Dedicatoria

AutorJaime Peña Ramírez
Páginas7-7
7
A mis padres
A mis hermanos
Mi madre nació en Lampazos, Nuevo León; creció y
aprendió a leer y escribir el inglés en Texas, ahí tra-
bajó la mitad de su vida, la otra mitad en el sur del
Bravo. Nunca supimos cómo podía trabajar tanto, incluso en
la pizca del algodón era mejor que sus hijos; cuatro de ellos
nacieron allá y seis más de este lado. Silbó siempre y algunas
veces cantó, cuando no la atormentaban los susirios por sus
pequeños.
Mi padre nació en General Terán, también Nuevo León;
sobrevivió a la influenza y a su orfandad; se educó en la es-
cuela de la vida. Trabajó 17 años en pizcas y cítricos de Texas
y después, en su parcela ejidal del Bajo Bravo tamaulipeco
que con gusto regaba, solo, hasta la última melga y hasta des-
pués de los setenta años cumplidos.
Ambos se conocieron y se casaron en Texas; vinieron a México
a fines de los años treinta motivados por el reparto agrario. Aho-
ra muchos años después, sus restos descansan en el ejido San-
doval (nuestra área de estudio), lugar donde dejaron, además de
hijos y nietos, mucho sudor, sonrisas, lágrimas y esperanzas.
Cuando nos enviaban a la parcela nos decían: “Hagan todo lo
que puedan, hijitos, y siempre, un poquito más”.

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