍO dejado por el cierre/privatización de la mayor parte de los bancos de
desarrollo estatales en el marco de una privatización/liberalización de los mercados financieros
formales, en un primer momento pudimos observar una marcada “desagropecuarización” y
“desruralización” de la oferta financiera formal. Frente a esta evolución, que hasta ahora no se
ha logrado revertir de manera satisfactoria, existe una queja de los productores rurales sobre
el supuesto fracaso del modelo financiero liberal. Lo anterior también se ha convertido en un
argumento exitoso a favor de un retorno de un banco estatal de fomento para remediar el
fracaso de la banca privada, considerada incapaz de satisfacer la alta demanda para servicios
financieros (créditos) en el sector rural. Con la victoria electoral de Daniel Ortega en Nicaragua,
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la decisión política de recrear un tipo de banco de fomento rural ya ha sido tomado, aún cuando
no es claro al momento de escribir este artículo cuál va a ser la forma exacta que va a tomar.
En otros países de la región se observan tendencias similares hacia la reaparición del estado
como actor directo en la provisión de créditos (Gutiérrez 2005).
Es evidente que la oferta rural, y sobre todo la oferta agropecuaria, proveniente de la banca
privada formal, de hecho ha sido bastante limitada en la última década. Según la super-
intendencia de bancos en Nicaragua, solo un 20% del monto total otorgado por la banca y las
financieras formales (equivalente a unos 220 millones de dólares) se destinó para actividades
agropecuarias en 2004 (SIB 2004). Según datos de los bancos privados en 2004, otorgaron
créditos a unos 5 049 clientes para actividades agropecuarias con un monto promedio de
28 000 dólares. Estas cifras se comparan con un promedio de 70 000-80 000 clientes,
incluyendo pequeños, medianos y grandes, que en la década de los 1980 tenían acceso el
anterior Banco Nacional de Desarrollo (BANADES) (Jonankin & Enriquez 1999: 143). Obviamente,
sobre todo los pequeños y gran parte de los medianos hoy en día quedan excluidos de esta
oferta. Un elemento a subrayar, sin embargo, es que también parte de la cartera para comercio
e industria de la banca formal llega de manera indirecta al sector rural, incluso al agropecuario,
a través del crédito otorgado por comerciantes y plantas procesadores a los productores del
campo, sea como adelantos de pago o (mucho menos) como coinversión en sistemas de
producción por contrato. La mayoría de los servicios aquí son créditos de corta duración y
muy poco para inversiones. Es necesario subrayar que estas fuentes/cadenas constituyen
en cierta manera un eslabón olvidado de las finanzas rurales y podría valer la pena dirigir
más atención a este segmento del mercado financiero rural en búsqueda de la identificación
de “buenas prácticas”, tanto en términos de eficiencia financiera como de alcance e impacto
social.2 Adicionalmente, los bancos privados en las cabeceras departamentales son también
una opción para un sector, probablemente más acomodado, de la sociedad rural en búsqueda
de otros servicios como servicios de pago, transferencias internacionales, tarjetas de crédito
y ahorro monetario. Además recientemente entraron algunas microfinancieras en los rangos
de la banca formal. Sin embargo, por lo menos en Nicaragua la penetración rural de estas
instituciones (Procredit, FINDESA, FAMA) es inexistente o limitada, aunque hay señales que su
expansión futura podría estar dirigida en parte hacia el sector rural, entre otras cosas por la
incrementada competencia en las áreas urbanas. Un caso especial lo constituye también el
BANRURAL de Guatemala que logró representar un 25% de la oferta total de crédito de la banca
formal y que está sirviendo una cantidad apreciable de clientes rurales con un abanico variado
de servicios financieros.3 Por el momento, una limitante de estas ofertas rurales también
parece ser la falta de créditos de largo plazo para inversiones, tan necesarias en un periodo de
ajustes. Otro sector de mucha importancia a mencionar son las instancias financieras formales
involucradas en las transferencias internacionales de las remesas familiares, que en varios países
centroamericanos son de suma importancia macro y microeconómica. Es muy conocido que el
costo de estas transferencias, sobre todo para los montos más pequeños, sigue siendo bastante
alto a pesar de una tendencia a la baja por la competencia incrementada (Orozco 2004). Para
Centroamérica, Orozco (2004) menciona un costo promedio de alrededor del 7%. R. Castellón
(2003) menciona un costo de 9.73% para recibir un envió de 150 dólares en la zona seca
del interior de Nicaragua.
Para complementar la oferta formal, se está mirando en primera instancia en la dirección de
las empresas microfinancieras (incluyendo las cooperativas de ahorro y crédito y los diferentes
tipos de empresas microfinancieras stricto sensu) (Jonankin & Enriquez 1999). Con sus
innovaciones contractuales y sus formas organizativas localmente enraizadas suscitaron la
esperanza de poder ampliar los mercados financieros (rurales) hacia los sectores no atendidos
por la banca formal (Morduch 1999). En la década pasada hubo avances importantes, pero los

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