El cuerpo preso tatuado: un espacio discursivo

AutorRaquel Ribeiro Toral - Noehemi Orinthya Mendoza Rojas
CargoProfesora de La Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Queretaro (UAQ) - Docente de La Universidad La Salle Bajío, campus Salamanca, Guanajuato
Páginas281-301
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* Profesora de La Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Queretaro (UAQ).
Doctora en Psicología Social por La Universidad Autónoma de Barcelona. Dirección
electrónica: raquelribeiro42@gmail.com
** Docente de La Universidad La Salle Bajío, campus Salamanca, Guanajuato. Coor-
dinadora del Área de Psicología Del Centro Estatal de Readaptación Social (Cereso) de
Salamanca, Guanajuato. Dirección electrónica: orinthya@hotmail.com
EL CUERP O PRES O TATUADO: UN ES PACIO DIS CURSI VO
Raquel Ribeiro Toral*
Noehemi Orinthya Mendoza Rojas**
RESUMEN. La intención del artículo es difundir los resultados
de una investigación realizada en un centro penitenciario
de Guanajuato. El marco teórico y metodológico se apoya
en la psicología social crítica, sustentada en la Maestría en
Psicolo gía Social, de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Concluimos que el sujeto preso, en medio de la rutina, el
anonimato y privado del placer de conversar, recurre a tatuarse
el cuerpo como un espacio discursivo donde recrea significacio-
nes para darse sentido a sí mismo, a la situación que está viviendo
y para dejar huella de su historia.
PALABRAS CLAVE. Prisión, cuerpo, tatuaje, discurso, psicología
social.
PROBLEM A ESTUDI ADO
La cárcel, la más civilizada y sistematizada de las formas de administra-
ción de la justicia, se fundó en la igualdad de la ley sin distinción
de personas. Se basa en la administración del tiempo de castigo y se
fundamenta en los saberes de expertos, creando una verdad de la cual
se sirve el sistema judicial para, como afirma Foucault (1975), admi-
nistrar las ilegalidades o infracciones a la ley. En la cárcel se deposita
todo aquello que atenta contra la civilidad, como fraude, violación,
Volumen 10, número 23, septiembre-diciembre, p. 281-301
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RAQUEL RIBEIRO TORAL Y NOEHEMI ORINTHYA MENDOZA ROJAS
robo, delincuencia organizada, ejecuciones, secuestro, homicidio o trá-
fico de drogas. Posee funciones ocultas, como servir de válvula de
escape a las tensiones sociales (Reason y Kaplan, 1975) o contribuir
a la perpetuación de una marginalidad social, que es criminalizada en
lugar de ser resuelta (Baratta, 1986). Además, la prisión busca cumplir dos
fun ciones: por un lado, castigar e intimidar, para evitar las posterio-
res infracciones a la ley y al pacto social, y por el otro, reeducar, lo
cual constituye una forma muy “civilizada” de castigo, pues no hay
mejor función intimidatoria que la de transformar a alguien en su
personalidad.
El sistema carcelario forma parte de un proyecto de sociedad in-
merso en un determinado contexto histórico, en una compleja red de
significaciones colectivas, relaciones sociales y transformaciones eco-
nómicas y políticas. Todo ello implica modificaciones a los sistemas
judiciales, reformas a los códigos penales, notas periodísticas y televisi-
vas sobre la delincuencia, sentimientos ciudadanos de inseguridad social,
prácticas de corrupción e impunidad, políticas y programas dirigidos a
la seguridad ciudadana y los derechos humanos. A esta compleja red
hay que agregar lo que podría llamarse el panoptismo tecnologizado.
Recordemos con Foucault (1975: 203) que el panóptico fue un edifi-
cio diseñado por Jeremy Bentham (1748-1832), cuya periferia, en
forma de anillo, estaba dividida en celdas y en el centro se encontra-
ba una torre. Ello permitía que un solo vigilante, situado en ella, vigilara
cada celda, sin cesar y reconociendo al momento cualquier incidente.
El preso, por su parte, se sentía todo el tiempo vigilado. La tecnología
de nuestro tiempo permitió ampliar ese principio a ciudades enteras.
En nuestro país, por ejemplo, durante el primer año del sexenio de
Felipe Calderón, se creó la “Plataforma México”, consistente en la in-
terconexión de redes de dependencias e instituciones vinculadas a
la seguridad pública, que propician y facilitan el intercambio de
información de sus diferentes bases de datos, en busca de hacer
eficientes las estrategias y los operativos. También se creó el programa
de Denuncia Anónima, dirigido a los ciudadanos. Asimismo, se creó el
Sistema Único de Información Criminal, consistente en un registro
nacional de identificación y huellas digitales de internos y liberados
de los Centros de Rehabilitación Social (Cereso) de todo el país. Esta

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