¿Y la crítica a la crítica?

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas1-1

Page 1

Sin ignorar el enorme problema de la corrupción en México, es justo también abordar el otro lado del debate: la calidad de la disidencia. En los últimos meses, la denuncia se ha convertido en el deporte nacional: no hay día que pase sin un funcionario fotografiado o con el familiar de algún político pillado en un viaje. En la última ocasión, la indignación fue azuzada por el uso de aeronaves oficiales, pero mañana puede tratarse de una comida en un restaurante "incorrecto", la adquisición de zapatos que superen el umbral republicano o, incluso, el uso de un auto con vidrios eléctricos.

No cabe duda de que la moral asecha a la República. Pero pocos se preguntan: ¿qué moral corresponde a una democracia?, ¿quién debe establecerla? Cualquiera que aventure una respuesta unívoca se arriesga al ridículo. Sin embargo, entre nosotros encontramos una sospechosa fuente de claridad: los activistas pontifican, denuncian, enjuician y sentencian a partir del camino que les ha sido revelado para la patria.

Mientras los demás palpamos a ciegas el contorno de nuestra nueva política, el activista camina con el aplomo que le otorga la Verdad revelada. Todas las demás posiciones son, naturalmente, aberraciones que deben erradicarse: el activismo no admite opositores, sólo enemigos. Resulta irónico, por ejemplo, que los mismos que exigían que el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fuera un hombre "creativo", lejano a la carrera judicial, posteriormente reprocharan la designación de Eduardo Medina Mora —un abogado ajeno a la judicatura— precisamente por temor a que impusiera una visión de la ley que les resultara heterodoxa.

Hace poco, Jesús Silva Herzog escribió sobre la tesitura de nuestra indignación: "Parece que describimos un país que se deshace, una nación en cada libre, un régimen político que explota. La crítica parece una competencia de apocalípticos". Después agrega:"[...] Hemos perdido perspectiva: seleccionamos la información que ratifica nuestro prejuicio de que vamos al abismo [... ] La indignación no se da el permiso de retroceder, de ponderar. La indignación silencia la voz contraria y niega posibilidad a la réplica. Su veredicto es hermético y contundente. La indignación no analiza: condena. Y no permite el derecho a la defensa. El señalado será siempre culpable de la peor atrocidad. De ahí a la satanización del otro hay un milímetro [... ] quien discrepa de una multitud indignada es aniquilado simbólicamente".

Debido...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR