El Combate a la Corrupción en México

AutorDr. José Fernández de Cevallos y Torres
Páginas44-48

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La corrupción en México -por lo menos la pública- ha alcanzado niveles alarmantes. De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2014, elaborado por Transparencia Internacional, el país se ubica en el lugar número 103 de un listado de 175 países, obteniendo una puntuación de 35 sobre 1001.

Pero más allá de la estadística, la corrupción y la impunidad que imperan nos sitúa en una realidad en donde la constante es el aumento del crimen organizado; la pobreza; la falta de oportunidades; los deficientes servicios públicos (en educación, salud, seguridad y otros); los vínculos de algunos gobernantes con el crimen; así como la existencia de no pocos servidores públicos incapaces o deshonestos. Este panorama produce desesperanza y hartazgo en la población, pone en riesgo la estabilidad social y socaba a las instituciones, comprometiendo -como se advierte- el desarrollo sustentable y, por ende, la gobernabilidad.

Y si tal situación es completamente reprobable, mayor indignación nos causa cuando la contrastamos con los siguientes datos económicos:

  1. La economía mexicana ocupa el número 11 de las economías mundiales2.

  2. El Producto Interno Bruto Nominal (PIBN) a precios de mercado se situó en $16,829,386 millones de pesos3.

  3. El Presupuesto de Egresos para el ejercicio fiscal de 2014, importó la cantidad de $4’467,225’800,000.

Una comparación de los datos macroeconómicos nacionales, con la realidad social y política, obliga a cuestionarnos: ¿cómo se puede hacer tan poco con tanto?; ¿Por qué México siendo un país con tanta grandeza -no sólo económica-, tenemos que vernos inemrsos en tan crítica situación? Por otro lado, en el país se han operado una serie de reformas estructurales (político-electoral, transparencia, energética, seguridad y justicia), que más allá de las críticas que en un Estado plural se suscitan, hay que reconocer que son trascendentales, de gran calado, que parecieran encarrilar al país hacia un verdadero crecimiento y desarrollo sustentable, así como a un verdadero Estado Democrático de Derecho, y que en última instancia nos colocarían en ese Estado de Bienestar al que aspiramos.

Considero que nos encontramos en un punto de infiexión, una gran oportunidad para que México salga del estancamiento en el que se encuentra. Por eso resulta impostergable el combate directo y decidido a la corrupción, tarea que deberá realizarse respetando -inexcusablemente- los derechos humanos de todo justiciable, de toda persona, y actuando -inequívocamente- dentro de los límites que marca el Estado de Derecho. Para estructurar un modelo anticorrupción que cumpla con los extremos apuntados, pero que además sirva para la consecución de buenos resultados, es importante distinguir entre prevención y represión de la corrupción. Pero antes de abordar esa temática, conviene hacer ciertas precisiones en torno a la corrupción, a efecto de en-tender la problemática que pretendemos solucionar.

Precisiones sobre la Corrupción

La corrupción es tan antigua como la existencia de la vida en comunidad. Precisamente, tan antigua como el poder mismo4; se presenta en todos los países producien-

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do efectos adversos para su crecimiento, independientemente del grado de desarrollo que hayan alcanzado; sin embargo, las economías de los países económicamente menos desarrollados, se ven más perjudicadas por este fenómeno, tanto que la ciencia económica considera a la corrupción como uno de los grandes obstáculos para el desarrollo y el crecimiento económico5, pero además, constituye una amenaza para el desarrollo político y social de todos los Estados6.

Es a partir de las 2 últimas décadas que en los ámbitos nacionales y en especial, en los organismos supranacionales, se ha acentuado la necesidad de hacer frente a este grave problema. Así, ha aumentado el interés en el estudio de su alcance, efectos y repercusión en la vida económica, política y social, tanto al interior de los países como al exterior en la comunidad internacional. La creciente preocupación por el combate a la actividad corrupta, tiene razón de ser por un cúmulo de factores7entre los que destacan: a) la globalización, con los vínculos internacionales y convenios que genera; b) la difusión de los regímenes democráticos y el creciente rol de los medios de comunicación libres; c) la participación y creciente rol de los organismos no gubernamentales y de la sociedad civil; y d) la preocupación sobre las distorsiones que en el orden socio- económico la corrupción genera.

La importancia de la materia se ha traducido en múltiples trabajos académicos y de política pública; en la celebración de diversos acuerdos internacionales para combatirla8; en la creación de índices que buscan medir la corrupción y la percepción de la misma9; y en la tipificación en los ordenamientos internos de las conductas de corrupción, así como también en la aprobación de leyes de transparencia con el fin de establecer y mejorar el acceso a la información pública. Estos esfuerzos que atienden a la finalidad de hacer frente a tan grave problemática social, durante el proceso de desarrollo económico de las naciones10, han puesto de manifiesto la gravedad y la complejidad del tema. Entre ellos podemos señalar, en primer lugar, lo referente a su definición y asignación de naturaleza jurídica ya que por las ambigüedades que rodean a la corrupción, se dificulta su identificación y por ende su prevención, persecución y sanción; segundo, el tema es demasiado sensible puesto que afecta de manera directa la credibilidad, honra y prestigio de personas e instituciones; tercero, en la generalidad de los casos, por su fenomenología...

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