La crisis agrícola

AutorHilario Barcelata Chávez
Páginas88-90
La Economía Mexicana. Crisis y reforma.
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Hilario Barcelata Chávez
88
raza de seres humanos inferiores física y mentalmente. Y esto es válido para un país
que, como el nuestro tiene, al 50% de su población en condiciones de pobreza extrema
y en el mejor de los casos en pobreza a secas.
¿Puede un país salir adelante en estas condiciones?. ¿Puede un país así aspirar al
pleno desarrollo económico?. ¿Puede un país así pretender competir con otros países
más desarrollados?. ¿Puede un país así crear sus propios medios para desarrollarse,
con individuos con pleno subdesarrollo biológico?. La respuesta a todas esas
interrogantes es un rotundo NO.
Y lo más grave no es la existencia misma del problema. Más preocupante y urgente es
detener este proceso de deterioro genético ocasionado por las condiciones en que
viven 40 millones de personas en México.
Y cual es la solución. Pues si la pobreza es lo que ocasiona este problema hay que
combatirla y erradicarla por completo. Pero no con sucedáneos sino con una política
permanente de desarrollo social. La cual sólo estará asegurada si la meta de la política
económica del país es el constante y permanente mejoramiento de los niveles de
bienestar de la población. Una política económica que no sacrifique el bienestar en
aras de la eficiencia y la modernización. Una política más humana y menos técnica que
no vea sólo números en donde hay seres humanos. Una política que mas que
perseguir metas estadísticas y equilibrios económicos se preocupe porque cada uno de
los 80 millones de personas que poblamos este país pueda satisfacer sus necesidades
en forma digna y adecuada, de manera que permita el desarrollo pleno de cada
individuo. Esa es la tarea que tenemos por delante para contribuir a la construcción de
un país desarrollado. Sólo un estómago lleno puede contribuir al engrandecimiento del
país. Porque un estómago vacío reduce la vida a una permanente lucha por sobrevivir.
Por ello, primero hay que asegurar la sobrevivencia de la población y luego orientarse
a cumplir otras tareas. Porque, de todos modos, estas últimas no podrán realizarse si
la sobrevivencia no está asegurada.
LA CRISIS AGRÍCOLA 1990
Cada día que pasa nuestra realidad se parece menos a lo que queremos ser y, sin
percibirlo o por ser consecuencia del deseo de hacer para lograr algo, alejamos
nuestros pasos del rumbo para construir el país moderno productivo y justo que
queremos tener.
En las ciudades, en cualquiera que uno elija. La misma capital de nuestro estado,
muestran con terrible contundencia la veracidad de lo dicho. Los problemas del medio
urbano se acrecientan sin que parezcan tener solución a corto plazo. Por desgracia,
esto seguirá, en aumento a pesar de los refuerzos a que se hacen por resolverlos. La
razón es muy simple: Los problemas de las ciudades, como la excesiva concentración
poblacional, la falta de servicios adecuados en cantidad y calidad, la falta de terrenos
para la urbanización la invasión de las aceras, de las calles, de vendedores
ambulantes, niños, mujeres y ancianos limosneros. No tienen su origen en la ciudad,
sino que son producto de la invasión silenciosa de los hombres del campo.
El crecimiento explosivo desproporcionado y anárquico de las ciudades no es sino el
reflejo de las circunstancias adversas que se viven en el área rural. La escasez de
alimentos en las ciudades es una de las importantes consecuencias de la crisis
agrícola, pero otra, también fundamental, es ese incesante éxodo del campo a la
ciudad, y nadie parece reparar en ello.

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